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Triunfo de Perera en el viaje al pasado de Morante

El torero extremeño sale a hombros y el de La Puebla da una vuelta al ruedo tras una faena de pellizco en la penúltima de Castellón

El diestro Morante tras su faena en el quinto festejo de la Feria de la Magdalena, celebrado este sábado en la plaza de Castellón.
El diestro Morante tras su faena en el quinto festejo de la Feria de la Magdalena, celebrado este sábado en la plaza de Castellón.larazon

El torero extremeño sale a hombros y el de La Puebla da una vuelta al ruedo tras una faena de pellizco en la penúltima de Castellón

No había comenzado la tarde así. Hubo que esperar. Ocurre a veces. Pero en este caso se presintió con el terciado cuarto. Otra cosa. Y eso que partía la merienda y la gente está a lo suyo o eso parece, pero cuando uno hace un viaje al pasado puede que la garganta atragante... A una mano recibió Morante al toro de Garcigrande para querer después torear bonito a la verónica y aunque no siempre salía, la composición le es tan suya y tan torero que convence como punto de partida. Esperaba más, esperaba Morante sentado en el estribo para a dos manos por alto llevarse al toro, aguantó ese esfuerzo el animal y no se cansó después de acudir a la muleta del sevillano. Buen cómplice para el torero que buscó la majestuosidad de la tauromaquia con todos los resortes y en él, en su concepto, reside la profundidad para arrancarte el olé verdadero. Quizá no fue maciza la faena, pero salpicó cada paso, cada segundo de la inexplicable sensación de lo que podía venir cabía la posibilidad de que fuera grandioso y así vivimos la faena. Arrebatados los remates, inspirados y bellos. La espada entró, trasera y desprendida, pero no tuvo muerte y en el descabello encontró Morante la cruz. Dio una vuelta al ruedo con sabor a premio. No había estado a gusto con el que abrió plaza, que tuvo movilidad y quiso empujar en la muleta hasta el final con sus desafíos en el embroque. Se puso por ambos pitones, pero sin convicción y la faena no pasó a mayores glorias más allá de muletazos sin estructura. Abascal, acompañado del torero catalán Serafín Marín, en el tendido, tuvieron que esperar para el disfrute y ese billete de viaje al pasado que es Morante.

Antes de que normalizáramos lo imposible, Perera se fue al centro del ruedo, hasta ahí todo dentro del patrón no escrito sí visualizado e integrado de su tauromaquia. No había que ser muy avezado para avanzar, con la imaginación al menos, que uno, incluso dos, pases cambiados por la espalda nos vendrían después. Al hacerlo de rodillas multiplicó el rizo, doble mortal. Así desde la distancia que da el tendido, y la calma, parecía inverosímil aquello. Lo hizo posible y por dos. Vino también el toreo en redondo de rodillas casi al mismo tiempo que el fuego en los tendidos y las entregadas, raudas y bravas embestidas del Garcigrande, que fue gran colaborador. Lo disfrutó Perera en varias series centradas y llenas de temple y largura. Bajó el nivel a mitad de faena, pero acabó reencontrándose con el toro, que quería irse y le cosió la arrancadas tapándole la salida, y con el público. Nobleza y largura infinita tuvo el sexto. Largos los muletazos y templados, también con menos reunión y emoción. Cuando el toro ya no quiso se rajó y le retuvo, ahí encontró su lío.

El segundo toro de Garcigrande mostró desinterés por El Juli como por casi todas las cosas de este mundo. Deambulaba el animal pasado de vueltas, sin ganas de nada, olvídense de emplearse, olvidado pues de que tenía enfrente al torero de la casa. Y en verdad cuando llegó el último tercio, intentó exprimirle, abrirle primero un poco esa salida que ya tenía él suelta de por sí y apretarle después, pero a la mínima el toro, que iba y venía, desajustaba aquello. Por el zurdo no lo vio y acabó convirtiéndose la faena más en un duelo (casi de campo) de facultades que en una faena lucida. Salió suelto de los primeros tercios con descaro el quinto, pero tenía movilidad. Julián aceptó el reto en una faena que pasó por muchas fases, siempre de búsqueda y una tanda diestra de mucho encuentro. Hubo espada y faltó descabello. Hubo triunfo de Perera y un Morante que nos dejó viajar, para dentro y al pasado.

Ficha del festejo:

Castellón. Penúltima de la Feria de la Magdalena. Toros de la ganadería de Domingo Hernández, 1º, 5º y 6º y Garcigrande, terciados de presentación. 1º, encastado y de largo viaje; 2º, va y viene sin entrega; 3º, bueno; 4º, de buen juego; 5º, va y viene, muy suelto; 6º, noble y de largas embestidas. Lleno en los tendidos.

Morante de la Puebla, de grana y oro, pinchazo, bajonazo (saludos); estocada desprendida y trasera, aviso, dos descabellos (vuelta al ruedo).

El Juli, de tabaco y oro, estocada trasera y caída (saludos); estocada, dos descabellos (saludos).

Miguel Ángel Perera, de coral y oro, estocada corta (oreja); estocada corta (oreja).