Tecnología
La forma del cerebro de los niños cambia debido a las pantallas
Un nuevo estudio apunta que el sobreuso entre menores provoca alteraciones en todos los lóbulos
Hay temas que nos tocan muy cerca y, tal vez por eso, opinamos sobre ellos sin pudor alguno. En esos casos, para los opinadores los datos suelen estar de más, sobre todo cuando confrontan nuestras reflexiones. Y ese es el caso de las pantallas en la infancia. Todos hemos escuchado frases como «los niños de ahora no saben jugar, se pasan el día con las maquinitas», «ya no tienen imaginación, nosotros aprovechábamos cualquier cosa» o «no pueden concentrarse ni lo más mínimo». Puede que incluso las hayamos dicho nosotros mismos, pero reconozcámoslo, normalmente son opiniones vacías y, con un tema tan importante como este, necesitamos algo más que la experiencia de un puñado de personas.
Eso es lo que ha intentado resolver un reciente estudio de la Universidad de Educación y Desarrollo Humano, en la Universidad de Educación de Hong Kong. El artículo ha recogido los datos de 30.000 niños menores de 12 años que han participado en 27 estudios durante los últimos 20 años. Porque, aunque se publican muchas investigaciones sobre este tema, no todas parecen alineadas. Algunas sugieren que los efectos de las pantallas en niños son positivos, otras dicen que es negativo y otras pocas lo califican como neutro. Por eso, los autores de este último estudio han querido poner todos esos resultados juntos e intentar unificar las conclusiones.
Si tuviéramos que quedarnos con una conclusión maniquea, el estudio apunta que el uso de pantallas es mayormente malo. O lo que es más preciso: el sobreuso de pantallas a determinadas edades. Y es que, como nos sugiere la propia intuición, a edades tempranas nuestro cerebro es más vulnerable. En esos momentos del desarrollo, estamos formando nuestras habilidades cognitivas, como el procesamiento visual o la adquisición del lenguaje, que principalmente ocurren, antes de los 8 y de los 12 años respectivamente.
De hecho, para facilitar el aprendizaje, a estas edades el cerebro es muy plástico: cambia con facilidad, para adaptarse. Y eso, por supuesto, también lo hace vulnerable, propiciando que un mal hábito lo cambie con facilidad. El estudio concluye, por lo tanto, que utilizar demasiado determinados aparatos electrónicos puede afectar a las conexiones que establezcan las entre sí las neuronas, esas células que componen el cerebro. No obstante, eso nos dice más bien poco, ya que, cualquier actividad, y sobre todo a estas edades, contribuye a la reconfiguración de las redes de conexiones que establecen nuestras neuronas. Tocar un instrumento, por ejemplo, aprender un nuevo idioma, competir en ajedrez, entrenar tenis y tantas otras como podamos imaginar. En este caso, entre los 33 estudios que se han analizado en esta investigación se han encontrado alteraciones por el uso de pantallas en localizaciones de todos los lóbulos cerebrales: frontal, parietales, temporales y occipital.
¿Bueno o malo?
Lo que realmente nos interesa no es que cambie, eso es esperable, lo importante es cómo cambia. Y este estudio ha concluido que afecta negativamente al desarrollo de determinadas habilidades cognitivas, afectando, en concreto, a la atención, las habilidades de control ejecutivo y el control inhibitorio. No obstante, unos pocos estudios apuntaban un mayor desarrollo de las habilidades relacionadas con el lenguaje. Y el motivo de esa pequeña discrepancia es más evidente de lo que podemos pensar, porque dependerá de cómo se utilicen esas pantallas.
Imaginemos que hubiéramos querido evaluar las consecuencias de utilizar papel en el desarrollo de nuestro cerebro. No habría sido lo mismo utilizarlo como las páginas de un libro que para dibujar o para arrugarlo y lanzárselo a los viandantes. Hay un mundo de diferencia y con lo digital pasa lo mismo. ¿Hay algo intrínsecamente negativo en las pantallas? ¿O todo depende del contenido? ¿Es peor para el cerebro de un niño pasar 10 horas leyendo una novela en la pantalla de una tableta que en papel? ¿Es peor que mantenga conversaciones con amigos lejanos por chat que por correspondencia?
Los dispositivos electrónicos nos desbloquean un mundo pernicioso de redes sociales adictivas y minijuegos vacíos, pero también nos acercan las actividades intelectualmente nutritivas de siempre. Un aparato electrónico puede aproximarnos a la música, al cine, a la escritura, al dibujo… Nos ofrece más contenido cultural que nunca. Tras los videojuegos puede haber narrativas valiosas e, incluso cuando solo hay acción vertiginosa, podrían tener efectos positivos en nuestra habilidad para tomar decisiones y resolver problemas. Habrá que concluir, por lo tanto, que no es tanto lo electrónico lo que nos debe preocupar, sino lo que codifiquen tantos bits.
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