Medidas gripe

Mascarillas: una decisión política con escasa evidencia científica

De todas las medidas de protección usadas y analizadas durante la pandemia de covid, la mascarilla es la que presenta resultados más débiles, por sí misma, en la protección frente a virtus respiratorios

Después de los más de tres años de pandemia de covid, la realidad es que ningún de los cientos de estudios científicos llevados a cabo a nivel mundial para comprobar la protección ofrecida por las mascarillas frente a los contagios de distintos virus respiratorios ha concluido que usarlas sea realmenete efectivo para frenar la transmisión.

En estos días en los que los cubre bocas han vuelto a estar en los titulares, la red social X se ha llenado de opiniones de epidemiólogos, inmunólogos, virólogos y otros profesionales expertos en el tema, que han manifestado su rechazo a la medida impuesta por Sanidad. 

«La imposición general de la mascarilla para frenar contagios no ha demostrado en el pasado ser muy efectiva (otra cosa es hacer un uso responsable). Para lo que sí es muy efectiva la mascarilla es para generar crispación y ruido, que yo creo que es el objetivo real de la medida», señala José Luis Gómez Rial, jefe del servicio de Inmunología del Hospital Clínico Santiago de Compostela. Por su parte, Rafael Toledo, catedrático de Parasitología en la Universidad de Valencia y doctor en Farmacia escribe: la gran propuesta para la gripe estacional es volver a medidas que se usaron en una pandemia (y con un éxito más que cuestionable). Esto lo único que demuestra es tan poca imaginación, como flexibilidad intelectual y conocimientos científicos».

En opinión de Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Inmunología Clínica de la Universidad San Pablo CEU, «por sí misma, la mascarilla tiene una eficacia reducida. Si la combinamos con otras medidas como higiene de manos, ventilación y distancia, su protección se amplifica. Además, hay más virus circulando que el SARS-CoV-2, y no todos se transmiten con la misma eficacia a través de aerosoles. Hay que contemplar todas estas variables».

De todas las medidas de protección que se pusieron en marcha frente a la covid, la mascarilla ha sido, quizá, la más estudiada. Un breve repaso por algunos de los trabajos científicos más representativos puede dar una idea rápida de por qué su utilidad es considerada, cuanto menos, relativa.

En otoño de 2019, la Organización Mundial de la Salud elaboró un documento de «medidas de mitigación de gripes epidémicas y pandémicas». En él, el organismo cita al menos 10 estudios de alta calidad de la última década, y ninguno de ellos encontró beneficio apreciable en usar mascarillas en epidemias o pandemias de gripe. En verano de 2020, los Centros para la Detección de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE UU llevaron a cabo un estudio sobre contagios de covid y uso de mascarillas. El 85% de las personas contagiadas declararon haberla usado «siempre» o «casi siempre». Un metaanálisis (recopilación de 14 estudios) sobre gripes pandémicas publicado en mayo de 2020 por el organismo constató que no había evidencia sobre su utilidad para frenar la propagación de virus.

A final de 2020 Dinamarca realizó en el mayor estudio controlado sobre uso de mascarillas, el DANMASK19, con 6.000 personas entrenadas para usarlas a la perfección. La conclusión principal a la que se llegó fue que el efecto protector de la mascarilla no era concluyente y que la diferencia entre el grupo que la usó y el grupo control no era estadísticamente significativa en el entorno comunitario.

Un estudio por países en el que se comparó el uso de mascarilla con el número de casos y muertes por covid, publicado en la revista médica Cureus, determinó: «la falta de correlaciones negativas entre el uso de mascarillas y los casos y muertes de covid sugiere que el uso generalizado de mascarillas en un momento en el que más se necesitaba una intervención efectiva, es decir, durante el fuerte pico otoño-invierno 2020-2021 (del 1 de octubre al 31 de marzo), no logró reducir la transmisión de covid». «Además, la correlación positiva moderada entre el uso de mascarillas y las muertes en Europa occidental también sugiere que el uso universal de mascarillas puede haber tenido consecuencias dañinas no deseadas», añadía.

Citando trabajos más recientes, la revista American Journal of Medicine publicaba el pasado 28 de septiembre que el nivel de evidencia generada a favor de las mascarillas «fue bajo» y que las conclusiones de los estudios que avalan su uso «no están respaldadas por los datos. Menos del 15% obtuvieron resultados estadísticamente significativos». Tampoco se han encontrado diferencias reseñables entre usarlas de uno u otro tipo. Una revisión de 78 ensayos publicada a principios de 2023 por Cochrane -una red internacional sin fines de lucro que incluye investigadores, profesionales de la salud, pacientes y cuidadores de todo el mundo- determinó que no había diferencias entre llevar una mascarilla quirúrgica o no llevarla, y tampoco entre llevar una N95/P2 y una quirúrgica.