Opinión

Separarse o no

Muchas parejas no lo hacen por la dificultad económica de una vida por separado

Si conocemos los problemas que afrontan otras parejas, es posible que seamos capaces de prevenirlos en nuestras propias relaciones | Fuente: RyanMcGuire / Pixabay
Si conocemos los problemas que afrontan otras parejas, es posible que seamos capaces de prevenirlos en nuestras propias relaciones | Fuente: RyanMcGuire / PixabayLa Razón

Confieso de antemano que yo me he divorciado dos veces, las dos que me casé, y que no me he arrepentido. Tampoco, desde luego, de haberme casado con ninguno de ellos. Es difícil esto del matrimonio, la verdad. Si lo ha sido siempre cómo no ahora cuando una mayoría de mujeres ya no aceptamos la sumisión y no hay forma de ensamblarnos. ¡Qué lento y desesperante está siendo este avance! Fíjense, dice el último estudio al respecto que un siete por ciento de mujeres no se separan por miedo a las represalias de su cónyuge. Violencia de género, hablando en plata.

Es tan triste y tan brutal que sólo la constatación estremece. Pero hay otros motivos asombrosos que hacen que las parejas reculen cuando llegan a los abogados. Los copio: «las consecuencias económicas que supone emprender una vida por separado (37%), el perjuicio para sus hijos (19%), una posición conformista con la situación de pareja (16%) y el temor a perder el estatus social (13%)». Los dos primeros motivos los puedo comprender, aunque menuda tragedia ha de ser tener que convivir con alguien que te ha decepcionado sólo para poder pagar las facturas de las cosas. Lo de no hacer daño a los hijos es una excusa cínica, un autoengaño de débiles. No hay nada peor para los hijos que vivir con unos padres que se detestan, y eso no hay quien lo disimule.

Lo de la posición conformista o el temor a perder el estatus social es simplemente impúdico. Es, desde mi punto de vista, un acto de cobardía que los responsables pagan con creces. Serán, supongo, gentes con psicopatías, de modo que, si no quieren a nadie, les dará igual estar con uno que con otro. El único motivo por el que yo no me separaría sería porque perdura el amor. No ese de la pasión con el que nos han engatusado, sino el otro, el amor como capacidad misteriosa para lograr con el otro una amistad interminable.