Cónclave

Onésimo Díaz, historiador, explica el origen del nombre de los papas

El nombre elegido por el nuevo Papa puede ser muy importante para ver si la tendencia es continuista con las ideas de Francisco I o rompedoras

Imagen de un momento del cónclave de la iglesia anglicana
Imagen de un momento del cónclave de la iglesia anglicanaAgencia AP

La Iglesia Católica siempre ha estado de moda pero en estas últimas semanas acaparan las principales portadas de medios de todo el mundo tras el fallecimiento del Papa Francisco I y con el inminente Cónclave que empieza esta tarde para elegir al futuro sumo pontífice. Cuando el humo blanco comience a salir por la chimenea de la Capilla Sixtina, pasará aproximadamente una hora hasta que el cardenal protodiácono aparezca en el balcón de la Basílica de San Pedro para anunciar al nuevo Papa con la tradicional frase: "Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam". Tras esto se dará a conocer el nombre del nuevo sumo pontífice de la Iglesia Católica, un nombre que elige el propio cardenal elegido, diferente a su nombre bautismal, una tradición que no era habitual en el origen del cargo tal y como explica el historiador Onésimo Díaz en el videopodcast 'Vino para charlar'.

Motivados por un Dios Pagano

Las apuestas sobre el nuevo Papa está en alza en los últimos días y dependiendo del nombre escogido se verá las intenciones del nuevo sumo pontífice, ya que como indica Onésimo Díaz, si se elige Francisco II, la tendencia será continuar con el trabajo previo del cardenal Jorge Mario Bergoglio (Francisco I). Si por el contrario el nombre escogido es Juan Pablo III o Benedicto XVII podría significar, según el historiador madrileño, que puede haber pequeños cambios en la forma de actuar de la Iglesia.

A raíz del nombre, Onésimo explicaba en el videopodcast 'Vino para charlar' que la tradición de cambiar el nombre proviene de la edad antigua, ya que la costumbre del Obispo elegido era mantener su nombre bautismal una vez era elegido Papa, hasta la llegada de Mercurio en el siglo V, cuyo nombre que hacía referencia a un Dios Pagano (de la mitología romana que hace referencia al Dios del comercio y los viajeros). Según cuenta Onésimo Díaz, a Mercurio le hicieron cambiar de nombre (a Juan II) y a partir de este momento se creó esta costumbre que sigue vigente hasta el día de hoy.