Mercado inmobiliario

El 49,6% ve problemático que haya pisos turísticos

Uno de cada dos encuestados pide más control a Hacienda y teme que afecten a la subida del precio de la vivienda.

El 55,6% de los mayores de 55 años entiende que Hacienda debe ser más rigurosa con los dueños de estos pisos
El 55,6% de los mayores de 55 años entiende que Hacienda debe ser más rigurosa con los dueños de estos pisoslarazon

Uno de cada dos encuestados pide más control a Hacienda y teme que afecten a la subida del precio de la vivienda.

En una potencia turística como es España, el fenómeno de las viviendas particulares dedicadas a alojar a los visitantes se ha disparado con consecuencias desiguales. Hay controversia y mucha. Nuestra experiencia y la de otros países revela que no se trata de algo inocuo. Que uno de cada diez pisos del centro de Madrid se destine a la explotación turística impacta en la composición social y económica de esos barrios. El desplazamiento de los vecinos tradicionales a zonas periféricas y el incremento de los alquileres –un 38% en la almendra capitalina desde 2014– son los efectos denunciados por los detractores de la situación. La encuesta de NC Report refrenda ese discutido estado de opinión con porcentajes mayoritarios, pero no abrumadores. El 48,7% de los encuestados entiende que el «boom» de los pisos turísticos ha provocado una subida del precio de la vivienda, mientras que el 30,8% disiente. También es una mayoría del 45,3% la que considera que estos alojamientos alimentan la indeseable masificación del turismo en los centros urbanos, si bien el 31,6% piensa que no existe relación. La diferencia es mayor cuando se inquiere por su impacto sobre la convivencia en las comunidades de propietarios. Aquí el 49,6% de los españoles ve esos pisos como un problema y el 28,9%, no. Con el criterio mayoritario que subyace en la encuesta parece lógico que el 50,4% defienda que Hacienda agudice la supervisión sobre los propietarios de este negocio, a diferencia del 31,3% que no lo ve preciso. En resumen, un fenómeno imparable, incluso necesario, que demanda una regulación rigurosa que concilie los intereses en juego.