Esta es la moneda de dos euros más valiosa de la historia: guarda una trágica muerte en su interior

Hay tesoros escondidos en los bolsillos de millones de europeos que ni siquiera lo saben. Entre el cambio suelto que usamos para el café mañanero podría estar circulando una pequeña fortuna disfrazada de moneda corriente. Es el fascinante mundo de las monedas de dos euros conmemorativas, donde la numismática se encuentra con la suerte y donde un simple disco metálico puede valer hasta cuatro veces más que un iPhone de última generación.

¿De qué moneda estamos hablando? Vamos a verlo, porque no tiene desperdicio y lo cierto es que va a enamorar a los amantes del coleccionismo y a los que se vuelven locos por las curiosidades.

Una moneda realmente valiosa

El mundo de la numismática tiene sus propias joyas ocultas, y entre ellas destaca una moneda de dos euros que ha alcanzado un valor tan astronómico que parece algo imposible. Hablamos de la moneda conmemorativa de Mónaco de 2007, dedicada a Grace Kelly, princesa consorte de Mónaco, en el 25 aniversario de su muerte. Con una tirada de apenas 20.000 ejemplares, es la emisión más limitada jamás realizada de una moneda de dos euros en circulación y eso la hace especialmente suculenta.

Lo que hace única a esta pieza no es solo su escasez, sino la tormenta perfecta de factores que la rodean: el morbo por la figura de Grace Kelly, el prestigio del Principado de Mónaco y el hecho de que muchos ejemplares se perdieron en la circulación normal, usados inadvertidamente como monedas corrientes. Los pocos que sobreviven en perfecto estado de conservación se han vendido por más de 4.000 euros en subastas especializadas. Es la ironía definitiva: una moneda de dos euros que vale 1.500 veces su valor facial, convirtiendo el cambio suelto en un tesoro que la mayoría ni siquiera sabría reconocer.

Una historia trágica

Grace Kelly vivió el cuento de hadas que todas las niñas de los años 50 soñaban: de estrella de Hollywood a princesa de Mónaco, casada con un príncipe de rancio abolengo europeo en una boda que paralizó al mundo. Pero detrás de las joyas y los vestidos de alta costura se escondía una jaula dorada cada vez más asfixiante. El príncipe Rainiero III le prohibió continuar su carrera cinematográfica, cortando de raíz la pasión que la había construido como la persona que era.

De repente, la mujer que había conquistado Hollywood con su talento se encontró reducida a ser un mero accesorio de la realeza, sonriendo en eventos benéficos mientras su alma artística se marchitaba. Los rumores de infidelidades del príncipe y su creciente aislamiento la sumieron en una profunda melancolía que intentaba disimular con pastillas y una fachada de perfección real.

El final llegó de forma muy cruel un 14 de septiembre de 1982. Conduciendo por las sinuosas carreteras de la Riviera francesa con su hija Stephanie, Grace sufrió lo que probablemente fue un derrame cerebral. El coche se despeñó por un terraplén de 40 metros. Tenía solo 52 años, demasiado joven para morir y demasiado tarde para recuperar la vida que había sacrificado.

La ironía es realmente dura, ya que fue una de las primeras mujeres en protagonizar escenas de conducción temeraria, como en "Atrapa un ladrón" de Hitchcock, y finalmente moriría en un accidente de tráfico real. Fue querida y amada por el pueblo de Mónaco y por la opinión pública genera, por lo que se convirtió en leyenda aunque su vida fuera muy trágica.