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Qué significa llegar siempre tarde, según la psicología
La impuntualidad crónica no se explica solo por la desorganización, estos son los factores que influyen
Hay quienes parecen tener un reloj distinto al del resto del mundo. Nunca llegan a la hora acordada, siempre calculan mal los tiempos y viven con la frase “ya voy” en la punta de la lengua. Para algunos es un rasgo entrañable, para otros una falta de respeto. Pero la psicología advierte que la impuntualidad crónica no es solo un mal hábito, es un comportamiento que se sostiene en sesgos mentales, rasgos de personalidad y hasta en la forma en la que nuestro cerebro interpreta el paso del tiempo.
Por qué algunas personas siempre llegan tarde
Los especialistas señalan que no existe una única causa para la impuntualidad crónica. Según expertos en la psicóloga, influyen tanto los rasgos de personalidad como una baja tendencia a la organización como la falta de motivación hacia la actividad a la que se acude.
Pero el factor decisivo suele estar en la manera de estimar el tiempo. Quien llega tarde, por lo general, subestima la duración de las tareas previas y termina saliendo más tarde de lo previsto.
El papel de los sesgos mentales
Existen dos trampas cognitivas que refuerzan este patrón:
- Sesgo de optimismo: la creencia de que todo saldrá en el mejor de los casos posibles, lo que hace ignorar retrasos habituales como el tráfico o una llamada de última hora.
- Falacia de la planificación: la tendencia a pensar que una tarea futura tomará menos tiempo del que realmente requirió en el pasado.
Investigaciones publicadas en la National Library of Medicine muestran que las personas impuntuales pueden llegar a subestimar en un 40% el tiempo necesario para realizar una actividad. Es decir, si algo lleva dos horas, creen que lo harán en poco más de una.
Las consecuencias de la impuntualidad
Llegar tarde de manera reiterada no solo incomoda a los demás, también genera efectos acumulativos en la vida personal y profesional.
En el trabajo
- Se interpreta como falta de compromiso y afecta la imagen profesional.
- Puede originar conflictos en equipos donde la coordinación es esencial.
- En algunos casos, trae aparejadas advertencias o sanciones formales.
En la vida personal
- Debilita la confianza en amigos, familiares o parejas.
- En las relaciones amorosas, el retraso frecuente puede leerse como desinterés o falta de respeto.
- Genera estrés y ansiedad al vivir constantemente “corriendo contra el reloj”.
Estrategias para mejorar la puntualidad
La buena noticia es que la impuntualidad puede corregirse con prácticas sencillas y conscientes:
- Mirar el reloj con frecuencia para no perder la referencia.
- Resistir la tentación de hacer “una cosa más” antes de salir.
- Planificar considerando el peor escenario posible, no solo el ideal.
- Apoyarse en la experiencia previa, en lugar de confiar ciegamente en la intuición.
- Dividir las tareas en pasos pequeños para calcular mejor su duración.
- Pedir a otra persona una estimación de tiempo, ya que solemos ser más objetivos al juzgar el desempeño ajeno.
¿Cuestión de horarios?
Llegar siempre tarde no es simplemente un descuido ni una señal de desinterés, es un patrón de conducta sostenido por sesgos mentales y percepciones erróneas del tiempo. Identificar sus causas permite tomar medidas prácticas para cambiarlo. La puntualidad, más allá de ser una cuestión de horarios, es también una forma de respeto hacia uno mismo y hacia los demás, capaz de mejorar la convivencia, reducir el estrés y reforzar la confianza en todos los ámbitos de la vida.