Visita histórica

Francisco, el primer Papa en suelo mongol

El pontífice aterriza en el país asiático y pretende conocerlo «no con la inteligencia, sino con los sentidos» durante cinco días

- (-), 31/08/2023.- Pope Francis addresses journalists aboard the Papal plane heading to Mongolia for his five-day apostolic journey, on 31 August 2023. (Papa, Italia) EFE/EPA/ALBERTO PIZZOLI / POOL
El Papa Francisco se dirige a un grupo de periodistas a bordo del avión papal que se dirige a MongoliaALBERTO PIZZOLI / POOLAgencia EFE

Francisco ya ha entrado en la historia de Mongolia, convirtiéndose en el primer pontífice que pisa el país asiático, atrapado no solo geográficamente, entre Rusia y China. Después de un vuelo nocturno de nueve horas y media, Bergoglio aterrizaba este viernes poco antes de las diez de la mañana –hora local– en Ulán Bator, la capital de esta joven democracia, donde ha sido acogido con una sucinta ceremonia oficial antes de dirigirse a la sede de la prefectura apostólica que va a ser su residencia hasta el lunes 4 de septiembre.

La jornada del viernes es oficialmente de descanso y no estaba previsto ningún acto oficial debido al cambio horario, por lo que los organizadores consideraron que el Papa necesitaría un día para aclimatarse. Será este sábado cuando Jorge Mario Bergoglio será recibido con todos los honores por las autoridades del país y comience su maratón de actividades con la pequeña comunidad católica, unos 1.450 cristianos que apenas representan un 0,04% de la población mongola formada por 3,3 millones de personas.

A su llegada al aeropuerto Gengis Kan el Santo Padre ha sido recibido por la ministra de Asuntos Exteriores de Mongolia, Battsetseg Batmunkh, y una joven mongola que le ha ofrecido una copa de yogur seco, símbolo de la hospitalidad a todo peregrino que llega. Junto a ellas, estaba también la delegación eclesial del país, con el cardenal Giorgio Marengo al frente, misionero de la Consolata de 49 años de edad que es el purpurado más joven del Colegio Cardenalicio. Tras un breve coloquio con la representante del Gobierno, Francisco, que esta vez no ha utilizado su habitual Fiat 500 sino un Hyundai, ha recorrido los 50 kilómetros que le han conducido a su lugar de alojamiento, situado en el centro de la ciudad. Allí le ha saludado un pequeño pero entusiasta grupo de fieles.

Una hora después de haber despegado del aeropuerto de Fiumicino en Roma el Papa, como es habitual, ha venido a saludarnos uno a uno a los sesenta periodistas que esta vez viajamos con él. Es un intercambio informal y muy cordial en el curso del cual recibe libros dedicados, fotografías familiares, cartas y otros regalos, la corresponsal de la COPE, Eva Fernández, le ha presentado la cantimplora de un soldado ucraniano acribillada en un enfrentamiento del que salió ileso. Bergoglio la ha bendecido y no se ha olvidado de recomendar que se hiciese la foto de recuerdo antes de devolverla a la parroquia donde será custodiada como símbolo de la resistencia.

Durante el vuelo papal, el Santo Padre ha hecho llegar un telegrama de saludo al presidente chino, Xi Jinping, al sobrevolar la nación. «China está dispuesta a seguir trabajando con el Vaticano para entablar un diálogo constructivo, mejorar el entendimiento y fortalecer la confianza mutua», ha asegurado después el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin. Este deseo se contradice de facto con la prohibición de Pekín para que los católicos chinos pudieran atravesar la frontera para acudir a los actos que protagonizará Francisco en Mongolia.

El Sumo Pontífice también ha querido manifestarnos sus impresiones sobre la visita a Mongolia: «Aquí vive un pequeño pueblo en un país tan grande que parece que no se acaba nunca. Sus habitantes son pocos pero de gran cultura». «Creo que nos hará bien a todos entenderlo, no con la inteligencia, sino con los sentidos y recomiendo escuchar la música de Alexander Borodin, que les comprendió muy bien», ha apuntado justo después, refiriéndose al compositor ruso autor de obras tan famosas como el poema sinfónico «En las estepas de Asia Central» y la ópera «El príncipe Igor».

En este diálogo espontáneo con los comunicadores, Francisco ha sido preguntado en un momento determinado por «las dificultades de la diplomacia vaticana en estos tiempos de guerra». El Papa ha contestado de inmediato: «Ni se lo imagina». A renglón seguido, Bergoglio ha añadido que «a veces hay que tomarse las cosas con sentido del humor». Aunque no se ha hablado de forma explícita, este comentario de Francisco ha hecho referencia indirecta a la polvareda generada después de que esta misma semana el Gobierno ucraniano mostrara su malestar al pontífice por interpretar que había exaltado el imperialismo ruso en una vídeo-conferencia que mantuvo con jóvenes católicos rusos.

Junto a la invasión ucraniana, Bergoglio también se ha referido a la muerte de cinco trabajadores italianos que fueron arrollados por un tren a las afueras de la ciudad de Turín mientras realizaban labores de mantenimiento. Para el Papa Francisco, estos accidentes «son una calamidad y una injusticia y siempre por falta de cuidado». El Sumo Pontífice ha apostillado que «los trabajadores son sagrados».