
Relaciones
Moisés Cortés, psicólogo: "Si tu pareja hace esto y no cambia, tu relación va a terminar"
Cuando ciertos comportamientos se repiten sin intención de cambio, el amor no basta. El experto advierte de aquellos que llevan la relación al fracaso

Las relaciones de pareja requieren compromiso, comunicación y, sobre todo, ilusión por crecer juntos. Sin embargo, hay ciertos comportamientos que, si se repiten una y otra vez y no se corrigen, pueden debilitar la confianza y el vínculo emocional hasta romperlo por completo. El psicólogo Moisés Cortés lo tiene claro: hay actitudes específicas que, si tu pareja mantiene y no muestra señales de cambio, encaminan tu relación al fracaso.
Este tipo de conductas no siempre son evidentes al principio. A veces se camuflan bajo el estrés o la rutina, pero con el paso del tiempo, empiezan a generar un desgaste silencioso que debilita la relación desde dentro. En este sentido, la advertencia de Cortés invita a la reflexión: ¿Estás en una relación sana o estás tolerando actitudes que te dañan emocionalmente?
No ser honesto con la pareja
Pocas cosas desgastan tanto una relación como la falta de sinceridad. No hablamos solo de grandes mentiras o traiciones, sino de esas verdades a medias que, con el tiempo, van generando una brecha emocional difícil de cerrar. La honestidad permite construir confianza, resolver conflictos de manera madura y sentirnos seguros con la persona que elegimos.
Muchas veces, la falta de sinceridad se disfraza de buenas intenciones: “No te dije para no preocuparte”, “Preferí callarme para evitar una discusión”, “No es tan importante como para contarlo”. Pero esta dinámica, aunque parezca inofensiva al principio, va minando poco a poco el respeto y la conexión emocional. Y cuando te das cuenta, ya no sabes si lo que ves en tu pareja es real, si puedes confiar en sus palabras o si simplemente estás construyendo una relación sobre una ilusión.
Proyectar miedos y heridas de relaciones anteriores
Otro de los factores que Cortés identifica como detonante en muchas relaciones es la proyección de miedos y heridas no resueltas de relaciones anteriores. Este comportamiento es profundamente destructivo cuando se vuelve recurrente y no se trabaja conscientemente.
Todos llegamos a una nueva relación con cierta historia. Es natural haber tenido experiencias dolorosas, decepciones o incluso traumas en el pasado. El problema no es tener cicatrices, sino arrastrarlas sin procesar y usarlas como filtro para interpretar el presente. Cuando eso ocurre, la pareja actual termina pagando por errores que no cometió, y la relación empieza a vivir bajo la sombra de un pasado que no le pertenece.
No esforzarse por mantener la conexión
Estar en pareja no consiste simplemente en convivir o compartir una rutina. Significa elegir todos los días construir, escuchar, estar presente y demostrar con acciones que esa persona sigue siendo una prioridad. El esfuerzo por mantener la conexión no es algo que se haga solo en las primeras etapas o en momentos especiales: es una práctica constante que requiere interés.
Cuando una persona deja de hacer preguntas, de interesarse por lo que al otro le pasa, de buscar momentos de calidad, de tener gestos de cariño o incluso de resolver conflictos como antes, la relación entra en una etapa de desconexión emocional. Puede que todavía exista afecto, pero ya no hay vínculo real. Son dos personas compartiendo espacio, pero no vida.
Dominio y control
Moisés Cortés advierte que cuando una persona empieza a decir frases como “No quiero que vayas a ese lugar”, “No me gusta que hables con esa persona” o “Deberías vestirte de otra manera”, lo que está mostrando no es amor, sino una necesidad de control disfrazada de interés.
En una relación sana, las decisiones se toman en conjunto. Pueden existir límites, pero deben surgir del diálogo, la confianza y el respeto mutuo, no de una imposición. Cuando una parte asume la autoridad para definir lo que el otro puede o no puede hacer, se rompe el equilibrio. Ya no hay dos adultos compartiendo una vida, sino uno que asume el rol del control y otro que, poco a poco, se ve forzado a justificar su libertad.
Comparaciones constantes
Las comparaciones, aunque no siempre se hagan con mala intención, transmiten un mensaje claro y doloroso: “No eres suficiente como eres”. Este tipo de conductas generan inseguridad y provocan una presión constante por cumplir expectativas ajenas. La persona comparada comienza a sentir que está en una especie de competencia invisible donde siempre sale perdiendo, y eso desgasta la conexión emocional de manera silenciosa, pero contundente.
El problema con las comparaciones no es solo que duelen, sino que además impiden valorar lo único y real de la persona que se tiene al lado. Cada relación es distinta, cada ser humano tiene fortalezas y debilidades, y pretender que tu pareja encaje en un molde idealizado (muchas veces basado en recuerdos distorsionados o en apariencias ajenas) es no aceptar verdaderamente quién es.
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