Opinión
Viganò, ¿cismático?
«El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión ‘latae sententiae’"
Por desgracia la palabra cisma forma parte del vocabulario de la Iglesia Católica. A lo largo de los siglos se han producido en su seno escisiones y rupturas varias. Con fecha 11 de junio el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha convocado al arzobispo Carlo María Viganó para que «tome nota de las acusaciones y pruebas sobre el delito de cisma del que se le acusa (afirmaciones públicas de las que resulta una negación de los elementos necesarios para mantener la comunión con la iglesia católica: negación de la legitimidad del Papa Francisco, ruptura de la comunión con él y rechazo del Concilio Vaticano II».
El arrogante prelado, que fue en su día nuncio en los Estados Unidos y que se ha instalado en una vieja abadía italiana, no se ha presentado y ha hecho público un comunicado en el que afirma que «considero las acusaciones aportadas contra mí un motivo de honor» y arremete contra Francisco y el Vaticano II que «representa el cáncer ideológico, teológico, moral y litúrgico del que la ‘iglesia sinodal’ bergogliana es la necesaria metástasis».
La convocatoria vaticana cita el canon 1364 que dice así: «El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión ‘latae sententiae’;es decir que se aplica automáticamente. Para evitar esta condena Viganó dispone todavía de un plazo hasta el 28 de junio para defenderse con la ayuda de un abogado de su confianza pero son muy pocas, tal vez nulas, las posibilidades de que lo haga.
En esta hipótesis será excomulgado y, tal vez, expulsado del estado clerical. Lamentablemente no le faltarán algunos apoyos de los círculos más reaccionarios del catolicismo estadounidense, incluidas desde luego sólidas aportaciones económicas.
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