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La gente nunca usa este botón en la lavadora: reduce el gasto del lavado en un 62%

Reducir la temperatura de lavado es un gesto tan simple como eficaz: basta con tocar un botón que casi nadie utiliza para ahorrar energía, cuidar el medioambiente y alargar la vida de la ropa

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La gente nunca usa este botón en la lavadora: sin embargo, reduce el gasto del lavado en un 62%istock

En cada hogar hay pocas cosas más imprescindibles como la lavadora. A pesar de su uso habitual, la mayoría de los consumidores no sabe que hay una opción en ella que puede transformar por completo su eficiencia. Se trata del botón que permite ajustar la temperatura del lavado. Aunque suene insignificante, optar por lavados a 20 °C en lugar de los clásicos 40 °C puede reducir el consumo energético hasta en un 62 % por ciclo, según diversos estudios de eficiencia energética en el hogar.

El botón que poca gente utiliza cuando pone la lavadora

La clave de este ahorro no está en sofisticados programas de lavado ni en ciclos ultracortos. Es mucho más sencillo: reducir la temperatura del agua. Las cifras lo dejan claro. Según un estudio de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), cerca del 90 % del consumo energético de una lavadora se destina únicamente a calentar el agua. Por tanto, cuanto menos se caliente, más se ahorra.

Algunas marcas incluso han publicado sus propias estimaciones: por ejemplo, AEG indica que lavar a 30 °C consume alrededor de un 40 % menos de energía que a 60 °C, y bajar aún más la temperatura (a 20 °C) puede elevar ese ahorro hasta más del 60 %.

Una de las preocupaciones más frecuentes es si este tipo de lavado será realmente eficaz, especialmente ante manchas difíciles o prendas muy sucias. Sin embargo, la tecnología ha avanzado también en los detergentes. Hoy en día, muchas fórmulas están específicamente diseñadas para actuar incluso en agua fría. Las versiones líquidas, por ejemplo, incorporan enzimas que se activan a temperaturas bajas, permitiendo disolver grasa, sudor y suciedad sin necesidad de calor.

Eso sí, los expertos recomiendan emplear quitamanchas o pretratamientos en casos más complejos. Y por supuesto, evitar el lavado en frío para prendas como toallas, ropa interior o textiles de cocina que requieren una desinfección más profunda: en esos casos, sí se aconsejan temperaturas más altas puntualmente.

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Además del impacto directo en la factura eléctrica, lavar a bajas temperaturas también tiene efectos positivos sobre el medioambiente. Menor consumo energético implica una reducción significativa en las emisiones de CO₂, especialmente si la electricidad del hogar no proviene de fuentes 100 % renovables.

Por otro lado, la ropa también sale beneficiada. Las fibras textiles sufren menos con el frío, lo que reduce el desgaste, evita la pérdida de color y prolonga la vida útil de las prendas.

Eso sí, tiene algún que otro inconveniente. No todo es perfecto. El lavado continuo a baja temperatura puede favorecer la acumulación de residuos de jabón, bacterias y, con el tiempo, incluso moho en el tambor y las gomas de la lavadora.

Por eso, los técnicos de mantenimiento recomiendan realizar un “lavado en caliente” (a 60 o 90 °C) al menos una vez al mes, sin ropa, añadiendo productos específicos para limpiar el aparato. Este simple gesto garantiza que los conductos internos se mantengan limpios, se eliminen malos olores y se prolongue la vida útil del electrodoméstico.

Si se adoptan las medidas oportunas, el botón de temperatura en la lavadora puede ser uno de los más eficaces, a pesar de que poca gente lo utiliza de manera continuada. Pasar de lavar en caliente a hacerlo en frío no sólo reduce notablemente el gasto energético, hasta en un 62 % por ciclo, sino que cuida el planeta, protege tu ropa y mantiene tu lavadora en mejor estado. Puede parecer un detalle menor, pero cada pequeño gesto cuenta, especialmente cuando se convierte en hábito.