Inteligencia artificial
NVIDIA une fuerzas con dos superordenadores japoneses futuristas: van a romper los límites de la realidad
Japón se prepara para llevar la supercomputación a otro nivel con más de 2.100 GPU y una mezcla de IA y preparación para la computación cuántica

Todos hemos sido testigos de la forma en que la investigación científica ha entrado en una nueva era marcada por la convergencia entre supercomputación, IA y robótica avanzada, de manera que los límites de lo que podemos simular, analizar y crear dependen cada vez más de la capacidad de procesar enormes cantidades de datos en tiempo récord, una demanda cada vez más difícil para los sistemas tradicionales. Por eso, los superordenadores, antes herramientas exclusivas de laboratorios especializados, se han convertido en piezas centrales de proyectos que van desde la predicción climática hasta el diseño de nuevos materiales o fármacos.
Paralelamente, la IA ha empezado a transformar la manera en que se manejan estos datos, apoyada en algoritmos de aprendizaje automático permiten a los científicos identificar patrones complejos, optimizar experimentos y acelerar descubrimientos que antes habrían requerido años de trabajo manual. Mientras que la robótica, por su parte, complementa este panorama al automatizar tareas de laboratorio, realizar experimentos de precisión y explorar entornos peligrosos o inaccesibles, lo que ha significado la ampliación del alcance de la investigación.
Ahora el turno será para los nuevos superordenadores japoneses que, definitivamente, son mucho más que máquinas muy potentes: se trata de un puente entre la computación tradicional, la IA y la futura era cuántica, lo que podría significar abrirse paso en el camino hacia un cambio radical en cómo se genera conocimiento y se desarrolla tecnología en todo el mundo. El primero de ellos, desarrollado en colaboración con NVIDIA, está enfocado en potenciar la IA aplicada a la ciencia, pues permitirá entrenar modelos de IA y ejecutar simulaciones a gran escala con una eficiencia sin precedentes.
El segundo sistema tiene un enfoque más ambicioso: servir como plataforma de experimentación y desarrollo cuántico. Este superordenador equipado con 540 GPU NVIDIA Blackwell tendrá como función principal acelerar algoritmos híbridos cuántico-clásicos, optimizar simulaciones y preparar el terreno para futuras máquinas cuánticas plenamente operativas. Aunque no será un ordenador cuántico en sí, actuará como puente entre la supercomputación tradicional y la emergente era cuántica.
De acuerdo con Satoshi Matsuoka, director del Centro RIKEN de Ciencias Computacionales: "La integración de la plataforma NVIDIA GB200 NVL4 con nuetras supercomputadoras representa un avance crucial para la infraestructura científica del país". Además, ambos sistemas están pensados como plataformas de desarrollo para FugakuNEXT, el legendario sucesor de Fugaku, considerado uno de los más potentes del mundo.
De cara a FugakuNext: la próximaa frontera de la supercomputación híbrida japonesa
FugakuNEXT, previsto para 2030, promete ser un hito en supercomputación al combinar las CPU MONAKA-X de Fujitsu con las GPU de NVIDIA mediante NVLink Fusion, una interconexión de ancho de banda extremo entre ambos tipos de procesadores para alcanzar un rendimiento hasta 100 veces superior al de los sistemas basados únicamente en CPU, y permitir la integración de ordenadores cuánticos de producción.
Mientras tanto, las nuevas supermáquinas de RIKEN servirán como laboratorios de prueba, probando hardware, software y algoritmos que definirán la próxima generación de computación avanzada en Japón. Sin embargo, la innovación no se queda solo en el hardware, ya que NVIDIA y RIKEN trabajan también en un ecosistema de software que incluye emulación de coma flotante y más de 400 bibliotecas especializadas en IA y computación de alto rendimiento a través de CUDA-X.
Estas herramientas permitirán que sistemas científicos más antiguos se adapten a la nueva era acelerada por GPU, ampliando las posibilidades de investigación en campos tan variados como la creación de materiales y fármacos, la simulación precisa del clima global o el diseño de algoritmos cuánticos de última generación, por lo que se prevé que en 2026, cuando entren en funcionamiento, Japón no solo consolidará su soberanía tecnológica, sino que también se situará a la vanguardia de una nueva era de computación híbrida, donde inteligencia artificial y física cuántica convergen.