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Sor Isabel: la todopoderosa exabadesa de Belorado «rencorosa e irracional»

Tras romper con la Iglesia católica y el falso obispo, la religiosa burgalesa de 58 años se erige como la «papisa» de nueve exmonjas cismáticas

El portavoz de las clarisas de Belorado, José Ceacero.
El portavoz de las clarisas de Belorado, José Ceacero.Santi OteroAgencia EFE

Las clarisas excomulgadas de Belorado ya no pertenecen ni a la Iglesia Católica ni a la llamada Pía Unión San Pablo Apóstol. "A día de hoy caminamos libres y solas en defensa de la fe católica", entonaban esta semana las diez firmantes en un nuevo comunicado, un mes y medio después de ratificar a los cuatro vientos un cisma inédito en la historia de la Iglesia.

Su única guía a partir de ahora es la abadesa defenestrada, sor Isabel de la Trinidad, de nombre civil Laura García de Viedma Serrano. Y aunque a priori se consideran sedevacantistas, de alguna manera, la priora podría considerarse hoy por hoy su "papisa", en tanto que no reconocen a ninguna autoridad espiritual viva por encima de ella. Todas las miradas sobre el futuro de la comunidad excomulgada se ciernen sobre esta burgalesa de pura cepa nacida en diciembre de 1965.

En 1990, con unos 25 años, profesó como consagrada en la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara. Precisamente, su trayectoria conventual podría arrojar luz sobre el por qué de sus reacciones actuales. Sor Isabel se formó en el convento de las clarisas de Lerma. Allí convivió con Verónica Berzosa, una religiosa que se convertiría en la fundadora de Iesu Communio, el instituto de vida consagrada con más tirón de cuantos han nacido en las últimas décadas en España. Hoy cuentan con más de 200 religiosas distribuidas en dos comunidades en Burgos y Valencia, una primavera monacal en medio del desierto secularizador español.

El proyecto de Berzosa se forjó bajo el mismo techo con la hoy priora cismática como testigo, que no cómplice. Mientras el goteo de vocaciones era constante para la causa de las Iesu Communio, pocas querían mantenerse como clarisas entre aquellos muros. Entre ellas, sor Isabel.

Entre tanto, la Iglesia dio su aprobación a la congregación de Berzosa y se le entregó el convento de Lerma. Eso significó la salida de sor Isabel y un par de monjas que quisieron mantenerse fieles a sus raíces. Fue así como acabó en Belorado. "Es ahí cuando sor Isabel se reivindica como líder. Frente a ese nuevo movimiento, ella se reafirma como la clarisa 'auténtica' e inicia un camino con las que la siguen para defender la marca original su familia carismática. Pero confunde la esencia de esos valores de Santa Clara con volver literalmente a la época de Santa Clara", expone alguien de su entorno sobre esa travesía que poco a poco va realizando con su actual comunidad hacia una mirada nostálgica de la clausura.

Eso se traduce en un estilo contemplativo estricto, reduciendo el contacto con el exterior, el uso del torno y de la reja del locutorio, menor relación con los familiares…Estas dotes de mando emergentes la acaban convirtiendo en abadesa. Tal es el respaldo de sus hermanas que ha estado al frente del claustro los últimos doce años. Tras cumplir tres mandatos, en 2021 se pidió la postulación a Roma para un cuarto trienio. Se trata de una prórroga especial que entonces fue abalada por el ya arzobispo de Burgos, Mario Iceta, que ni por asomo imaginaba la actual deriva.

Un "cuasi suicidio"

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, ofrece pistas sobre esta oveja descarriada. "Solo encuentro una explicación en la ofuscación de la exabadesa arrastrando absurdamente a sus hermanas más jóvenes en el propio ‘cuasi suicidio’ intelectual, espiritual y eclesial", escribe el prelado franciscano en su carta pastoral de esta semana. Sanz se expresa con esta soltura, en tanto que la ha acompañado a ella y a sus compañeras en ejercicios espirituales, cursos de teología, jornadas de espiritualidad y retiros. Por ello, a lo largo de estas semanas ha intentado sin éxito mediar para que recapacitaran y volvieran al redil católico.

Con el veto de Roma a la compraventa de los conventos de Derio y Orduña de fondo en el serial y los "desencuentros varios de la abadesa con algunos obispos", Sanz apunta, refiriéndose a sor Isabel, que "llegó la desconfianza resentida que empaña la mirada y tergiversa la verdad, y empuja al enrocamiento rencoroso e irracional que se aísla con la mala compañía".

Al reconocido psiquiatra José Carlos Fuertes, con experiencia en el ámbito de la vida contemplativa, le llama la atención "que una persona que ha estado tanto tiempo vinculada a la Iglesia católica, siguiendo todos sus preceptos y actuando en fraternidad, rompa estos vínculos, haya convivido con estos dos personalidades anómalas y ahora se embarque en otra aventura tan rocambolesca". Salvaguardando que se trata de una opinión personal y no un diagnóstico clínico, en tanto que no tiene elementos de juicio directo para pronunciarse con el preceptivo rigor, comparte con LA RAZÓN que "no es lógico ni racional su compartimiento".

