Cisma de Belorado

El falso obispo Pablo de Rojas, contra la exabadesa excomulgada: «Me ha defraudado»

El fundador de la llamada Pía Unión San Pablo Apóstol, Pablo de Rojas, reconstruye para LA RAZÓN su salida del convento: «No nos dieron ninguna explicación, la estamos esperando»

Pablo de Rojas
Pablo de RojasAtresmedia

De un día para otro. O más bien, de un rato para otro, se vieron fuera del convento de las clarisas excomulgadas de Belorado. Sin mediar palabra. Y se fueron. El falso obispo Pablo de Rojas y su portavoz, José Ceacero, hicieron mutis por el foro hace justo una semana en el rocambolesco guión de las ex monjas. «Aparecimos en escena porque ellas nos lo pidieron, ellas fueron quienes se pusieron en contacto y cuando ellas han pedido que desaparezcamos, así lo hemos hecho», expone De Rojas en conversación con LA RAZÓN. «La verdad es que me siento bastante decepcionado», sentencia con un tono sereno... y dosis de resquemor.

El fundador de la llamada Pía Unión San Pablo Apóstol y el falso sacerdote, popular por su pasado como coctelero, dejaban el monasterio burgalés el pasado lunes 25 de mayo. De Rojas reconstruye para este diario cómo afrontaron el inesperado giro dado por la abadesa defenestrada por Roma, sor Isabel de la Trinidad: «En esta relación fueron ellas las que se pusieron en contacto con nosotros, con la Pía Unión. Tuvimos un tiempo de discernimiento y el 12 de mayo fuimos a Belorado, después de que se hubieran puesto bajo la jurisdicción de un servidor y aceptaran todo».

Ese todo incluyó el documento de 70 páginas conocido como el «Manifiesto católico» que la priora, en nombre de otras nueve religiosas más, firmaba el 8 de mayo para ratificar su ruptura con la Santa Sede, negando las reformas del Concilio Vaticano II y la autoridad de cualquier Papa posterior a Pío XII.

A partir de ahí, llegó el tsunami mediático y el respaldo espiritual mutuo. El falso obispo detalla que «todo marchó bien, tampoco estábamos asentados y viviendo como tal en Belorado, pero las asistíamos espiritual y sacramentalmente».

Casi un mes y medio de convivencia sin discrepancias ni enfrentamiento alguno: «Todo fue natural, el último domingo que estuvimos allí celebramos la santa misa, después tuvo lugar la exposición del Santísimo Sacramento y se armó todo con normalidad. El lunes también se celebró todo sin problema alguno». Pero algo cambió a lo largo del día: «Después, por medio de un comunicado, por un mediador, nos llegó la invitación de las monjas a salir. Sin más, nos dijeron que teníamos que abandonar el recinto sin mayor motivo ni explicación». «No aceptamos esa mediación. Don José se presentó donde estaba la abadesa reunida, pidió explicaciones y dijo que mandaría por correo electrónico, pero, a fecha de hoy no lo ha mandado», desvela de Rojas sobre su salida del particular «reality» monacal.

Lo cierto es que, ese día, mientras el arzobispo de Burgos y comisario pontificio, Mario Iceta, comparecía públicamente para explicar los detalles de la excomunión de las clarisas, anunciaba su desalojo y certificaba la sequía de sus cuentas bancarias, la abadesa se reunía por su parte en Belorado con su nuevo equipo jurídico. Estos asesores son el bufete de Sarabia y Asociados, los peritos de GTRS y el notario Florentino Aláez.

Tras la radiografía que le presentaron a sor Isabel de la Trinidad, se vio que ni De Rojas ni Ceacero encajaban en el nuevo puzzle. «No creo que la influyeran o condicionaran. La abadesa no es una persona influenciable. Quien manda en Belorado es ella», relata el fundador de la Pía Unión.

¿Se sienten, entonces, víctimas de la lideresa conventual? «No le sabría decir, puesto que tampoco nos han dado unas explicaciones», expone algo titubeante el falso prelado de origen jienense. A renglón seguido, recapacita: «La verdad es que sí, me siento bastante defraudado, tanto en cuanto que nosotros le hemos apoyado en todo y recibir esta invitación a dejar de acompañarlas nos parecía inverosímil». «Porque le hemos apoyado en todo», verbaliza con contundencia. Eso sí, a la vez califica la relación con sor Isabel de la Trinidad como «buena y muy respetuosa» .

Pero, eso no significa que se abra la puerta a una reconciliación que implique el retorno a Belorado: «Es irreversible. No creo que se vuelvan a poner en contacto con nosotros. Pero, si, ante una nueva coyuntura, la abadesa requiriera nuestra presencia, en vista de la irracionalidad con la que se ha actuado, se declinaría».

Con el exilio de ambos clérigos ficticios también se esfuman las sospechas sobre su supuesto interés por hacerse con los inmuebles de las religiosas a toda costa. «En absoluto», remarca el fundador de la Pía Unión, que niega ser el supuesto benefactor que buscaría ayudar a las consagradas para salir de los apuros económicos en los que se encontraban –y encuentran– al no poder vender el convento de Derio (Vizcaya) ni poder hacer frente a los pagos para hacerse con el monasterio de Orduña (Vitoria) que habían comprado a otra comunidad de clarisas.

Es más, Pablo de Rojas anuncia que «seguiremos con el mismo apostolado que teníamos antes, la relación con Belorado no formaba parte de nuestra vida ordinaria y una vez que hemos salido, continuamos con nuestra vida». «Yo estoy en Bilbao y además, ahora estamos en tiempo estival, por lo que aprovecharé para descansar», comenta y relata que «Don José se encuentra en Alar del Rey y todo se seguirá con normalidad». LA RAZÓN se ha puesto en contacto con Ceacero, que se encontraría en la localidad palentina donde la Pía Unión asegura tener la sede de su seminario para vocaciones tardías. Sin embargo, el otrora portavoz ha declinado hablar para dejar cualquier declaración en boca de su obispo.

Sobre el hecho de que las monjas excomulgadas ya no formen parte de la Iglesia católica ni cuenten con la Pía Unión como paraguas espiritual subraya que «hoy por hoy están solas y nadie las atiende espiritualmente». «Evidentemente, después de toda esta mediación pública y lo que han hecho con la Pía Unión, eso va a servir como detrimento para que cualquier obispo quiera acercarse», comenta De Rojas, que niega que se vayan a sumarse al ex nuncio en Estados Unidos, cuya excomunión por parte de Roma podría ser inminente, acusado, al igual que las ex clarisas, de ser un cismático. «Con monseñor Vigano no tienen nada en común. Incluso habrán intentado ponerse en contacto. Conociendo a la abadesa, en cuanto ha declinado la respuesta, se ha quitado lo que había en comunicación», apunta.

Desde Bilbao, el falso obispo excomulgado también responde a la petición hecha por el ministro general de los franciscanos, Massimo Fusarelli, para que no use el hábito de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara. «También existen clarisas que son sedevacantistas en Brasil y en diferentes puntos», defiende, sabedor además de que en España esta prohibición no tendría recorrido judicial, en tanto que el Código Penal solo entra en estas cuestiones cuando se trata de los uniformes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Eso sí, lanza una sugerencia sobre el «outfit» monástico: «Es cierto que podrían hacer alguna reforma en el hábito o algún distintivo para distinguirse, no estaría mal».