
Rodaje
De excluida a leyenda: así será la película de Sandra Sánchez
El rodaje de “Karateka” ya está en marcha entre Madrid y Japón con Andrea Ros y Patrick Criado como protagonistas

En una industria saturada de biopics al peso, “Karateka” aparece como esa historia que no necesitaba ser inflada: ya venía cargada de verdad. El nuevo proyecto de Aritz Moreno, que se rueda entre Madrid y Japón, no solo pone en imágenes la vida de Sandra Sánchez, sino que la saca del tatami para entrar en otro ring: el del cine.
Aquí no hay mitos de mármol ni homenajes planos. Lo que hay es una mujer que a los 39 años decidió no retirarse y, en su lugar, conquistar el oro olímpico en Tokio 2020. Con esa premisa —y sin perder la humildad— nace esta película que ni glorifica ni caricaturiza, sino que acompaña.
Andrea Ros, que interpreta a Sandra, no se conformó con parecerse. “La preparación ha sido un infierno muchas veces… pero también una experiencia transformadora”, confiesa. Quince meses de entrenamientos reales, convivencias con Sandra y una entrega que no pasa por la superficie. Ros no actúa una karateka: la ha sudado, la ha entendido, la ha llorado.
A su lado, Patrick Criado se mete en el rol de Jesús del Moral, entrenador y pareja de Sandra, con una precisión que también ha salido del dojo. “Entrenar con ellos ha sido un lujo. Son historia viva del kárate. Y lo que más les preocupa es que el karate se vea bien. Eso se nota”, explica. Esa obsesión por el detalle, por la técnica, por la verdad, ha terminado empapando la película. Y se agradece.
Aritz Moreno, más conocido por mover el surrealismo como en “Ventajas de viajar en tren”, cambia radicalmente de tono sin perder su huella. “Jamás pensé en dirigir un biopic, hasta que escuché esta historia”, dice. “Tiene alma de manga deportivo y una épica silenciosa que no necesita maquillaje”. De ahí que el director no haya querido quedarse en la superficie del logro, sino bajar al barro: las veces que nadie mira, las derrotas privadas, los entrenamientos sin promesa de victoria.
La propia Sandra Sánchez, que acompaña de cerca el rodaje, lo resume con claridad: “Mezcla de felicidad y vértigo. Andrea lleva más de un año entrenando con nosotros. Es empática, sensible, luchadora. Y Patrick ha sabido captar lo que hay detrás de Jesús, no solo lo visible. Estoy muy agradecida”.
Y sí, puede sonar a frase protocolaria, pero esa mezcla entre vértigo y agradecimiento atraviesa la película. No es solo una historia de superación (que lo es). Ni solo de amor o de deporte (aunque también). Es una historia de ir en contra del reloj, del sistema, de las estadísticas. De no encajar y aun así insistir. De seguir cuando ya nadie lo espera.
Por eso, más allá del golpe visual de rodar en Japón, o de la solidez de una producción con nombres como Atresmedia Cine, Netflix o Warner, lo que destaca es la mirada. “Karateka” no decora, no endulza, no subraya con marcador fluorescente. Te lleva al centro. Y ahí, muestra la escena más compleja: la de una mujer que simplemente no quiso rendirse.
No se trata de convertir a Sandra Sánchez en leyenda. Ya lo es. Se trata de contar cómo lo hizo sin convertirla en estatua. Y si lo que se ha visto hasta ahora es solo el rodaje… cuidado con lo que viene.
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