Tecnología militar
Cómo Ucrania está desviando los misiles hipersónicos rusos Kinzhal a cientos de metros de sus objetivos
Ucrania está empleando un nuevo sistema avanzado de spoofing llamado Lima
El pasado octubre, una investigación del Financial Times revelaba cómo Rusia había reducido la tasa de intercepciones de los misiles balísticos 9K720 Iskander M y Kh-47M2 Kinzhal, este además hipersónico, gracias a mejoras en su software de guiado. En concreto, Ucrania pasó del 37 % de intercepciones exitosas en agosto al 6 % en septiembre. Sin embargo, esa tendencia parece estar revirtiéndose ahora gracias al uso de un nuevo sistema de guerra electrónica contra los misiles hipersónicos rusos Kinzhal que hace que se estrellen a velocidad de Mach 10 en campo abierto, en lugar de contra sus objetivos. Y sin que Ucrania tenga que gastar los carísimos misiles Patriot contra ellos.
Lo está logrando el sistema de guerra electrónica Lima de la unidad ucraniana Night Watch, usando una técnica conocida como spoofing (suplantación de señales), según informa Forbes. 'Hasta ahora hay 21 misiles Kinzhal neutralizados', ha afirmado una fuente de Night Watch al medio, señalando que estaban a la espera de confirmar otros dos para añadirlos al recuento.
El misil hipersónico Kinzhal
El Kinzhal es una de las armas estrella de Rusia. Moscú lo presenta como un misil hipersónico capaz de superar cualquier defensa aérea occidental. Se lanza desde aviones de combate, alcanza velocidad hasta Mach 10 (más de 12.000 km/h) y combina una trayectoria cuasi balística con capacidad de maniobra en la fase final. Sobre el papel, es un sistema pensado para destruir objetivos de alto valor muy defendidos, no para acabar enterrado en un campo de cultivo.
Según sus fabricantes, el Kinzhal tiene un error circular probable (CEP, por sus siglas en inglés) de unos 10 metros. Es decir, deben impactar a menos de 10 metros del objetivo. Esa precisión es imprescindible porque el Kinzhal, a diferencia de los misiles balísticos intercontinentales, no lleva una cabeza nuclear sino una carga convencional de cerca de media tonelada de explosivo. Con una ojiva de ese tamaño, un desvío de decenas o cientos de metros es sinónimo de fallo.
Las fuentes ucranianas no publican dónde caen los misiles, pero el 10 de noviembre un conocido bloguero militar ruso difundió imágenes de satélite de cráteres recientes atribuidos a misiles Kinzhal con desvíos de hasta 144 metros respecto al objetivo. En el caso de búnkeres, centros de mando enterrados u otras infraestructuras críticas, esa desviación basta para dejar el blanco intacto.
Sistema de guiado inercial y por satélite
La clave está en cómo se guía el misil. El Kinzhal combina un sistema de navegación inercial (INS), basado en acelerómetros que calculan la posición midiendo desplazamientos y aceleraciones, con navegación por satélite. El INS tiene la gran ventaja de ser inmune a interferencias externas, porque no depende de señales de radio. Pero tiene el inconveniente de que su precisión se degrada con el tiempo. En misiles de largo alcance, el error puede crecer hasta superar el centenar de metros.
Para corregir esa deriva, el Kinzhal recurre a la constelación de satélites GLONASS, el equivalente ruso al GPS estadounidense. El receptor a bordo compara la señal de varios satélites y corrige continuamente la posición calculada por el INS. Esa combinación da la precisión necesaria para acertar los objetivos, pero, a diferencia del INS, la navegación por satélite sí puede ser interferida o manipulada desde tierra.
Hasta ahora, Rusia ha intentado blindarse frente a las interferencias mediante receptores avanzados como el Kometa, que utilizan antenas de patrón de recepción controlado (CRPA) con múltiples elementos. Estos sistemas permiten 'anular' las señales de interferencia, de modo que solo se tengan en cuenta las señales legítimas de los satélites. Durante la guerra se ha pasado de configuraciones con cuatro elementos de antena a otras con ocho, doce y hasta 16, encareciendo y complicando el trabajo de los equipos de guerra electrónica ucranianos.
El sistema de guerra electrónica Lima
El nuevo sistema Lima ataca por otro flanco. En lugar de limitarse a bloquear la señal de los satélites (jamming), recurre al spoofing y, en vez de ruido, emite señales falsas que imitan a las del sistema de navegación por satélite y proporcionan coordenadas erróneas. El receptor del misil cree estar recibiendo datos legítimos y calcula una posición que no se corresponde con la realidad. Desde su punto de vista, todo funciona con normalidad.
Fuentes de Night Watch aseguran que el sistema Lima es capaz de crear una amplia zona de negación de navegación, dentro de la cual todos los misiles que dependen de GLONASS pueden verse afectados al mismo tiempo. Los operadores transmiten una señal en formato binario que, en determinados modos de vuelo, provoca anomalías en uno de los canales del misil. El piloto automático intenta compensar esas 'lecturas' anómalas y empieza a ignorar otros sensores.
'En ese momento, el bucle de navegación está esencialmente "ciego" y ya no queda nada que corrija el error', afirma la fuente de Night Watch.
El resultado puede ser un fallo relativamente pequeño -un impacto a decenas o un centenar de metros del objetivo- o un gran desvío. Incluso si el misil recurre a un sistema menos preciso como el INS, puede evitar desviarse decenas de kilómetros, pero no basta para alcanzar el objetivo.
Fuentes ucranianas apuntan al caso de un Kinzhal que habría terminado impactando 200 km lejos del aeródromo que debía destruir. En otros casos, los misiles habrían caído sin detonar, algo que también se atribuye a la acción de la guerra electrónica al forzar modos de seguridad de la ojiva.
Expertos occidentales en guerra electrónica consideran verosímiles estos relatos y apuntan a una evolución lógica en el duelo entre sistemas de guiado y contramedidas. Rusia solo fabrica entre 10 y 15 Kinzhal al mes, de modo que si una fracción significativa de ellos se pierde en campos vacíos, el impacto estratégico del sistema se reduce de forma considerable pese a la caída en las intercepciones con Patriot u otros sistemas antiaéreos.
Spoofing a gran escala
La propia Ucrania lleva tiempo experimentando con el spoofing a gran escala. El sistema Pokrova, desplegado desde 2024, se ha usado para desviar los drones Shahed de diseño iraní, también equipados con receptores de navegación por satélite y antenas avanzadas. Lima sería, según las fuentes ucranianas, un desarrollo más refinado de este enfoque, pensado específicamente para tratar con misiles balísticos y de crucero de alta velocidad.
Nada de esto significa que el Kinzhal haya dejado de ser una amenaza. La guerra electrónica es un juego del gato y el ratón y a cada nueva técnica de interferencia le sigue una generación de receptores y algoritmos más resistentes al spoofing. Empresas occidentales ya trabajan en sistemas capaces de detectar cuándo una señal de navegación ha sido manipulada y corregirla y es razonable suponer que Rusia hará lo mismo para proteger a sus misiles más avanzados.