
Tecnología militar
Por primera vez, el piloto de un F-22 Raptor controla a un dron escolta mientras vuelan a 15.000 metros
El UCAV era un dron furtivo GA-ASI MQ-20 Avenger con una envergadura de de 23 metros que el piloto del caza de quinta generación usaba a través de un tablet

La Fuerza Aérea de Estados Unidos y tres de los principales contratistas de defensa han completado una nueva prueba en vuelo que acerca la colaboración entre aeronaves tripuladas y no tripuladas a su despliegue real. En el ejercicio, un F-22 Raptor logró enlazarse con un dron GA-ASI MQ-20 Avenger mediante una arquitectura de comunicaciones de nueva generación. La Fuerza Aérea ya había probado conceptos similares con los cazas de cuarta generación F-15 y F-16 y el dron XQ-58A Valkyrie, otro UCAV (Unmanned Combat Aerial Vehicle) avanzado de tipo ‘leal escolta’, pero esta es la primera vez que se lleva esa idea a un caza de quinta generación como el F-22.
General Atomics Aeronautical Systems, Lockheed Martin y L3Harris Technologies explicaron este martes que la demostración, realizada el 21 de octubre en el Nevada Test and Training Range, validó enlaces de datos seguros propiedad del Gobierno que permitieron al piloto del F-22 comandar y controlar al MQ-20 en pleno vuelo a más de 15.000 metros de altitud.
Las compañías califican el resultado como un avance significativo hacia sistemas autónomos de arquitectura abierta y hacia los futuros conceptos de combate que prevén cazas tripulados operando junto a aeronaves autónomas.
La demostración utilizó los enlaces de datos tácticos avanzados BANSHEE de L3Harris, operados a través de sus radios programables por software Pantera, instaladas tanto en el F-22 como en el MQ-20. Todo el sistema se montó sobre la arquitectura de radio abierta de Lockheed Martin.
Los ingenieros instalaron una radio Pantera en cada aeronave para crear un enlace bidireccional. Con una interfaz de control tipo tablet y el módulo de misión GRACE del F-22, el piloto mantuvo comunicaciones completas con el dron, enviando órdenes y recibiendo información en tiempo real.

GRACE, una forma rápida de adoptar capacidades experimentales para el programa CCA
GRACE, siglas de Government Reference Architecture Compute Environment, es un módulo de computación de arquitectura abierta que permite al F-22 cargar y ejecutar nuevo software sin modificar sus sistemas críticos. En esta prueba, ese entorno sirvió para integrar la interfaz que conecta al piloto con el MQ-20, demostrando que el caza puede adoptar capacidades experimentales con mucha más rapidez de la habitual y sin rediseñar su aviónica. Al funcionar como un espacio independiente dentro del propio avión, evita largos procesos de certificación y convierte al F-22 en un banco de pruebas operativo.
Para la Fuerza Aérea, GRACE encaja directamente con el desarrollo del concepto CCA (Collaborative Combat Aircraft o Aviones de combate colaborativos), un programa militar que comenzó a perfilarse a comienzos de los 2000 y busca que los cazas tripulados formen equipo con futuros drones de combate autónomos.
El objetivo es que el F-22 sea la primera plataforma capaz de controlar estos sistemas en misiones reales y que, más adelante, esa capacidad se extienda a otros modelos. La integración con el MQ-20 muestra cómo GRACE permite acelerar esa transición hacia los CCA definitivos

Sin embargo, hay dudas sobre el uso de un tablet para controlar drones desde un caza monoplaza. Según recoge el medio de defensa The War Zone, un directivo de General Atomics admite que llegó a volar con una tablet en cabina y que era ‘realmente difícil’ pilotar el avión, manejar el sistema de armas y supervisar un dron a la vez, mientras que desde Skunk Works, división de proyectos avanzados de Lokheed Martin, reconocen que la tablet es útil para experimentar rápido, pero difícilmente será la solución final.
Los responsables del programa destacan que la prueba demuestra la posibilidad de reutilizar hardware entre plataformas sin limitaciones de propiedad intelectual, un pilar del enfoque Open Mission Systems del Pentágono para acelerar las mejoras de aviónica con diferentes proveedores.
MQ-20, el dron acompañante controlado por el piloto del F-22

El MQ-20, antes conocido como Predator C Avenger, es un dron furtivo a reacción de alta velocidad que General Atomics desarrolla desde hace más de una década para operar en espacios aéreos altamente disputados.
Voló por primera vez en 2009. La versión actual de producción tiene una envergadura de 23 metros y más capacidad de combustible, lo que le permite superar las 20 horas de autonomía. La variante Avenger Extended Range aumenta todavía más ese alcance.
Con un motor turbofán Pratt & Whitney de más de 2.300 kilos de empuje, el Avenger alcanza hasta 740 km/h de velocidad y puede operar por encima de los 15.000 metros.
El dron necesita menos de 1.500 metros de pista para despegar o aterrizar y puede llevar una combinación de cargas internas y externas, incluyendo hasta 1.360 kilos de armamento de precisión en su bodega interna. Además, puede montar múltiples sensores de inteligencia, vigilancia y reconocimiento en los soportes situados bajo las alas.
General Atomics presenta el MQ-20 como una plataforma pilotada remotamente de nueva generación, pensada para misiones de vigilancia de amplio espectro, ataques de alta prioridad, designación de objetivos en el ámbito marítimo y obtención de inteligencia electrónica de largo alcance. Su velocidad y funciones autónomas permiten reposicionarlo con rapidez, lo que mejora su supervivencia dentro o cerca de redes de defensa aérea enemigas.
La aeronave utiliza las mismas estaciones de control en tierra que los drones de la familia Predator, lo que permite a los operadores cambiar de plataforma prácticamente sin readaptación. La prueba forma parte de una serie de demostraciones autofinanciadas con las que la industria busca explorar hasta dónde puede llegar la cooperación entre cazas tripulados y sistemas no tripulados.
Al validar los nuevos enlaces de comunicaciones entre el MQ-20 y el F-22, las empresas sostienen que el ensayo impulsa el ecosistema de autonomía que permitirá conectar múltiples tipos de aeronaves en combate y confirma el interés por integrar con rapidez plataformas no tripuladas capaces de entrar en espacio aéreo de alto riesgo sin poner en riesgo al piloto.
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