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Pablo Aguado: "Sueño con que un toro me vuelva a embestir como en Sevilla"

El diestro sevillano, debuta mañana en este San Isidro tras proclamarse triunfador de la pasada Feria de Abril. Su segunda cita en el serial madrileño llegará en el cierre, el próximo 16 de junio

Foto: MANOLO OLMEDO
Foto: MANOLO OLMEDOlarazon

El diestro sevillano, todavía conmocionado por su gran triunfo de cuatro orejas en La Maestranza, comparacerá mañana en su primera tarde de este San Isidro

El torero sevillano asume mañana su primer compromiso en este San Isidro, tan solo unos días después de que todos los jurados le declarasen triunfador de Sevilla. Allí se ha despojado del apellido «revelación» y en Madrid ya se le espera. Y él lo sabe.

Todavía conserva en estado puro las emociones que vivió la tarde de sus cuatro orejas en la Maestranza, que muchos ya consideran parte de la historia de esta plaza. Pero más allá de la euforia el diestro nunca abandona su constante autoexigencia, aunque en estos casos cueste especialmente: «Cuando vea el vídeo seguramente me saque defectos, porque los toreros nunca estamos plenamente satisfechos con lo que hacemos. En cuanto a emociones se puede acercar mucho a la tarde perfecta», reconoce alegre el sevillano. A pesar de haber conseguido un número de trofeos al alcance de muy pocos el espada también huye del resultadismo: «Los sueños van más allá de los números y las estadísticas. Me quedo con las caras de emoción y llanto que provoqué ayer». «Tuve una sensación interior plena, sentí que controlaba el ritmo de cada muletazo, de cada embestida, de principio a fin», apunta Aguado sobre su primer toro. En cambio la segunda la describe como una faena más basada en el poder y la entrega. Aunque todos los medios le ensalzan como el gran protagonista de una tarde que quedará en el recuerdo de todo aficionado, el torero sevillano valora igual la labor de sus dos compañeros y las virtudes de los toros de Jandilla: «Fue un cúmulo de circunstancia idóneas, los tres estuvimos a la altura de una gran corrida. Ya sueño con la posibilidad de que un toro me vuelva a embestir así». También reconoce que un triunfo en una tarde como esa, junto a dos figuras como Morante de La Puebla y Roca Rey y un ambiente inigualable de «No hay billetes» sabe de una forma especial, «pero no solo por el factor competitivo sino por la dimensión que cobra la hazaña». Pero incluso en esta atmósfera de corrida excepcional, en su casa, con su gente y en Feria de abril, el miedo también está ahí. A todo, al toro y a la presión: «Cuando monté la espada para matar al segundo fui consciente de que estaba rozando la Puerta del Príncipe con los dedos, pero inmediatamente borré ese pensamiento de mi cabeza. No podía caer en el error de pensar en el triunfo antes de lograrlo». Incluso cuando se crea la magia de que lo casi imposible parezca asequible : «Cuando más despacio toreas más cerca sientes el peligro».

Su modestia no impidió que ayer su nombre ocupase todos los titulares, en los que se le presenta como el nuevo «torero de Sevilla». Sin embargo, su profundo respeto y admiración hacia Morante de La Puebla le impide catalogarse como tal: «Sigo viendo igual de lejos poder reemplazar su hueco algún día, porque no solo se trata de ocupar su toreo o su espacio en el cartel, sino también su trayectoria. Esa meta no está en mi cabeza».

Incalculable es la euforia que el torero siente ahora, cuando conoce el triunfo pero también la frustración de estar cuatro meses parado tras cortar una oreja en Sevilla. Nadie llamó. Por todo esto ayer no dudó en celebrar el triunfo con «la familia y los amigos que siempre estuvieron ahí cuando las cosas no estaban tan claras».

Un sueño de niño

«Lo más importante de un triunfo es compartirlo con la gente. Todavía me acuerdo cuando era pequeño y alguna vez me tiraban una oreja. Llegaba a casa siendo el niño más feliz del mundo. Es la forma más sencilla y gratuita de contentar a alguien», comenta Aguado sobre la fotografía.

En la imagen el diestro Pablo Aguado dentrega los dos trofeos a un niño que se acercó al callejón. Un torero comprometido.