Ciencia

La criopreservación se acerca: un método promete trasplantes más seguros y duraderos

Un avance científico abre la puerta a una nueva era de trasplantes con un nuevo método de criopreservación que podría, según promete, mantener los órganos intactos

Reportaje sobre trasplante de órganos. Recorrido de un transplante de riñón en la Comunidad de Madrid.
Reportaje sobre trasplante de órganos. Recorrido de un transplante de riñón en la Comunidad de Madrid. Jesús G. FeriaLa Razón

Durante décadas, la idea de almacenar órganos humanos para trasplantes como si fueran simples alimentos congelados ha parecido más de ciencia ficción que de medicina real. Adicionalmente, los avances en criopreservación han sido lentos y complejos: mantener células, embriones o pequeñas muestras es relativamente sencillo, pero lograr que un órgano entero sobreviva al frío sin dañarse ha sido un reto que desvela a científicos y médicos por igual.

Client Challenge

Ahora, un equipo de la Universidad Texas A&M ha dado un paso que podría acercarnos a un futuro donde los trasplantes sean más seguros, accesibles y duraderos. Su trabajo, publicado en SciTechDaily, muestra cómo nuevas técnicas de congelación podrían cambiar la forma en que salvamos vidas.

El secreto parece estar en perfeccionar un proceso llamado vitrificación, que consiste en sumergir los órganos en soluciones especiales que evitan la formación de cristales de hielo durante la congelación, los responsables de las fracturas que hasta ahora hacían inviable la conservación de tejidos completos.

Resulta que al estudiar las “temperaturas de transición vítrea”, los investigadores descubrieron que algunas soluciones permanecen en un estado más estable y resistente, reduciendo drásticamente las grietas internas, según ha explicado el ingeniero Matthew Powell‑Palm, líder del proyecto.

Del laboratorio al quirófano

En pruebas anteriores, ya se había logrado conservar y trasplantar con éxito riñones de rata, pero ahora el equipo da un paso más: controlando la composición de las soluciones, pueden proteger mejor la estructura de los órganos y minimizar los daños. El próximo desafío es adaptar estas fórmulas para que sean totalmente biocompatibles con tejidos humanos, preservando su funcionalidad al cien por cien.

Además, los impactos de este avance van más allá de los trasplantes. Desde la conservación de especies en peligro hasta la mejora en la estabilidad de vacunas y la reducción del desperdicio alimentario, el conocimiento que se obtiene tiene implicaciones que van desde las células hasta los órganos completos.

Por esto, si se confirma que esta técnica funciona en órganos humanos, el sueño de tener órganos disponibles bajo demanda podría dejar de ser ciencia ficción. Igualmente, donaciones que antes se perdían podrían preservarse semanas o incluso meses, aumentando la compatibilidad y reduciendo las listas de espera.