Obesidad
Médicos de familia recuerdan que los medicamentos contra la obesidad deben acompañarse de cambios en el estilo de vida
La advertencia llega en un momento en el que la popularidad de los fármacos antidiabéticos como opción para perder peso ha crecido notablemente
Los medicamentos contra la obesidad no son una solución mágica y deben utilizarse con responsabilidad, bajo control médico y como parte de un abordaje multidisciplinar. Así de tajante ha sido el mensaje que ha lanzado la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) durante su 31º Congreso Nacional. Los especialistas han advertido sobre el creciente uso inadecuado de estos tratamientos farmacológicos, especialmente aquellos originalmente destinados a la diabetes tipo 2, y han subrayado la necesidad de combinarlos siempre con cambios en el estilo de vida, como una alimentación saludable y un aumento de la actividad física.
La advertencia llega en un momento en el que la popularidad de los fármacos antidiabéticos como opción para perder peso ha crecido notablemente. Estos medicamentos, que actúan sobre el sistema nervioso central disminuyendo el apetito y retardando el vaciado gástrico —lo que aumenta la sensación de saciedad—, han demostrado su eficacia no solo en la pérdida de peso, sino también en la mejora de diversas enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, su uso fuera de los cauces médicos está generando preocupación entre los profesionales de la salud.
"Estamos asistiendo a una banalización del uso de estos fármacos", señalaron los médicos durante el congreso. Aunque se trata de medicamentos sujetos a prescripción médica, su demanda ha aumentado de manera exponencial, impulsada en parte por su eco en redes sociales y por su asociación con resultados rápidos en la pérdida de peso. Los especialistas advierten de que esta tendencia no solo es irresponsable, sino también potencialmente peligrosa.
Entre los efectos secundarios más comunes descritos en la ficha técnica de estos tratamientos se encuentran las náuseas, los vómitos y otros trastornos digestivos, especialmente durante las primeras semanas de uso. Además, su uso está estrictamente indicado como complemento a una dieta baja en calorías y a un programa de ejercicio físico, no como una solución independiente.
De hecho, las condiciones de uso están claramente especificadas: estos medicamentos están indicados solo para adultos con un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 27, siempre que exista al menos una comorbilidad relacionada con el peso. Entre estas enfermedades se incluyen la hipertensión arterial, la dislipidemia, la apnea obstructiva del sueño, las enfermedades cardiovasculares, la prediabetes o la diabetes mellitus tipo 2.
Por ello, la SEMG insiste en que su uso debe estar limitado a aquellos casos en los que se cumplan las condiciones aprobadas y que siempre deben ser prescritos por profesionales sanitarios dentro del sistema sanitario, con un seguimiento médico riguroso y personalizado.
Más allá del control del peso, el objetivo principal de estos tratamientos debe ser mejorar la salud global del paciente. Perder un 5% del peso corporal puede tener un impacto positivo sobre el control de la presión arterial y los niveles de glucosa, mientras que reducciones superiores al 15% se asocian con mejoras significativas en pacientes con enfermedades cardiovasculares o insuficiencia cardíaca.
En este sentido, los médicos advierten del riesgo de que la presión social, los cánones estéticos o la búsqueda de soluciones rápidas desvirtúen el objetivo terapéutico real: proteger y mejorar la salud, y no únicamente modificar la apariencia física.
Desde la SEMG también se destaca la importancia de que el abordaje de la obesidad no se limite al fármaco. "No existe una pastilla milagrosa", han insistido. La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, que requiere ser tratada con una estrategia global que contemple aspectos físicos, psicológicos, nutricionales y sociales.
En esta línea, han reclamado más recursos y formación especializada para los profesionales de atención primaria, que son quienes tienen el primer contacto con las personas con obesidad y juegan un papel fundamental en la prevención, detección precoz y tratamiento. También han hecho un llamamiento a la administración sanitaria para que se refuercen las herramientas disponibles en el sistema público, y que se garantice un acceso equitativo a estas terapias cuando están indicadas.
Los especialistas piden responsabilidad a todos los actores implicados: profesionales sanitarios, administraciones, pacientes y sociedad en su conjunto. "Usar un medicamento sin indicación médica es siempre un riesgo, pero lo es aún más cuando se trata de terapias con efectos potentes sobre el sistema endocrino y digestivo", han recalcado.
Por último, la SEMG ha recordado que en muchos casos de obesidad y sobrepeso, una intervención adecuada basada en dieta, ejercicio físico y apoyo psicológico puede ser tan o más efectiva a largo plazo que el uso de medicamentos. Y que, incluso cuando se emplean fármacos, estos deben ser una herramienta más en el camino hacia una vida más saludable, no una solución aislada ni puntual.
Con una prevalencia de obesidad que no deja de crecer en España —especialmente preocupante en la infancia y adolescencia—, los médicos insisten en la urgencia de actuar desde una perspectiva sanitaria, no estética, y de apostar por estrategias preventivas que comiencen desde edades tempranas.
“Estamos ante un reto de salud pública y no podemos permitir que la medicalización indiscriminada sustituya a la educación en salud y al acompañamiento profesional”, concluyen. La obesidad no se combate con atajos, sino con ciencia, compromiso y responsabilidad.