Cultura

Teatro

Haz con Lorca lo que te dé la gana

Antes de la versión definitiva, que verá la luz dentro de un mes en Sevilla, Darío Facal y Carlota Ferrer presentan en el Corral de Comedias de Alcalá una versión muy personal de «Así que pasen cinco años»

El equipo de «La leyenda del tiempo» durante un ensayo en Madrid
El equipo de «La leyenda del tiempo» durante un ensayo en MadridJesus G. FeriaLa Razon

Jaime de los Santos ya no está entre nosotros (políticamente hablando), pero su legado no para de brotar en los últimos tiempos. Desde que le sustituyeran al frente de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid ya han sido varios los montajes en los que ha salido su nombre como responsable del encargo (básicamente, de Lorcas). El último, «La leyenda del tiempo», que Darío Facal y Carlota Ferrer (protagonista hace bien poco tras su salida del Festival de Otoño) presentan este fin de semana en el Corral de Comedias de Alcalá: «Lo más imposible dentro del “teatro imposible” de Lorca», dice Facal de la versión de «Así que pasen cinco años» – subtitulada «Leyenda del tiempo en tres actos»– que tienen entre las manos y que no estrenarán de forma definitiva hasta finales de enero en Sevilla (en febrero volverá Madrid, aunque en esa ocasión irá al Pavón).

Pese al encargo, «la historia viene de mucho antes», replica Ferrer: «De cuando iba a ser mi proyecto de final de carrera en la Resad, aunque al final no lo hice». Desde entonces, la directora tenía una espina clavada de la que ahora se desprende con la idea de «intentar descifrar el enigma de la función dialogando con el texto de Lorca por muy distinto que sea a lo que hubiera hecho en su día, porque en ese momento tenía una formación y unos referentes muy diferentes a los de hoy», reconoce.

Mirando en todo momento al de Fuente Vaqueros, «pero haciendo una versión muy personal», la dupla directiva se ciñe a una frase del propio poeta –«hacer el teatro que te da la gana y no el que impera»– para tomarse las licencias necesarias: «Es una manifestación muy osada que te pone en una dificultad aún mayor. La libertad es como una utopía a alcanzar, cuando uno la encuentra aparecen más dudas, cuestionas el proceso... Todo».

Sin libertad sexual

En esta pieza, Lorca deja entrever su falta de libertad sexual, pero también «quiere romper las barreras artísticas», reconoce la directora de una época –principio de los años 30– en la que el autor bebía directamente de las vanguardias y en la que Cuba y Nueva York le abrieron un mundo de posibilidades muy diferente a lo que veía en España. Un ambiente en el que Lorca se siente empujado a mostrar sus dos facetas, como individuo y como creador, en un viaje en el que Facal y Ferrer se ven reflejados: «Eternamente tratamos de buscarnos mediante nuestras creaciones».

Con esta base se enfrentan los directores a una pieza de «grandísimas dificultades», dicen, a la hora de traducir el imaginario lorquiano de esa época a situaciones que se correspondan con la actualidad. Pero sin volverse locos, apunta Facal: «Modernizar las obras no consiste en transponerlas temporalmente. Los clásicos universales lo son siempre porque si no no seguiríamos leyéndolos. Pero, de la misma manera, los cambios que hemos hecho son más estéticos que una cuestión de época –continúa–. La obra es muy abstracta por momentos y esencialmente el montaje es un homenaje a las vanguardias y a las instalaciones surrealistas, y una gran oportunidad para explorar la música, el movimiento y el teatro, la convivencia de múltiples artes».

Pérdida de la infancia

Así, se sumergen en la pérdida de la infancia a través de un juego con los ocho actores, que deberán encarnar a 18 personajes y que se adentran en los diferentes «alter ego» y el «super yo» del Joven: la obra se introduce en un mundo en el que el presente se convierte en una dimensión inaccesible, en una mera transición entre pasado y futuro imposible de ser vivida en plenitud. El protagonista, el Joven, ha esperado durante cinco años a su prometida, a la que apenas recuerda, pero que simboliza todas sus ilusiones futuras. El conflicto sobreviene cuando llega el momento del reencuentro con la Novia y esta lo rechaza para fugarse con el Jugador de Rugby. Un protagonista que tendrá el aspecto de una «andrógina» –en palabras de Ferrer– Carmen Climent y a través del cual Lorca aborda las perspectivas de género: «Llama la atención como, aun queriendo abrir el concepto, entendía lo femenino y lo masculino, donde pone a un jugador de rugby como ejemplo del deseo erótico, como el más macho. Pero al final no se habla de que lo establecido es la mujer, sumisa, que cose y el hombre, dominador, el que trabaja. Por eso hemos querido jugar con los roles y con alegorías a lo femenino y lo masculino».

Sin embargo, Lorca no hace una crítica a esa «virilidad descerebrada», sino que simplemente la retrata porque, como explica Facal, «a veces, para denunciar basta con enseñar la realidad y de ahí surgen las preguntas. Si se diera la respuesta no se generaría pensamiento y hay que obligar al público a ello». Por esto, el poeta muestra una galería de personajes con los que no se siente cómodo y entre los que no se encuentra a sí mismo. Ahí comienza un periplo por el que no pasa el tiempo, «el gran tema de la obra» –además del «carpe diem», el género y la libertad sexual– para Ferrer: «Una función que transcurre de seis de la tarde a una medianoche que no deja de ser el eco de las seis, como si no hubieran pasado las horas», termina.

Dónde: Corral de Comedias de Alcalá de Henares (Madrid).
Cuándo: hoy y mañana.
Cuánto: de 11 a 13 euros.