Calendario

¿Por qué existen años bisiestos? La historia detrás de este fenómeno

El origen surgió del conflicto entre el calendario gregoriano y el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta al Sol

El Papa Gregorio XIII fue quien instauró de manera oficial el uso del calendario gregoriano
El Papa Gregorio XIII fue quien instauró de manera oficial el uso del calendario gregorianoarchivo

Cada cuatro años, un día nuevo se añade al calendario, siendo este el 29 de febrero. No obstante, no se suele plantear la cuestión sobre el origen de este fenómeno, relacionado con el conflicto entre el calendario que se usa en España, el gregoriano, implementado por el Papa Gregorio XIII, asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius en 1582, con el calendario solar, es decir, el tiempo que tarda nuestro planeta en dar una vuelta alrededor del Sol.

Concretamente, la Tierra tarda 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,10 segundos en dar una vuelta alrededor de la estrella, lo que crea un desfase de un cuarto de día cada año debido al uso del mencionado calendario gregoriano, que cuenta con 365 días exactos.

Sin embargo, con el paso del tiempo, se seguiría presentando un desajuste. Consecuentemente, y para corregir esta desviación y asegurar que las festividades y estaciones estuvieran sincronizadas con sus correspondientes períodos astronómicos, se introdujo el concepto del año bisiesto. Al añadir un día extra, el 29 de febrero cada cuatro años, se compensa el desfase.

No obstante, la regla del año bisiesto tiene excepciones para conseguir una mayor precisión. Aunque generalmente se agrega un día extra cada cuatro años, hay una norma que excluye a ciertos años centenarios: un año debe ser múltiplo de 100 y divisible entre 400 para ser considerado bisiesto. Es por ello que el año 2000 fue bisiesto, pero el año 1900 no lo fue, a pesar de ser divisible entre 4.

Antecedente en el calendario juliano

Los antiguos egipcios contaban con un calendario que tenía en cuenta ese posible desfase con el año solar. De hecho, cuando alrededor del año 48 a.C. Julio César viajó a Egipto, quedó fascinado por la exactitud y eficiencia de su calendario. Y es que, por aquel entonces, los romanos tenían un calendario desorganizado, donde existían unos grandes desfases debido a su imprecisión. Fue entonces cuando el romano pidió al académico Sosígenes de Alejandría la tarea de diseñar un calendario que se adaptase al Imperio Romano.

Sosígenes, influido por el equivalente egipcio, definió un calendario de 365 días que contase con uno adicional cada 4 años, normalmente tras el 23 de febrero, el denominado como calendario juliano. Sin embargo, su adaptación fue muy difícil debido a los desfases del calendario anterior al juliano. De hecho, para hacer el salto de uno a otro, los romanos tuvieron que vivir un año de 445 días. Ocurrió en el 46 a.C. y pasó a la historia bajo el nombre de “año juliano” o “año de la confusión”.