Toros

Sevilla

Roca Rey, el príncipe de Sevilla que se queda a las puertas de lo máximo

Mayoritaria petición de rabo tras una emocionante faena a “Encendido”, un gran toro de Cuvillo en Sevilla

El diestro peruano Roca Rey con su segundo toro en la quinta corrida de abono de la Feria de Abril / Efe
El diestro peruano Roca Rey con su segundo toro en la quinta corrida de abono de la Feria de Abril / Efelarazon

Mayoritaria petición de rabo tras una emocionante faena a “Encendido”, un gran toro de Cuvillo en Sevilla.

Ficha del festejo:

Sevilla. Quinta de abono. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo. 1º, flojo y deslucido; 2º y 5º, sobrero, nobles y de buen juego; 3º,sobrero, pronto, con punto de mansedumbre, desigual ritmo y complicado; 4º, soso; 6º, gran toro con mucho temple y calidad. Lleno de No hay billetes.

Sebastián Castella, de tabaco y oro, media trasera (silencio); estocada corta (silencio).

José María Manzanares, de grana y oro, estocada, dos avisos (saludos); estocada (saludos).

Roca Rey, de grana y oro, metisaca, estocada (saludos); estocada (dos orejas con petición de rabo).

La Infanta Elena presenció el festejo desde un palco.

“Madrilito” salió a la Maestranza repeinado y con los rizos brillantes, solo como si Laura Duarte, la candidata de Pacma, hubiera pasado su tiempo haciéndose cargo del look. Claro que en este caso le hubiera sido más complicado llevar a engaño a la gente y hacer pasar a este maromazo de toro por buey que se dejara atusar. Tendrá que conformarse de momento con su circo y difundirlo en esa onda expansiva de las redes en la que vale todo. Y si es mentira la probabilidad de que sea viral se multiplica. País nuestro. Al Cuvillo le faltó fuerza después para empujar en la muleta de Castella, la fuerza no significa que se le pueda acariciar (mensaje sólo para Duarte, que tampoco queremos más disgustos).

El “No hay billetes” lo puso Roca, como viene siendo habitual. Tira de taquilla, como de las faenas después en busca del triunfo hasta límites insospechados. Y una cosa a la otra. De boca en boca. Pólvora pura. El tercero volvió a corrales, pero con el sobrero del mismo hierro se buscó su espacio y su tiempo. El toro tenía los desafíos suficientes como para no perder detalle. Un punto a la huida siempre, queriendo irse, muy pronto a la muleta, desigual en el ritmo y con ese puntito de incertidumbre que nos tuvo en vilo. Dos arrucinas marcaron el comienzo y luego hubo que torear aquello porque las bromas estaban justas. En ello centró la atención con más profundidad y lucimiento por el pitón derecho. Y un todo de entrega. Fue el pellizco de una tarde que nos dejó a la deriva. Si había posibilidad de que algo saliera mal. Allá íbamos. Desilusionante la corrida de Cuvillo, por floja y de poca definición, y ventosa la tarde, tediosa, lenta, dos toros a los corrales. ¡En Sevilla! Con lo que eso supone, échale tiempo que no hay prisa. En el sexto iba el ultimísimo cartucho. La suerte quiso. Y Roca por dos. Y entonces llegó «Encendido» a nuestras vidas y a la de Roca Rey para convertirle en príncipe de Sevilla y en rey, porque todo lo que vino después fue una auténtica antología de toreo. De rodillas fue el comienzo de la faena, pero no crean que hubo banalidad, fue un canto a la tauromaquia desde su concepto más puro. Ya viajaba largo el toro y con un temple exquisito. Ese mismo que desarrolló cuando Roca se puso en pie y los derechazos tuvieron un ritmo tremendo y la profundidad que deja entrever la fusión entre toro y torero en el viaje al más allá. Ganó en plenitud el trasteo y en emoción y en magia y ya al final eran uno, al unísono un recital de belleza con un cierre hermoso, como así era ver embestir a ese animal y cuajarlo con esa profundidad a ese torero venido del Perú y llamado a conquistar el difícil terreno de la tauromaquia. Perfilado en el camino de la rectitud se tiró con todo y la espada entró. Los dos trofeos entregados se les quedaron cortos al público y hubo petición de rabo, que el presidente no concedió. La Maestranza, en una tarde con todo a la contra, parecía un auténtico manicomio. Sin lograr la Puerta del Príncipe se había hecho con el corazón de Sevilla hasta las entrañas.

Las tres horas que dejábamos atrás en apenas diez minutos se convirtieron de pronto en una caricatura de nosotros mismos. Daba la sensación de que ni tan siquiera habíamos estado allí. Quizá tampoco Manzanares, con un lote con nobleza y buen fondo, pero a medio gas el torero, sin apostar, o Castella con ese cuarto, tan soso, y al que poco añadió.

Lo soñamos después, y en el gozo de hacerlo despiertos, entre el toreo de Roca Rey y las embestidas de «Encendido», nos permitirá seguir vivos.