Vaticano

El «párroco» Francisco a los niños: «Rezad, sobre todo, por la paz»

El Papa preside ante más de 50.000 chavales la misa de la primera Jornada Mundial de la Infancia

Dejó a un lado los papeles y se adaptó a quienes tenía enfrente concentrando su homilía en mensajes directos que pudieran ser atendidos y entendidos por quienes ayer llenaron la plaza de San Pedro. Francisco clausuró ayer por la mañana con una eucaristía la primera Jornada Mundial del Niño convocada por la Iglesia, que busca replicar la dinámica evangelizadora de las Jornadas Mundiales de la Juventud que tanto tirón ha logrado desde que Juan Pablo II las pusiera en marcha en 1984. De hecho, está previsto que la segunda edición se celebre en septiembre de 2026.

Si en la tarde del sábado, el pontífice argentino se reunió en el Estado Olímpico de Roma con más de 50.000 menores, ayer los peregrinos se concentraron a los pies de la basílica que es epicentro de la catolicidad. Prueba de la relevancia que la Santa Sede quería dar al estreno de este encuentro internacional al que acudieron representantes de 101 países fue el hecho de que a la misa acudieran la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri. Además, el evento se cerró con un monólogo de Roberto Benigni.

No resultaba sencillo que un Papa explicara a quienes tenía enfrente el misterio de la Santísima Trinidad, la solemnidad que ayer celebraba la Iglesia católica. Pero la pericia del Jorge Mario Bergoglio de 87 años que se pateaba las parroquias y villas de Buenos Aires, supo tirar de pedagogía y sencillez para retratar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Así, en su homilía improvisada, el Papa explicó que en el padrenuestro «siempre le pedimos a Dios, Nuestro Padre, que nos acompañe en la vida y nos haga crecer». Después, presentó a Jesús como aquel a quien «rogamos para que nos ayude, para que esté cerca de nosotros también cuando comulgamos». «Jesús perdona todo y siempre perdona y debemos tener la humildad de pedir perdón», añadió en una referencia directa al sacramento de la reconciliación.

Resuelta la parte de esta ecuación trascendente, Francisco sabía que lo que restaba era quizá lo más complicado de explicar a los niños. «El problema es: ¿quién es el Espíritu Santo?», compartió. «No es fácil, porque el Espíritu Santo es Dios, está dentro de nosotros. Recibimos el Espíritu Santo en el Bautismo, lo recibimos en los Sacramentos. El Espíritu Santo es lo que nos acompaña en la vida», expuso el Sucesor de Pedro, que intentó aterrizar todavía más su lección de teología para infantes: «Es lo que nos dice en nuestro corazón, las cosas buenas que debemos hacer». Entre una y otra reflexión, el Papa buscó que a los chavales se les quedara grabado, al menos, una de sus proclamas, por lo que invitó a los peregrinos a repetir con él: «El Espíritu Santo nos acompaña en la vida».

El secreto de ser feliz

Como remate para su homilía multitudinaria, resumió que «el Padre nos creó, el Hijo nos salvó y ¿qué hizo el Espíritu Santo? Nos acompaña». Y justo después, provocando de nuevo al auditorio comentó que «sin duda los cristianos tenemos una Madre en el cielo. ¿Sabes cómo se llama?». «María», respondieron a coro los presentes. «Recémosle ahora», añadió el Papa e hizo recitar el Avemaría. Además, verbalizó que «todos somos felices porque creemos». «La fe nos hace felices», subrayó Francisco.

Y antes de continuar con la celebración de la eucaristía, el Obispo de Roma invitó a todos los presentes en la Plaza de San Pedro a sumarse a su plegaria: «Oren por nosotros para que podamos salir adelante todos, oren por los padres, oren por los abuelos, oren por los niños enfermos. Orad siempre y sobre todo orad por la paz, para que no haya guerras».

Durante el rezo del ángelus, Francisco quiso poner en el centro de la mirada de los niños a los ancianos. «¿Visteis que cuando trajeron el pan y el vino había un abuelo?», añadió, en alusión a la presencia del veterano actor Lino Banfi en el ofertorio. «Un aplauso para los abuelos», reclamó el pontífice del público.