Venta de imagen a la IA

Una chica vende su rostro a una IA por casi 1.800 euros y ahora teme que su rostro se use para promocionar o decir cosas sin su conocimiento

Ni siquiera podría generar contenido para ususarios en redes sociales, pues el contrato la despoja de los derechos sobre su propia imagen

La Inteligencia Artificial puede poner en riesto nuestra salud mental
La Inteligencia Artificial puede poner en riesto nuestra salud mentalDifoosion

Una joven de 23 años, que se hace llamar Lucy, se ha adentrado en un territorio digital desconocido al vender su imagen a una startup tecnológica, sin imaginar las consecuencias que esta decisión acarrearía para su vida personal y profesional. La oferta inicial le ha parecido tentadora: casi 1.800 euros (1.500 libras) por permitir que su rostro fuera utilizado como modelo de inteligencia artificial, una propuesta que en principio representaba una oportunidad económica atractiva.

Al firmar el acuerdo, Lucy desconocía los entresijos legales que la comprometerían de por vida. El contrato, redactado con una complejidad deliberada, le arrebataba cualquier derecho sobre su propia imagen, permitiendo que la empresa utilizara su rostro en campañas publicitarias sin su consentimiento previo.

La chica se encuentra ahora en una situación kafkiana donde su identidad se ha convertido en un producto intercambiable. El documento legal le prohíbe tajantemente aceptar patrocinios o realizar colaboraciones con marcas, cercenando sus aspiraciones como potencial creadora de contenido.

La compra de imagen es cada vez más frecuente

El documental "He vendido mi cara a la IA por 1.500 libras", dirigido por Sam Tullen, expone con crudeza este nuevo escenario digital donde la identidad personal se cotiza como una mercancía. El realizador advierte sobre la velocidad con que la tecnología avanza en comparación con las regulaciones legales existentes.

La experiencia de Lucy no es un caso aislado, sino un síntoma de una tendencia creciente en el mundo digital. Las plataformas de inteligencia artificial recopilan y utilizan imágenes de personas reales con una ligereza que roza lo ético, generando un ecosistema donde la privacidad se ha convertido en un concepto cada vez más difuso.

Los expertos en derecho digital señalan que casos como el de Lucy representan un punto de inflexión. La necesidad de crear marcos legales que protejan la identidad digital de las personas se vuelve cada vez más urgente ante la expansión descontrolada de las tecnologías de inteligencia artificial.

El documental propone una mirada más allá de un caso individual: se trata de una advertencia sobre los riesgos de firmar contratos sin comprender completamente sus implicaciones, especialmente en un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados.

Para quienes deseen profundizar en esta problemática, el documental "He vendido mi cara a la IA por 1.500 libras" está disponible en el canal de YouTube de DOCO Documentaries, constituyéndose como un testimonio revelador de los nuevos desafíos en la era digital.