Armamento
Así está devastando Ucrania el TOS-1A, el lanzacohetes termobárico capaz de vaporizar cuerpos humanos
Las redes están llenas de impactantes vídeos de ataques en el distrito de Yasynuvata Raoin o en la zona de Bajmut con este lanzallamas
Desde el principio de la invasión de Ucrania las tropas rusas han venido utilizando todo tipo de armas para doblegar a los defensores ucranianos y ganar territorio en su avance. Entre las muchas que Moscú ha desplegado llama la atención el TOS-1A, un arma que infunde terror por el uso de cohetes termobáricos, que es lo que le da la consideración de sistema lanzallamas. También conocidos como explosivos combustible-aire o bombas de vacío, cuando un cohete de este tipo impacta en su objetivo libera una mezcla de combustible y aire que forma una nube. Esta entra en combustión generando una bola de fuego con temperaturas de hasta 3.000 grados y una sobrepresión de 3 megapascales en su interior.
Sin ir más lejos, el mes pasado las redes sociales se inundaron con impactantes vídeos de un ataque ruso en el distrito de Yasynuvata Raoin, en el centro de Ucrania, una zona que ya había sufrido la destrucción de gran parte de sus infraestructuras durante los casi 15 meses de la invasión rusa.
En este último asalto, las fuerzas rusas emplearon este tipo de armas termobáricas para llevar a cabo su ataque. En las imágenes se podía observar un carro de combate ruso T-72 equipado con el sistema lanzacohetes múltiple TOA-1A Solntsepek, también conocido como “Sol abrasador”.
Rusia también ha desplegado este arma en la castigada ciudad de Bajmut, escenario de la batalla más larga que está teniendo lugar en la Guerra de Ucrania. Las tropas aerotransportadas rusas, VDV, que flanqueaban la ciudad por el norte y el sur mientras que los mercenarios del grupo Wagner asaltan desde el este, están equipadas con este sistema lanzallamas pesado.
El TOS-1A ha sido utilizado por Moscú de manera despiadada desde el inicio de la guerra. Su impacto es brutal, provocando daños significativos en los órganos internos de las personas expuestas y destrucción en las infraestructuras.
Tras la potente onda expansiva se produce, en la zona alcanzada, un vaciado del oxígeno que arrastra el combustible en combustión permitiendo su penetración en cualquier objeto o estructura que no sea hermética. Así, las víctimas de un cohete termobárico pueden morir incinerados instantáneamente en la bola de fuego, por el impacto de la onda expansiva o por asfixia. Su uso es particularmente destructivo en un entorno de guerra urbana como la que tiene ahora lugar en Bajmut.
Se trata de un arma tremendamente efectiva contra estructuras, fortificaciones y vehículos blindados ligeros y asegura la destrucción de todas las personas que se hallen al descubierto en un área de 40.000 m². Esta montado sobre un chasis de tanque T-72 en el que sustituye la torreta por un sistema de lanzamiento múltiple de cohetes con 24 cañones de 220 mm y 3,72 metros de longitud que admiten también munición no guiada. Su velocidad máxima es de 60 km/h, pesa 45 toneladas y puede disparar hasta un total de 72 misiles, sumando los 48 del vehículo de recarga TZM-T que lo acompaña, con un alcance de 6.000 metros. Se estima que el Ejército ruso cuenta con unas 300 unidades del TOS-1A, algunas de las cuales han pasado a manos de Ucrania durante esta guerra.
Este sistema lanzallamas es una variante del TOS-1, fabricado por la compañía estatal rusa Omsktransmash, que el Ejército de la Unión Soviética adoptó en 1988 y fue utilizado por primera vez en Afganistán.
El TOS-1A, con 6 cañones de lanzamiento menos que su predecesor, entró en producción en el año 2003 y en noviembre pasado se conoció que Rusia estaba actualizando sus capacidades para aumentar su alcance y precisión. Entre las mejoras en las que estaba trabajando se encontraban el sistema de navegación GPS/Glonass, una protección dinámica mejorada y un equipo de lanzamiento más moderna. Se desconoce si las unidades que ahora están atacando en Bajmut incorporan estas mejoras.
Inicialmente, la máquina fue diseñada como un vehículo de apoyo, pero la experiencia demuestra que, por regla general, está a la vanguardia. Y después de cumplir la misión de combate asignada, las tropas van más allá. Y es que se ha tomado esta decisión porque una de las claves del TOS-1A es que, una vez que este sistema lanzallamas pesado dispara un misil termobárico, es imposible esconderse: su efecto penetra en todas partes.
El pasado mes de septiembre, un lote de TOS-1A Solntsepek fue entregado al Ministerio de Defensa. Como parte de la modernización desarrollada en Omsktransmash, los TOS-1A reciben equipos de lanzamiento modernos, protección dinámica incorporada mejorada, un sistema de navegación GPS/Glonass y otras mejoras de las que no se quiso dar más detalles, aunque una de ellas podría ser la instalación de un nuevo sistema y equipo de comunicación para un segmento cerrado de transmisión de datos, que permita la integración de TOS en sistemas de control automático (ACS) del nivel táctico.
Dado que el alcance de destrucción de estos sistemas es de solo seis kilómetros, los sistemas de artillería funcionan bajo la protección de los carros de combate principales, ya que no pueden disparar desde una distancia segura. Conscientes las Fuerzas Armadas rusas que el ejército ucraniano busca específicamente la destrucción de estos sistemas de lanzallamas, tras una salva de disparos, el vehículo cambia rápidamente de posición y se va a recargar.
El rasgo fundamental de esta arma es la munición de explosión volumétrica, que libera una nube de aerosol sobre el objetivo quemando el oxígeno atmosférico. También se conocen como bombas de aerosol o bombas de vacío. Es especialmente eficaz para destruir al enemigo en refugios (las paredes de un búnker no son un obstáculo para el aerosol) y en las montañas, donde las ondas explosivas reflejadas por las rocas se superponen, intensificándose.
El TOS-1 se usó por primera vez durante la guerra soviética en Afganistán, también se desplegó en Chechenia y la guerra civil siria. En 2003, el entonces secretario estadounidense de Defensa, Donald Rumsfeld, confirmó en una intervención ante el Congreso que durante la guerra de Irak EEUU empleó misiles modelo Hellfire “termobáricos”.
El sistema es extremadamente eficaz contra enemigos atrincherados, también para derribar edificios y búnkeres. Son mucho más destructivos que los explosivos convencionales ya que tienen la capacidad de generar un efecto de calor y presión masiva, con una gran precisión en un solo punto, garantizando la completa eliminación del blanco. Otras fuentes expertas en temas militares aseguran que las armas termobáricas pueden vaporizar cuerpos humanos y aplastar órganos internos.
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