Aniversarios
20 años sin olor a Romero, el mítico adiós de Curro
El Farón de Camas se despidió de manera inesperada de los ruedos tras torear un festival en La Algaba con Morante de la Puebla
Apenas pasaban unos minutos de la diez de la noche. Era domingo. Finales de temporada. En Clarín, el mítico programa de Radio Nacional de España daban el parte. Como siempre. Hasta que una sorprendente llamada cambió el rumbo del programa y de todos los titulares de periódicos. «Ha llegado la hora del adiós», dijo Curro a los micrófonos.
Y así fue. Aquel paseíllo en la localidad sevillana de La Algaba, compartido con Morante de la Puebla, fue el adiós de una leyenda vida del toreo, capaz de levantar el clamor popular y los más fieles seguidores. El Currismo es y será, por mucho que pase el tiempo.
Estaba Curro Romero cerca de cumplir los 67 años y el festival que lidió en La Algaba quizá le puso los pies en la tierra. La tenebrosa línea que se cruza cada tarde de toros. Tuvo éxito aquel día y también vio cómo el astado le cogió al torero de La Puebla. La vida ya no estaba para bromas. En la soledad de sus pensamientos tomó la decisión. Cumplida. Y aquella mañana del mes de octubre, un 22 grabado para los anales de la Historia, el maestro de Camas puso punto y final a su trayectoria. “Aunque no le pasó nada me preocupó mucho, porque me recordó que los toros pueden herir, además si me quedo con los seis toros hubiera sido un problema. Ha llegado la hora del adiós”, comentó.
Dejaba atrás una carrera histórica de más de cuatro décadas. Histórico. Siete Puertas Grandes en la Monumental de Las Ventas, el gran reto, y cinco salidas a hombros por la Puerta del Príncipe de su Sevilla, donde todavía huele a romero.
Aquel mismo año había hecho el paseíllo en la Maestranza. Su plaza. La última el 2 de mayo, aunque actuó en cuatro tardes. Aquella, la última sin saberlo, hizo el paseo con Curro Vázquez y Finito de Córdoba para lidiar toros de Juan Pedro Domecq. No hizo lo mismo en la que tenía contratada para la Feria de San Miguel. Un cambio de ganaderías supuso un problema e hizo que Morante y el Faraón se cayeran del cartel, antes lo había hecho Manzanares.
Después, tanto Curro como Morante quisieron torear en la Maestranza un festival a beneficio de ANDEX. La empresa se negó y la Real Maestranza silencio. Y eso hizo que aquella mañana, la última de la vida profesional de Curro Romero, ocurriera en la bella plaza de La Algaba.
Veinte años se cumplen hoy, en la noche oscura de esta pandemia, con la memoria fresca de una historia incomparable. Dos décadas después el toreo sigue oliendo a romero. Y es inigualable.
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