Opinión
El Papa frente al patriarcado
Si el hombre no cambia el rol no dejará espacio a la mujer tierna y esta tendrá que asumir actitudes machistas para competir con ellos
El Papa Francisco finalizó su intervención del 8 de marzo dando gracias a las mujeres por su mirada creativa y corazón tierno, aptitudes imprescindibles para conseguir la paz en el mundo. Pero antes aseguró que para lograr esa paz hay que acabar con la violencia hacia ellas, fruto de una cultura de opresión patriarcal y machista que impide la paridad plena con los hombres en todos los ámbitos como la remuneración laboral, el compromiso social y la igualdad de funciones. Pues sí, cualquier mujer feminista, que es lo mismo que cualquier mujer con conciencia, suscribiríamos estás palabras con emoción. Pero hay más, el Papa aporta una visión trascendental para lograr este cambio cuando afirma que para conseguirlo hay que transformar el modelo de masculinidad, apostando por el hombre que, tanto en los espacios seculares como en los religiosos, no es belicoso ni agresivo. Bergoglio recuerda que Jesucristo cuida a los desamparados. De hecho, la masculinidad cristiana es en principio contracultural. Jesús no cumplió, por ejemplo, con las expectativas de sus seguidores de derrocar al poder político. Su patrón masculino se ajusta al del hombre comprometido que rehúye el rol que tradicionalmente se le ha asignado. Así es, porque si el hombre no cambia el rol, no dejará espacio a la mujer tierna y esta tendrá que asumir actitudes machistas para competir con ellos. De ese modo, la mujer con poder, se habrá ido despojando de los valores primordiales para mejorar el mundo. Si para dejar de estar esclavizada tengo que hacerme agresiva, competitiva, áspera y ansiosa de poder, cuando llegue al poder repetiré esas bravuras y el mundo seguirá igual. Repartiremos el poder y el territorio, pero estaremos heridos e intentaremos arrebatárnoslo. Seguiremos en guerra.
Hay que desterrar la cultura patriarcal, dice el Papa. Y yo le siento sabio y me identifico con su idea. Pienso asimismo lo diferentes que son en la práctica las religiones con su avasallamiento a la mujer. Gracias, no obstante, y que resuene tu voz en los corazones.
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