Medicina
El móvil ya puede usarse para detectar un cáncer
Los dispositivos portátiles ayudan a reconocer de forma temprana síntomas importantes y a gestionar cuestiones relacionadas con la salud
Dependemos de los teléfonos móviles gracias a su capacidad para comunicarnos con el mundo, sea a través de llamadas o de la conexión a internet. Nos interesa su cámara, nos preocupa su batería y nos atrae su diseño. Pero rara vez nos decidimos por los sensores que tiene un móvil. Y, al igual que el teléfono nos da información del entorno a través de la conectividad, los sensores nos brindan datos de nuestro cuerpo. Sensores de presión, acelerómetros, oxígeno en sangre, frecuencia cardíaca, temperatura ambiental… Todo ellos, individual y en conjunto, pueden servir para anticipar nuestra salud. «Hay un uso cada vez mayor de teléfonos inteligentes, dispositivos portátiles y otras tecnologías en salud y bienestar, ya sea como productos de consumo o dispositivos médicos» –explica Suzanne Scott es profesora de Psicología de la Salud y Diagnóstico Temprano del Cáncer en la Universidad Queen Mary de Londres–. «El Plan a Largo Plazo de los Institutos Nacionales de Salud anticipan que dentro de diez años, las personas tendrán la opción de que su fisiología sea monitoreada sin esfuerzo mediante dispositivos portátiles y a gestionar su propia salud, guiadas por herramientas digitales».
La pregunta clave obviamente es cómo se hará esto. Y la respuesta son los dispositivos portátiles: aquellos que se llevan a menudo en la muñeca, como anillos, auriculares o como parte de la ropa y que detectan y monitorizan datos biométricos como la frecuencia cardíaca, la saturación de oxígeno en sangre, la actividad física o la temperatura mientras el usuario continúa con sus rutinas normales. También hay dispositivos
portátiles que utilizan parches cutáneos para medir señales bioquímicas, como la glucosa, de forma continua y que se consideran cada vez más como el estándar de atención para personas con determinadas afecciones, por ejemplo, diabetes.
Pero detectar el cáncer cuando aún es pequeño y localizado es otro desafío. Los síntomas tempranos suelen ser sutiles o vagos y evolucionan muy lentamente con el tiempo.
Algunos, como fatiga, pérdida de peso o problemas estomacales no son específicos del cáncer y la mayoría de las veces tienen causas mucho menos graves. Esto significa que los primeros síntomas del cáncer son difíciles de notar entre la gran cantidad de síntomas diarios.
De acuerdo con el equipo de Scott los teléfonos inteligentes y las tecnologías portátiles tienen el potencial de facilitar la detección y el seguimiento de cambios corporales que, de otro modo, podrían descartarse.
«Los sensores podrían permitir la detección de cambios antes de que alguien los note o los reconozca como síntomas de un problema grave» – añade Scott–. «Por ejemplo, un reloj inteligente podría notar una reducción en la actividad antes de la fatiga o cambios en el consumo de alimentos antes de la pérdida de peso. El seguimiento de los cambios a lo largo de semanas o meses proporcionaría información útil para los médicos que tal vez solo tengan un tiempo limitado para ver a un paciente y para quienes el cáncer es una ocurrencia poco común en su grupo de casos. Además, puede resultar útil recurrir al historial de búsqueda de Internet para resaltar las consultas sobre síntomas y utilizar teléfonos inteligentes o dispositivos portátiles para poder alertar al usuario sobre la necesidad de una consulta imprescindible de atención médica».
Lectura precisa
Pese a que todo esto son buenas noticias, también hay un aspecto o quizás varios, con los cuales hay que ser cauteloso y observar la evolución tecnológica. Para empezar, se necesitan investigaciones y pruebas sólidas para garantizar que las lecturas de los dispositivos portátiles sean lo suficientemente precisas y sensibles como para ser útiles. Esto puede implicar combinar señales con otros datos –por ejemplo, edad, factores de riesgo, historial médico– para agregar precisión a los resultados.
También se necesitarían aprobaciones regulatorias específicas para garantizar que estas herramientas no solo sean seguras y efectivas, sino que también puedan ser adoptadas por los diferentes sistemas de salud.
Por ejemplo, una cuestión considerada clave para los dispositivos portátiles y la tecnología es «la posibilidad de que estas innovaciones aumenten las desigualdades en los resultados del cáncer» –confirma Scott–. «Se ha descubierto que factores sociodemográficos como el ingreso del hogar, la edad del paciente, el nivel de educación recibido y el género influyen en el uso de este tipo de dispositivos. El desarrollo de dispositivos portátiles y tecnología para la detección del cáncer debe llevarse a cabo con una lente de equidad para poder centrarse en las opiniones y necesidades de quienes viven o trabajan en áreas más desfavorecidas y aquellos en riesgo de tener un menor nivel de alfabetización sanitaria. De igual forma, habrá que poder vigilar que los dispositivos y sus mediciones no se encuentren sesgados y funcionen por igual independientemente del color de la piel u otras diferencias fisiológicas».
Compartir datos médicos, la controversia
na cuestión sensible es que los usuarios deben aceptar compartir datos de teléfonos y dispositivos portátiles con científicos, profesionales médicos o empresas privadas y ello plantea preocupaciones sobre el uso indebido de los datos o la comercialización y el acceso a éstos por parte de personas no autorizadas. Si se pretende anticipar diagnósticos mediante estas tecnologías será necesario también asegurar que estos dispositivos no se pueden hackear con facilidad y que solo las personas autorizadas pueden acceder a la información. «Es necesario planificar y mitigar las posibles consecuencias no deseadas del uso de estas tecnologías para la detección del cáncer» –señala Scott–. «Esto incluye un acuerdo sobre cómo se deben entregar los resultados a los usuarios, qué apoyo se necesitaría en ese momento y de quién es responsable de todo».
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