Vuelta al cole
"El 94% de los usuarios mejoran su rendimiento y 8 de cada diez suben sus notas"
Entrevistamos a Javier Arroyo, cofundador de la plataforma española Smartick, utilizada en 180 países
La historia parece sencilla: dos amigos se dan cuenta de que el sistema educativo no cubre todas las necesidades ni abarca las inquietudes de los alumnos. No se explota el potencial ni se explora la curiosidad de los menores de 14 años. Y deciden tomar cartas en el asunto. Los dos amigos son Javier Arroyo y Daniel González de Vega y su respuesta fue crear Smartick, una plataforma que surgió en 2009 como apoyo para matemáticas, pero ahora ya incluye codificación y (fundamental), pensamiento crítico.
Para comprender cómo se utiliza, sus beneficios y su futuro, hablamos con Javier Arroyo. Según vuestros datos, ¿qué mejoras concretas en el rendimiento matemático y lector han observado en los alumnos que usan Smartick de manera constante?
“El 94% de los niños que realizan Smartick mejoran su rendimiento en matemáticas y ocho de cada diez suben sus notas – nos explica Arroyo -. Todos los años realizamos encuestas a los padres para saber cómo han mejorado sus hijos su rendimiento académico gracias a Smartick y los resultados son evidentes: los estudiantes que siguen Smartick alcanzan una nota media de 8,0 en el colegio, equivalente a 561 puntos en pruebas internacionales. Esto supone 1,6 puntos más que la media española en los informes TIMSS y situaría a nuestros alumnos entre los primeros puestos del mundo”.
Lo interesante es que Arroyo también tiene datos vinculados a casos concretos de alumnos de Altas Capacidades. Los datos revelan que potencia su talento y consigue que el 46% de los niños que la usan se sitúen por encima de su curso escolar en matemáticas en apenas seis semanas. Casi la mitad trabajan contenidos por encima de su curso escolar con una racha de 40 días de sesiones de 15 minutos de Smartick. La pregunta surge sola: ¿apenas 15 minutos?
“A diario se resuelven en Smartick más de 2 millones de ejercicios en sesiones de tan solo 15 minutos porque está comprobado que son suficientes para conseguir resultados y mejorar el potencial de cada niño – confirma Arroyo -. Pero esos 15 minutos están muy bien diseñados y estudiados para que sean muy eficaces: practicamos el intercalado de contenido, para asentarlo muy bien y el paso de nivel sólo ocurre cuando los cimientos están muy bien puestos”.
¿Cómo adapta Smartick el nivel de dificultad en tiempo real?
“Nuestro algoritmo analiza cada respuesta y tiempo de reacción del alumno – añade Arroyo -. En función de esos datos, ajusta de inmediato la secuencia de ejercicios, eligiendo no solo el nivel de dificultad, sino también el tipo de problema que más ayuda a consolidar la competencia que está en juego. De esta forma, evitamos tanto la frustración por exceso de dificultad como el aburrimiento por falta de reto, ponemos a cada niño en el nivel de desafío que le mantiene motivado, en ese estado que la psicología llama Flow, de concentración total”.
Obviamente, las exigencias son diferentes en cada nivel, pero también para cada participante y esto es un desafío muy complejo. ¿Qué tipo de evaluaciones iniciales realizan para detectar el nivel del alumno?
“Cuando comienzan a usar Smartick – puntualiza Arroyo - se realiza una prueba diagnóstica inicial que cubre diferentes áreas del programa que elija (matemáticas, comprensión lectora, pensamiento crítico o programación). Esto nos permite ubicarlo en un punto de partida adecuado a su edad y nivel real, no solo al curso escolar. A partir de ahí, el sistema sigue evaluando continuamente para recalibrar el aprendizaje”.
Al estar mucho más personalizado que la educación académica tradicional, no solo se abarca la asignatura, el sistema también busca estimular otras habilidades cognitivas como la atención, memoria, razonamiento y lógica, habilidades clave para el aprendizaje.
Obviamente, la IA también ocupa un lugar en el aprendizaje, de hecho el equipo de Smartick ha comenzado a utilizar la IA generativa para generar parte de las conversaciones con Socratick (el “guía” en el apartado de pensamiento crítico), después de haber entrenado nosotros al modelo, en pensamiento crítico, o como soporte en algunos ejercicios de más nivel del producto de lectura.
