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Feria de San Isidro

Perera, Puerta Grande de poca memoria

El extremeño cortó dos orejas del toro «Pijotero» de la ganadería de Fuente Ymbro en la segunda de San Isidro.

Miguel Ángel Perera cortó dos orejas del tercer toro de la tarde y salió a hombros de la plaza. Foto: Jesús G. Feria
Miguel Ángel Perera cortó dos orejas del tercer toro de la tarde y salió a hombros de la plaza. Foto: Jesús G. Ferialarazon

El extremeño cortó dos orejas del toro «Pijotero» de la ganadería de Fuente Ymbro en la segunda de San Isidro.

A Urdiales le sacaron a saludar. Olía a Otoño cuando hizo el paseíllo todavía. Olía a toreo descomunal. Aquello que es capaz de hacer. Aquello que hizo, todo aquello que se le escapó de las yemas de las manos, como un regalo a las mil batallas perdidas en las ruindades de los despachos. Volvía Diego a Madrid, que ya es un poco suyo y Urdiales un todo de Madrid. Volvíamos todos al lugar de los hechos, con la grandeza de los recuerdos, que es lo que nos mantiene vivos y la capacidad para compartirlos. Vivir para contarla. Con la faena de la temporada hecha Diego se sumó al sorteo del bombo y de aquel azar le cayó la corrida de Alcurrucén. Se apuntó él a la de Fuente Ymbro. La misma divisa con la que bordó, soñó y engrandeció el toreo aquella tarde de Otoño. Ya en primavera rugía Madrid con los dientes afilados, aunque antes sacaba a saludar al torero. Madrid tiene memoria. Y el torero, a su vez, sacó a los compañeros. A plaza llena. Bella Madrid. Con su arena de plata. Fino entró en Madrid después de dos obras de arte que bien lo merecían. Y consecutivas, que en un artista eso vale doble. En Fallas y Castellón. Por la vía de la sustitución. Pero el peso de Madrid fue una losa y la fluidez de aquellas tardes se le convirtió en tensión y dudas. No quiso ver al primero, que había sido mansito en los primeros tercios y tuvo largo el viaje después con franqueza, iba hasta el final el fuenteymbro en la frágil muleta del torero de Córdoba. El misterio de su tauromaquia no se alumbró. Fuera y sin apostar, el toro fue más allá de donde quería la muleta del torero. Una sombra de sí mismo fue con la espada. No quiso ver al cuarto, que tampoco supimos cómo fue devorado El Fino por sí mismo.

La faena de Urdiales resultó más trabajada que lucida, pero repleta de matices. Tenía «Indómito» más fuelle en la primera arrancada y poca clase en las que seguían: a todas las trató igual el torero. Intentó sacarle el mayor partido posible, muy colocado siempre, con la muleta muy baja en el intento de alargar el viaje del toro por abajo, técnica depurada y pleno de valor. Espada inconclusa y fríos los ánimos.

Y no era su tarde, porque en algún lugar estaba escrito, que era el turno de Perera. Y por eso saltó al ruedo «Pijotero». Y por eso lo había sorteado a las doce de la mañana. Apretó en el caballo y fue toro a la medida de Madrid, con los resortes exactos para prender la llama del público venteño que, por cierto, colmó la plaza. La misma que Carmena se empeña en hacer desaparecer de su programa de fiestas. 24.000 personas allí metidas. No existimos para la alcaldesa. (Otra cuestión son los impuestos). Perera supo ver al toro. Y aprovechó esa maravillosa virtud de acudir de lejos y le cuajó en las primeras tandas diestras, sin apretarle del todo, luciendo al animal y templándose mucho con él. Resultó lo más lucido, lo más rotundo... Tomó después el extremeño la zurda y la faena bajó enteros. Tenía menos ritmo el animal y sobre todo no llegó a alcanzar la misma brillantez la faena. Fue más búsqueda que encuentro. Quiso retomar el camino diestro antes de poner fin a la historia y fue un cierre más festivo que sólido de verdad. La espada, a la primera, punto trasera, valió para la petición doble y que el presidente los diera. Era una Puerta Grande de poco recorrido en la memoria. Y allí mismo se protestó. El sexto, venido a menos, no le dio opciones de reinvindicar. Ahí quedó todo.

Al Rey emérito brindó Urdiales el quinto también como lo había hecho Perera. Y la movilidad del fuenteymbro nos hizo mantener la esperanza, pero detrás de ese ir y venir faltó entrega. Se quedaba corto el toro y sin humillar. En esa trazas Urdiales montó faena con poco eco en esas 24.000 almas. Las almas ignoradas de Carmena. Qué pena. Y en el día del Patrón. Madrid, Madrid, Madrid...

Las Ventas (Madrid). Segunda de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro. 1º, de buen juego; 2º, de poca clase; 3º, gran toro; 4º, manejable; 5º, movilidad sin entrega; 6º, parado y deslucido. Lleno en los tendidos.

Finito de Córdoba, de berenjena y oro, pinchazo, bajonazo (silencio); metisaca, estocada perpendicular y trasera, descabello (silencio).

Diego Urdiales, de azul marino y oro, pinchazo, estocada desprendida, aviso, dos descabellos (silencio); pinchazo, media estocada (silencio).

Miguel Ángel Perera, de verde y oro, estocada (dos orejas); pinchazo, media trasera (silencio).