Norte perdido

"Me da la impresión de que ha perdido un poco el norte. Esto pudiera ser una ideación delirante que le llevaría a creerse que tiene una capacidad extraordinaria o especial, una convicción que le habría llevado a dar todos estos pasos inexplicables", valora. Así, considera que "todo esto va en la línea de lo que los psiquiatras llamamos el espectro paranoide, es decir, la desconfianza, la suspicacia, el recelo, la aparición de unas ideas de que el mundo está contra mí y nosotros tenemos la verdad absoluta". En este caso, se traduce en mantras del tipo "esta Iglesia no es la verdadera, la verdadera es la que yo represento".

En esta misma línea, comenta que "el tema económico que sobrevuela no desnaturaliza el diagnóstico, es decir, se puede tener una alteración psíquica y además tener una sensación de fracaso en las aventuras empresariales que habían emprendido, lo que precipitaría todavía más la situación". Para Fuertes, "estas actitudes tan rígidas, donde un líder controla y manda, y los adeptos aceptan sin rechistar, nos hablan de que estaríamos ante un perfil comparable al que se produce en una secta".

El especialista llega a insinuar que "me da la impresión de que incluso el falso obispo y su colaborador habrían sido casi utilizados por la madre abadesa: cuando a ella le parece bien, les abre las puertas y, cuando ella cree conveniente, les echa". "Han pasado de ser los verdugos a víctimas", apostilla.

En cualquier caso, el psiquiatra subraya que está "muy claro que las diez excomulgadas tienen unos antecedentes biográficos mentales peculiares, muy distintos al resto de los de los mortales, por su propia vida aislada".

Por eso, antes o después, sea cual sea el final de esta encrucijada, el doctor asegura que les pasará factura a su salud mental: "Es lógico cuando nosotros reaccionamos de una forma totalmente alejada de la razón. Puede que desemboque en problemas de ansiedad, depresivos, estrés continuado…".

Esta reflexión es compartida por Ianire Angulo, religiosa esclava de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios. Al abordar la figura de la ex abadesa, esta teóloga especializada en la investigación y el acompañamiento de abusos de poder y conciencia en la vida consagrada, contempla "desde fuera se ve a una mujer carismática y con mucha capacidad de influencia que, a priori no es algo negativo". "Sin embargo, podría haberse declinado en un liderazgo manipulador, un perfil propicio en espacios tan cerrados como un monasterio, donde se pueden generar dinámicas grupales dañinas", reflexiona justo después.

Autoritarismo "soft"

Para Angulo, sor Isabel ejercería un autoritarismo "soft": "A menudo pensamos que la persona autoritaria es aquella que alza la voz, que tiene unos modales duros… Pero en este caso se vislumbra un poder aparentemente blando con mucho más calado, generando un pensamiento único que incluso se reviste de libertad de elección por el resto. Con levantar una ceja, todo el mundo sabe lo que tiene que hacer".

Y lo habría conseguido con mensajes y gestos encandiladores en lo cotidiano a sus hermanas que "están en línea de algunas posturas eclesiales que confunden la unidad con uniformidad, de malinterpretar citas evangélicas como ‘todos tenían un solo corazón y una sola alma’". "No hay nada más anticristiano que una errada unidad que no tenga en cuenta la diversidad. Nuestro Dios es uno y trino, es diverso", zanja la teóloga.

"Con estas reglas del juego, cada una adopta un rol y asume un tipo de relaciones tóxicas dentro de un grupo cerrado, que apenas tiene cambios en su estructura a lo largo del tiempo". Así, echa mano del "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer" y del "estás conmigo o contra mí", en tanto que el sentimiento pertenencia se absolutiza frente al miedo de quedarse fuera, descolgada.

En cualquier caso, aclara que todo esto se ponen en marcha de forma "inconsciente". Desde ahí, se explicaría cómo estas mujeres con una aparente formación sólida se hayan entregado a su causa de manera inquebrantable: "No son tontas, pero sí se han dejado algo fundamental por el camino: la capacidad crítica ante quien lleva las riendas". "Es un ‘Fuenteovejuna, todos a una’ en versión almodovariana", comparte Angulo.

Sor María Amparo, la heroína monacal

Frente a la exabadesa, la religiosa y teóloga Ianire Angulo pone en valor la figura de sor María Amparo, la monja tránsfuga que decidió huir cuando la exabadesa introdujo en el cenobio a Pablo de Rojas como mentor espiritual: "Es una auténtica heroína, porque ha sido capaz de enfrentarse a la que decía ser su familia. Psicológicamente, este salto requiere entereza y fidelidad a sus principios, perfectamente se podría haber acomodado como el resto, con tal de verse arropada y no confrontarse al poder establecido. En cambio optó, por quedarse sin suelo bajo los pies". Y aunque lo sucedido en Belorado es un caso extremo, Angulo invita a la Iglesia a llevar a cabo una "profunda reflexión", en torno a la vida contemplativa femenina: "No se las cuida como se debería, ni en formación ni en acompañamiento. Hay que ayudarlas a crecer, a amueblar la cabeza".