Estreno

“Juan Pilila” va al psicólogo

Una especialista ha visto y valora la serie infantil que acaba de estrenar Filmin sobre «el hombre con el pene más largo del mundo»

Juan Pilila
Juan PililaFilmin

La bisabuela de Juan Pilila (John Dillerman en la versión original) está preocupada. Su bisnieto es descuidado y todavía tiene mucho que aprender de las relaciones sociales. Además, es el protagonista de una serie infantil en stop motion destinada a niños de entre cuatro y ocho años. Juan tiene bigote y siempre va vestido con una suerte de bañador a rayas rojas y blancas de los años 20, pero su auténtico problema es que se trata del «hombre con el pene más largo del mundo». Y sus genitales no hacen más que meterle en problemas dentro y fuera de la pantalla. Así que hemos decidido acudir a la doctora especializada en Psicología Clínica infanto-juvenil, Gloria Bellido.

Juan Pilila nació como John Dillerman, una palabra del argot danés para el pene, de la mente de Jacob Ley como una serie de cuentos para dormir a sus hijos. Su productora, Made by Us, creó la ficción animada y consiguieron el asesoramiento de la psicóloga Margrethe Bruun Hansen, y de la organización sin ánimo de lucro Sex and Society, que se encarga de brindar educación sexual en Dinamarca. Todo correcto. Y lanzaron la serie al mundo con la consecuente controversia. ¿Qué se ve? Pues a un hombre que parece adulto, con bigote y bañador de rayas que es capaz de solucionar los problemas en los que le mete su largo miembro día tras día. Desde la propia cadena original, RD, el jefe del departamento infantil, Morten Skov Hansen, aleja la polémica: la serie no se trata de genitales, sino de «ser fiel a uno mismo, incluidos tus defectos». Explica que el programa también «reconoce la creciente curiosidad de los niños por el cuerpo: tanto las cosas que son vergonzosas como las que son divertidas». Según el ejecutivo, «siempre damos la bienvenida al debate sobre nuestro contenido. Pero es importante intentar no ver el programa desde la perspectiva de un adulto». Desde luego el éxito no le rehuye porque 250.000 niños vieron la serie en los primeros cinco días, y luego sus padres han dejado buenas impresiones sobre su contenido y los valores que intenta inculcar. La psicóloga Margrethe Brun Hansen, que dio el visto bueno a su producción, intenta explicarnos que si hacemos acopio de falta de tacto y queremos censurar contenidos como los de «Juan Pilila», «se corre el riesgo de infligirles una vergüenza sexual y una ansiedad por el tacto, que en realidad es nuestra. Creo que es una lástima».

Según Gloria Bellido, coordinadora de la sección infanto-juvenil de ANPIR (Asociación Nacional de Psicólogos y Residentes), «los niños ven muchas series con contenidos surrealistas que nos pueden chocar. Existen otras cosas más sexualizadas como los anuncios, donde se ve a niñas y preadolescentes con nada explícito, pero los labios pintados de rojo...». En el caso concreto de nuestro amigo Juan Pilila, «es verdad que es un señor con bigote, pero el trato de la bisabuela es muy infantil, así que en este caso a los niños les da igual el bigote. Pensamos que los niños son adultos en miniatura, pero de desarrollo cerebral les queda mucho». Y aunque Juan comete muchos errores por «la falta de control de impulsos, existe otra parte más reflexiva y luego toma una conducta más de ayuda a los demás».

Recalca la doctora que en el caso de los niños, es importante que «estén muy en contacto con su sexualidad y alejados del tabú. Pero que se marque bien la diferencia de lo que se puede hacer en el ámbito público y en el privado». Los niños necesitan que los padres no sólo «les enchufen una serie», y que es «importante que te sientes con él y estés listo para acompañarle en el proceso; las preguntas que se haga, las dudas que se le generan e ir resolviendo». Incluso apunta a que determinadas temáticas en lo que ven nuestros hijos facilita el hablar con ellos de temas sensibles. «No le puedes sentar e intentar hablar porque no conecta. Sin embargo, si nos apoyamos en series de la vida cotidiana o en libros es más fácil. Sentarle y decirle, ¿cómo ves que Pilila vaya enseñándolo? ¿qué harías si un desconocido te pide que se lo enseñes? Empezar una conversación para intentar que hablen de un posible abuso sexual», asegura. No es casualidad que «en el tema de los abusos nos encontramos con que los niños sienten culpabilidad y no lo cuentan por vergüenza o miedo. Y hablar de ello es la mejor prevención».

Nos hemos quedado más tranquilos y prometemos dejar de mirar a Juan Pilila con la mirada acomplejada de los adultos.