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Feria de San Isidro

La otra historia de Plaza y el trofeo de González

Rafael González cortó una oreja del cuarto toro de la tarde, ayer en la Monumental de Las Ventas. Foto: Luis Díaz
Rafael González cortó una oreja del cuarto toro de la tarde, ayer en la Monumental de Las Ventas. Foto: Luis Díazlarazon

El novillero Rafael González cortó la única oreja de la tarde de un buen encierro de Conde de Mayalde y Fernando Plaza deja un concepto esperanzador a pesar de su corto bagaje en San Isidro

A veces con poco se dice mucho. Incluso todo. Por eso sólo hizo falta el comienzo de faena de Fernando Plaza al tercero para ver un concepto bueno en su manera de estar por la plaza, de querer echarle los vuelos de los trastos, de la verticalidad, de la cadencia, de otra historia que se sale de la vulgaridad de muchos días. Esa perfección imperfecta como es el arte. El novillo tuvo buen ritmo, pero toda la sosería del mundo a cuestas. No fue faena grande la que hizo al tercero, pero tiene personalidad, eso que tanto se busca y poco se encuentra. Tiene algo, que ni se quiere definir, pero te hace querer volver a verle. La espada no fue, más bien quedó el aroma. Y la esperanza del sexto. Se movió mucho a punto de irse en todo momento. De rodillas el comienzo, aunque los naturales buenos vinieron justo después. No fue una faena maciza, tuvo desigualdades, como las tenía la informal embestida del novillo. Pero se ve su manera de hacer las cosas, su parsimonia, su valor sincero y luz sobre el futuro. El resto, se aprende.

Mansito en varas y a su bola durante parte de los primeros tercios fue el novillo que abrió plaza. Punto y aparte en el momento de la soledad, el momento de la verdad. Ahí el de Conde de Mayalde rescató toda la fijeza que no había tenido hasta entonces y se entregó en la muleta con plenitud, repetición, franqueza y transmisión. Rafael González su matador se fue a portagayola, puso variedad en el saludo de capa e imprimió a la faena firmeza siempre y oficio y estuvo más entonado por el pitón diestro. No tan fino después y totalmente desafinado a la hora de matar. El novillo merecía la excelencia.

Bueno resultó también el cuarto, muy presto a los cites y boyante. Rafael sumó de su parte todo un despliegue de valentía y raza, sobre todo en los comienzos de rodillas, en la arrucina por la espalda y puso ganas después en el toreo fundamental, pero aquello no acababa de llegar al tendido ni lograr la entidad suficiente para el éxito. Apuró la faena con manoletinas y se ganó el trofeo con una estocada a carta cabal, en el mismo hoyo y de efecto fulminante. No perdonó ni medio quite, ni antes ni después.

Un ritmo bueno tuvo el segundo, pero le duró poco el ímpetu y por vía directa la transmisión. Marcos estuvo solvente con el animal, pero sin romper la frialdad. Se fue a portagayola con el quinto a lo que siguieron varias largas de rodillas. Ganas había. Y compromiso. Miguel Martín y Fernando Sánchez lo bordaron en banderillas y se desmonteraron. La faena al novillo que tuvo raza y cosas buenas contó con altibajos. La cumbre fue una tanda diestra y el resto más desordenado. La espada se dilató y retornamos al punto de partida de la frialdad.

La tarde tuvo matices, muy diferentes y una novillada de Conde de Mayalde que tuvo que torear.

Ficha del festejo:

Las Ventas (Madrid). Séptima de la Feria de San Isidro. Se lidiaron novillos de la ganadería de Conde de Mayalde, bien presentados en líneas generales. 1º, gran novillo, con transmisión, franqueza y repetición; 2º, noble y de calidad, pero justo de ímpetu; 3º, noble pero soso; 4º, bueno; 5º, manejable; 6º, informal y punto rajado. Tres cuartos de entrada.

Rafael González, de plomo y plata, pinchaz abajo, media estocada (saludos); buena estocada (oreja).

Marcos, de verde botella y oro, estocada (silencio); dos pinchazos, estocada, descabello, aviso (silencio).

Fernando Plaza, de lila y oro, media estocada, aviso (silencio); estocada, aviso (saludos)