Teniendo en cuenta que por la plataforma han pasado millones de menores, la cantidad de datos que tienen permite romper mitos. Uno de ellos es el vinculado a las matemáticas y el género. Y no se ha detectado ninguna diferencia. Esto les hace concluir que, cuando se elimina el sesgo de la enseñanza tradicional y se personaliza el ritmo, el género deja de ser un factor en el rendimiento matemático. Pero también hay historias individuales…
“En estos 14 años, más de 500.000 niños de más de 100 países han aprendido con Smartick – nos confía Arroyo -. Detrás de esta cifra hay historias que nos inspiran cada día: desde un niño que con 7 años había pasado casi 5 en tratamientos oncológicos entre hospital y casa y gracias a Smartick se incorporó al colegio siendo un fenómeno en matemáticas. Contamos con campeones de concursos de matemáticas o ganadores de becas para seguir estudios en otros países. Niñas que se han recuperado su confianza y ya no dicen “odio las mates”. Desde hace dos años, hacemos unas orlas con antiguos alumnos que van a la universidad y nos encanta cuando, como este año, sabemos que Romeo, uno de nuestros alumnos de altas capacidades hace años, lo han admitido en Utrecht con 16 años o como otro, Daniel, se viene de Zaragoza a estudiar Matemáticas a Madrid y su madre nos dice que Smartick le marcó mucho”.
¿Cómo manejan los casos de frustración o bloqueo? ¿Detectan cuándo un niño/a necesita bajar el ritmo o cambiar el tipo de estímulo?
“El método Smartick ayuda a reforzar la autoestima y trabaja la tolerancia a la frustración – señala Arroyo -. Al proponerle ejercicios individualizados, tutoriales interactivos y feedback de las actividades que realizan no se bloquean en los conceptos que les cuesta más aprender, sino que va alternándolos para adquirir los principales aprendizajes por distintos caminos, pero llegando al fin de dominar todas las áreas necesarias para las disciplinas, mejorando la confianza y sin desmotivarse. En cualquier caso, tenemos un equipo de atención pedagógica que atiende a diario a familias que necesitan consejos sobre motivación de los niños, si han detectado que se ha frustrado porque no presta suficiente atención y entonces las respuestas no se ajustan al nivel real de lo que puede y los padres tienen una web por su parte en la que pueden si así lo desean fijar recompensas para los niños. Por otra parte, el programa detecta cuando el niño lleva una racha que no es muy buena y lanza mensajes de ánimo o incluso llama gente del equipo a la familia. Descubrimos que completar rachas es un estímulo para los niños”.
En una década, ¿cómo imaginan que será el aprendizaje de las matemáticas? ¿Cuál sería el lugar ideal de Smartick en ese futuro?
“En un entorno cada vez más diverso, en el que las necesidades educativas están creciendo a pasos agigantados, la personalización y adaptación educativa se hacen cada vez más imprescindible. En este contexto Smartick puede ser un complemento ideal tanto para los alumnos que necesitan refuerzo como para los que tienen más capacidades que la media de su clase y pueden desarrollar al máximo su potencial. Smartick aspira a ser la herramienta de referencia que haga posible un aprendizaje realmente personalizado de matemáticas, comprensión lectora y pensamiento crítico en todo el mundo”.
A menudo se critica el aislamiento que puede producir el uso de pantallas, ¿Por qué Smartick es distinto?
“Hace 14 años, cuando ideamos Smartick teníamos claro que la tecnología era la aliada indispensable en el aprendizaje personalizado y la adaptación al ritmo y nivel de aprendizaje de cada niño – apunta Arroyo -. No tienen que seguir un plan de estudios predeterminado y fijo para conseguir sus objetivos de dominar las matemáticas. Algunos alumnos avanzan más rápido en unos ejercicios o conceptos y les cuesta más otros, el algoritmo que propone Smartick se adapta perfectamente a cada uno, por eso propone ejercicios y actividades diferentes en función de cómo vaya respondiendo y avanzando en cada disciplina, algo que no sería posible sin un dispositivo tecnológico”.
Finalmente, Arroyo concluye con una reflexión sobre las pantallas que hace tiempo debió plantearse.