
Construcción
Este es el cemento antihumedad más recomendado por los albañiles
Entre sus ventajas destacan la reducción de hasta un 80% de las grietas por contracción plástica y un proceso de curado más sencillo y eficaz

El cemento antihumedad se ha convertido en un aliado imprescindible para quienes buscan proteger sus construcciones de los efectos de la humedad, especialmente en zonas donde las lluvias son frecuentes o la humedad ambiental es alta. Entre la variedad de productos disponibles en el mercado, destaca el cemento especializado antihumedad de Cemex, una solución ampliamente recomendada por profesionales de la construcción por su eficacia y facilidad de uso.
Este cemento, de tipo Portland CPC 30R, aporta aditivos hidrófugos que actúan como una barrera contra la infiltración de agua, evitando así la aparición de moho, hongos, bacterias y salitre en paredes y estructuras. Su principal ventaja es que no requiere de procesos adicionales ni de dosificaciones complejas respecto al cemento tradicional.
Puede emplearse en una amplia gama de elementos constructivos, desde losas y cimientos hasta columnas, castillos, dalas, alcantarillados, pilas, albercas, canales, cisternas y obras sanitarias. Además, mantiene el mismo rendimiento, resistencia y tiempo de fraguado que el cemento convencional, lo que permite integrarlo en cualquier proyecto sin comprometer la calidad ni los tiempos de ejecución.
Entre las ventajas adicionales destacan la reducción de hasta un 80% de las grietas por contracción plástica y un proceso de curado más sencillo y eficaz. Estos beneficios se traducen en ahorros en costes de mantenimiento y reparaciones futuras, ya que la estructura queda protegida contra los daños derivados de la humedad.
La colocación de este cemento antihumedad sigue un procedimiento sencillo: primero, se limpia y prepara la superficie; luego, se prepara la mezcla con grava, arena y agua, asegurando la eliminación de impurezas; a continuación, se integran los componentes hasta obtener una mezcla homogénea; después, se vierte en el molde o cimbra correspondiente, eliminando el aire atrapado mediante vibrado o varillado; finalmente, se realiza un curado adecuado, manteniendo el material hidratado durante varios días.
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