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Un economista estalla contra una moda absurda que cada vez adoptan más hoteles

Un economista denuncia la absurda complejidad de los mandos de ducha en hoteles y desata una conversación viral sobre diseño, usabilidad y sentido común

Ducha italiana
Un economista denuncia la absurda complejidad de los mandos de ducha en hoteles y desata una conversación viral sobre diseño, usabilidad y sentido comúnLeroy Merlin

Lo que parecía una simple queja se ha convertido en un manifiesto viral. El economista y doctor en Filosofía David Cerdá ha encendido las redes sociales con una publicación en X que pone el foco en un problema cotidiano que afecta a millones de viajeros: la incomprensible complejidad de los mandos de ducha en hoteles.

Con una mezcla de ironía y hartazgo, Cerdá se erige como portavoz de quienes, tras un largo viaje, se enfrentan a un rompecabezas hidráulico en lugar de una ducha relajante. “Estamos hartos de resolver acertijos”, escribió, interpelando directamente a los diseñadores que, en su afán por innovar, convierten lo funcional en frustrante.

Su mensaje ha cosechado miles de interacciones, revelando una incomodidad universal que trasciende lo anecdótico. Los comentarios que acompañan su publicación confirman que el problema no se limita a hoteles: muchas viviendas particulares también sufren el síndrome del diseño incomprensible.

La viralización del mensaje ha abierto una reflexión más profunda sobre la desconexión entre quienes diseñan y quienes usan los espacios. ¿Por qué lo intuitivo ha dejado de ser la norma? ¿Por qué lo cotidiano se ha convertido en un reto técnico?

Cerdá propone un concepto que ha bautizado como PARAD: un llamado a parar la complejidad innecesaria y devolverle al diseño su función original. Su intervención funciona como un revelador social, exponiendo cómo pequeños detalles pueden generar una frustración colectiva.

La discusión generada no se queda en el humor. Toca temas de accesibilidad, diseño universal y empatía, recordando que los espacios temporales, como los hoteles, deben facilitar la vida, no complicarla. Un simple mando de ducha se transforma así en símbolo de una batalla silenciosa por el sentido común.

Miles de viajeros se han sumado al reclamo, compartiendo sus propias experiencias con duchas imposibles, grifos sin lógica y sistemas que requieren tutoriales. La reivindicación de Cerdá no es solo personal: es el eco de una incomodidad compartida que exige soluciones reales.