Tabaquismo
«Hay un 60% más de posibilidades de dejar de fumar con el cigarro electrónico que con otras fórmulas de nicotina"
Reino Unido ofrece ayuda a los fumadores para abandonar el tabaco a través de los productos de nicotina de riesgo reducido
Cada año, en torno a ocho millones de personas en todo el mundo pierden la vida por causas relacionadas con el tabaquismo, principal problema de salud pública a nivel global. Por su dimensión y complejidad, las estrategias por las que se ha apostado para reducir la morbilidad y la mortalidad asociadas al consumo de tabaco de combustión han tenido resultados dispares.
Mientras algunas han funcionado en algunos grupos del población, las más se han estancado en resultados residuales. Otras han fracasado estrepitosamente. Los éxitos y los fracasos son difíciles de predecir pero, después de más de 30 años en los que la apuesta mayoritaria han sido las políticas restrictivas basadas en las prohibiciones, algunos países han decidido buscar nuevas alternativas para problemas antiguos.
Es el caso de Reino Unido, cuyo nuevo gobierno, capitaneado por el primer ministro Rishi Sunak, está decidido arrinconar al cigarrillo convencional a través de medidas innovadoras. 2030 es la fecha que se ha marcado para convertirse en un país libre de humo. Para ello, además de continuar apoyando las políticas de cesación y prevención, ha decidido apostar también por la reducción de daños.
Por un lado, ha anunciado que va a ir aumentando progresivamente la edad mínima para poder comprar tabaco de combustión legalmente. Por otro, se va a apoyar en la ciencia y en los resultados de investigaciones a gran escala que han conseguido demostrar afirmaciones como que el cigarrillo electrónico es un 95% menos perjudicial que el tabaco de combustión en términos de toxicidad – evidencia respaldad por numerosos estudios y revisada por el Ministerio de Sanidad y el Colegio de Médicos del país– o que hay un 60% más de posibilidades de dejar de fumar con el cigarrillo electrónico que con otras fórmulas de nicotina, como parches, medicación u otras terapias de reemplazo- como muestra un estudio del Instituto Wolfson, adscrito a la Queen Mary University.
Percepción social errónea
Sin embargo, algunos de los expertos que se dieron cita en el encuentro nacional 2023 sobre el cigarrillo electrónico, organizado por el Colegio de Médicos de Reino Unido y celebrado en Londres el pasado 16 de noviembre, advierten de existe una corriente creciente que equipara los riesgos de fumar cigarrillos con los de vapear nicotina, favoreciendo que se opte por el cigarrillo convencional, al crear la percepción social errónea de que son igual de perjudiciales.
En palabras de John Newton, director del departamento de análisis de la salud pública de la oficina nacional para la mejora de salud y contra la desigualdad (Office for Health Improvement and Disparities), «el objetivo primordial en Reino Unido es alejar a la población del cigarrillo convencional, por ser la manera más perjudicial de consumo de nicotina, y se está logrando: mientras el uso de los cigarrillos electrónicos aumenta, el uso del cigarrillo baja, así como el número de fallecidos y de enfermedades relacionadas con el tabaco de combustión». Aun así, reconoció que se ha observado un pequeño aumento de los consumidores totales de nicotina y que aunque «esto no es un problema inesperado», sí que hay que seguir trabajando para controlarlo.
En la línea de apostar por la evidencia científica, en febrero de 2024 verá la luz el estudio «Nicotina sin humo. Reducción del daño del tabaco», realizado por el Colegio de Médicos de Londres, que recogerá de un modo exhaustivo y completo los resultados sobre la salud del vapeo de nicotina y los cigarrillos electrónicos frente al tabaco de combustión como vía para que los fumadores dejen el cigarrillo convencional.
Desterrando falsas creencias
Peter Hajek, director del área investigación en salud y estilo de vida del Instituto Wolfson de Salud de la Población (Universidad Queen Mary) señaló que existe una evidencia indiscutible de que los cigarrillos electrónicos y los vapeadores conllevan «una exposición drásticamente reducida a sustancias químicas peligrosas, algo que se refleja en los riesgos a largo plazo». « Sin embargo, en los últimos años, se está haciendo caso a afirmaciones que provienen de la desinformación, como que ‘provocan daño en el cerebro de los adolescentes’ o que ‘no sabemos lo suficiente’ sobre sus efectos. Por ello, muchos fumadores creen ahora que vapear es tan riesgoso como fumar, incluso en Reino Unido, donde las políticas oficiales siguen siendo sensatas».
Así, la evidencia de daños para la salud «no sugiere ningún gran daño» hasta los dos años de uso y, en el largo plazo «no se puede decir que todos los riesgos serios sean conocidos, pero serán solo una pequeña fracción del riesgo de fumar tabaco de combustión», añadió.
En esta línea se pronunciaron también las investigadoras, Eve Taylor, del King´s College de Londres y Sarah Jackson, del grupo de investigación sobre tabaco y alcohol del University College. La primera señaló que «la percepción del riesgo sobre el cigarrillo electrónico no mejora con los años, más bien al contrario, pese a que hay numerosas pruebas que demuestran que los cigarrillos electrónicos son eficaces para dejar de fumar y mucho menos nocivos que los tradicionales».
La segunda destacó que la influencia de estas percepciones erróneas es tal que sería necesario abordarla a través de campañas informativas de salud pública. En su presentación, mostró evidencias como que «el peligro para la salud que deriva de la inhalación del vapor de los cigarrillos electrónicos no alcanza ni el 5% del que supone el humo de los cigarrillos convencionales» o que «aunque vapear puede no ser 100% seguro, la mayoría de las sustancias químicas que causan enfermedades relacionadas con el tabaquismo están ausentes en estos productos, y los químicos presentes suponen un riesgo limitado».
La actitud "hostil" de la OMS
Una de las intervenciones más esperadas era la del ex director del área de Investigación de la Organización Mundial de la Salud y profesor de la facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Singapur, Tikki Pang, dado que la Organización es frontalmente contraria a cualquier estrategia para la reducción del daño del tabaco.
El experto fue crítico con la actitud "hostil" de la OMS, que consideró "incoherente e improductiva" y destacó que "faltan expertos respetados e independientes y capacidad técnica para evaluar objetivamente las pruebas científicas para informar y desarrollar políticas racionales". Asimismo, desarrolló algunas recomendaciones para el futuro como las de "seguir movilizando a la comunidad científica internacional", "más investigación local de calidad para generar pruebas sobre cuestiones clave de las estrategias de reducción del daño", "divulgar las políticas que se llevan a cabo en países como Japón o Reino Unido, para que lideren los esfuerzos por cambiar la postura de la OMS" o "pedir a los responsables políticos que opten por la regulación y no por la prohibición, con normas que mejoren el acceso de los fumadores adultos a alternativas más sanas, limitando al mismo tiempo el consumo de tabaco a los jóvenes"
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