Toros

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La dignidad de Rafaelillo acabó con la leyenda negra de “Rabanero”

Al diestro murciano le había tocado el toro de 640 kilos que ha herido a tres corredores en el encierro de esta mañana

Rafaelillo en imagen de archivo
Rafaelillo en imagen de archivolarazon

”Rabanero” traía todos los miedos juntos, apretados, como si trajera la historia de la casa apelmazada, hecha pedazo y jirones en cada uno de los kilos de su extensa construcción ósea. Era una escalera en su estructura. Alto, no, eso era otra cosa. Altísimo. Sacaba una cabeza no a Rafaelillo, que también, si no que cuando se asomaba al burladero era espeluznante aquello. Toda una aventura al alcance de muy pocos. “Rabanero” venía con la sangre fresca de la mañana y el mal fario que eso destruye los sueños y los ánimos por igual como una apisonadora. Tres heridos. Tres cornadas. Y salió a escena el primero para la última de San Fermín, porque así lo quiso el destino, así lo quiso el sorteo a mediodía. Una larga cambiada de rodillas fue el desafío que le honró para su puesta en escena. La de Rafael, que llamarle Rafaelillo, delante de ese pedazo toro hasta cuesta. Cogido del estribo comenzó la labor. Luego, la bestia, que no había humillado, bien es cierto que es marca de la casa, comenzó a orientarse y tirar derrotes. No era fácil. Nunca lo fue. Pero Rafael no volvió la cara. No es torero de eso. Resolvió la faena, pero le aguardaba el papelón de meter la espada a un toro que era un 4x4 y nunca jamás tuvo la deferencia de humillar. Un pinchazo precedió a una estocada de mucho mérito. Y así, Rafael acabó, con un derroche de dignidad con la leyenda negra de “Rabanero” y el cuerpo entero.