
Reportaje
El zapato más clásico de la ciudad… viene del mar
En un momento de oda a la vanguardia, hay marcas que apuestan por volver a los orígenes. Sebago, referente en la venta de náuticos, recupera la relación que guardan con el mundo acuático

De hechos fortuitos surgen grandes marcas, y de un resbalón en un barco surgieron unos zapatos que acumulan años de historia. Paul Sperry fue un americano inventor, empresario y marinero. Un día, en la cubierta de su barco, se resbaló y cayó al suelo. Esto le llevó a fijarse en cómo lo que le había pasado a él no le pasaba a su perro: descubrió que las patas del animal se pegaban a la superficie de la embarcación perfectamente; analizó la huella y, a partir de ella y en 1935, ideó una suela antideslizante. Estaba ante lo que sería el primer zapato náutico de la historia («boat shoes» en inglés). La Marina de Estados Unidos fue uno de sus primeros clientes.
La relación entre este calzado y el mar es innegable, y durante décadas fue el zapato más elegido entre los hombres de clase alta que podían permitirse navegar.
Ahora, a nivel de publicidad y marketing hay muchas corrientes que apuestan por buscar lo nunca visto, algo cada vez más difícil. El despegue de la inteligencia artificial y un sinfín de tecnologías avanzadas que llevan años desarrollándose parecen los aliados perfectos para buscar sorprender a los consumidores; para intentar impresionar con mensajes o imágenes originales; para salir de lo que se ha visto hasta ahora. Sin embargo, hay quienes consideran que, en un momento donde la vanguardia es el éxito, toca volver a los orígenes.
En 1946 nació la marca Sebago y lo hizo en Maine –estado de EE UU en el que se ubica Portland–, cuando el propietario de cinco zapaterías quiso encontrar un modo de satisfacer la creciente demanda de calzado de calidad. Junto a dos fabricantes de zapatos locales crearon Sebago-Moc, una marca inspirada en el diseño clásico del mocasín y en el cercano lago Sebago. En el idioma nativo americano abenaki, «Sebago» significa «cuenca de agua alargada». Muchos años han pasado ya desde entonces, y lo que empezó siendo una idea para desarrollar a nivel local, acabó llegando a países de todo el mundo.

Actualmente es una de las marcas más emblemáticas del calzado náutico, que no pasa de moda y que es ya todo un símbolo de la gran ciudad. Para Sebago, mantener la relación con el mundo acuático ha sido siempre una prioridad. Y lo es también ahora, en un momento en el que muchas marcas se desvirtúan y crecen lejos de sus bases iniciales. A mediados del pasado septiembre, la marca de Maine y que actualmente tiene su base de operaciones en Turín, decidió homenajear sus raíces y organizar una regata en el río Po. En la cita deportiva estuvieron presentes los equipos de remo de universidades italianas como Roma, Turín, Milán y Bari, y de centros prestigiosos internacionales como Oxford, Cambridge y Hec París. «A veces llegas tan arriba, que lo que haces empieza a estar lejos de lo que representa históricamente un producto», explica Marco Tamponi, director creativo de Sebago, en una entrevista para LA RAZÓN.
Tras muchos años apostando ciegamente por la innovación, todos en esta marca de zapatos náuticos sintieron que era el momento de volver a los orígenes: «Los consumidores cada vez tienen más información de las marcas gracias a las redes sociales, a los medios tradicionales… Ahora es muy fácil contarles o transmitirles mejor quién inventó qué o de dónde viene lo que hoy llevan puesto», asegura Tamponi. Para una marca que nace de algo tan clásico como lo que representa un zapato náutico era un miedo real «pensar en que puede llegar un día en el que tengas algo en la mano que es tuyo pero que no lo reconoces». Algo que puede ocurrir si «sigues con las cosas que tienes en la cabeza, sin mirar en ningún momento para atrás».

Reconectar con la naturaleza, el medio ambiente y un deporte acuático como el remo no es un hecho fortuito: en Estados Unidos, en el ambiente universitario, es una de las actividades deportivas más importantes. Para Tamponi, está ligado «a la paciencia, porque nadie vive de él como tal, no da dinero»; y «a un legado familiar que sentimos que también está detrás de los zapatos náuticos».
El objetivo de esta marca es organizar una regata una vez al año, en diferentes ciudades (está presente en 90) y celebrar su herencia «de una manera original, atractiva y siempre fiel a nuestros valores».

Acercar al público a las raíces de su producto es la vía para “compartir con ellos lo que nosotros sentimos al hacer lo que hacemos. No queremos mentir poniendo precios, no queremos perder un ápice de calidad, no queremos fallar a los consumidores de siempre. Queremos ser contemporáneos pero sin dejarlos atrás. No queremos dictar un estilo, queremos contarles todo lo posible de la marca y que cada uno lo interprete a su manera”, concluye un hombre que parece entender a la perfección lo que diría el calzado más mítico de las ciudades… Y que le debe mucho al mundo acuático.
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