Aventura

«Una frase muy sencilla: el plan es que no hay plan»

Este domingo recibimos un poco de la sabiduría motera de Pedro Esteban y de su arriesgado viaje de ida y vuelta a Ulán Bator. Iba en una moto de 125, iba él solo, volvió con la moto y cientos de amigos.

Pedro y su Honda XL 125 V Varadero.
Pedro y su Honda XL 125 V Varadero.Pedro Lawford

Cuando Pedro se compró su primera moto bien entrada la veintena, una Honda CR250, entonces todavía no sabía en qué mundo se había metido. Sus primeros rodamientos los hizo en el campo de Burgos, aprendiendo mientras observaba a sus amigos más experimentados, y poco a poco fue cogiendo soltura con los manillares. Una Honda sucedió a la otra y Pedro descubrió la libertad que supone escaparse a sitios remotos con nada más que una garrafa de agua y la tienda de campaña, aunque siempre campo a través. El asfalto nunca le atrajo demasiado hasta que cayó en sus manos una Suzuki GSX -R, él la llama su motoescuela de asfalto, y comenzó a plantearse hacer la carrera del Mongol Rally. El resto ya forma parte de la historia de su vida.

Esta carrera consiste en recorrer a lo largo de dos meses la distancia que separa Madrid de Ulán Bator, la capital de Mongolia, y es organizada todos los años por la agencia de aventuras británica The Aventurist. Lleva celebrándose desde el año 2007 y se puede participar en modalidad de coche o motocicleta, dependiendo del grado de locura de cada uno. Lo que hace especial a Pedro no es participar en este arriesgado proyecto conduciendo una Honda XL125 Varadero… sino haber vuelto también en moto a Madrid, haciendo un total de casi 30.000 kilómetros de carretera.

"Compré la moto, me inscribí en la carrera y ya no hubo marcha atrás".
"Compré la moto, me inscribí en la carrera y ya no hubo marcha atrás".Pedro Esteban

¿Este era tu primer gran viaje?

Sí. Hasta ahora nunca había hecho nada igual. Es verdad que suelo irme dos o tres días con la moto cuando estoy en España, pero hasta ahora nunca hice algo así.

Sabemos que fuiste hasta Mongolia para participar en la competición del Mongol Rally pero, ¿por qué decidiste volver también en moto?

La verdad es que no fue algo que estuviera pensado. Mi idea era meter la moto en un tren que la llevara a España y meterme yo en un avión. Ya estaba bastante tocado por el viaje de ida. Pero luego me dijeron que el tren tardaría dos semanas en salir y que solo llevaría la moto a Moscú. Entonces pensé que sería más rápido y sencillo volver en moto, hablé con una amigo que me hice en Mongolia, Manu, y regresamos juntos a España.

¿Siempre fue tu idea hacer este viaje en solitario?

En el año 2016, un compañero de universidad y yo comenzamos a organizar el viaje para hacerlo en automóvil. Fueron pasando los años y lo íbamos retrasando, hasta este año. Me dije que era ahora o nunca, aunque fuera en solitario, este era el momento. No me lo pensé demasiado, en realidad. Compré la moto, me inscribí en la carrera y ya no hubo marcha atrás.

Sin la tienda no llegas ni a Bulgaria.
Sin la tienda no llegas ni a Bulgaria.Pedro Esteban

¿Cómo funciona la cuestión económica para un viaje como este?

No es un viaje barato, debió de rondar en los tres mil euros sin contar con la moto. Al principio pensaba que los patrocinios me iban a cubrir casi la totalidad, pero no fue así, apenas me patrocinaron en especie. La tienda de campaña, herramientas para la moto… Ya sabes.

Entiendo que el tamaño de la moto restringirá mucho el equipo que puedas llevar. ¿Qué tres básicos no pueden faltarte? ¿Echaste algo en falta?

Es imprescindible ser práctico. Lo más importante son el equipo de acampada, la cocina portátil y la garrafa de gasolina, sin estas tres cosas no llegas ni a Bulgaria, claro. Aunque sí es verdad que me faltó un disco de freno. Se me estropeó uno en Kazajistán y nunca encontré un recambio.

¿Cuál fue el momento más complicado de tu viaje?

Muchos días fueron frustrantes pero siempre intenté tomármelos con optimismo. Si tuviese que elegir una etapa complicada, fue la Carretera del Pamir en Tayikistán, lo pasé realmente mal. Estaba a cuatro mil y pico metros de altura, hacía un calor espantoso, la gasolina era de mala calidad y la moto soltaba un cascabeleo muy feo… Lo peor de todo era ver las distancias en el mapa, que parecían muy cortas, y luego recorrerlas y darte cuenta de que podían ser siete, ocho o nueve horas de camino.

¿Y la mejor experiencia?

Sin dudarlo, la gente. Aunque a veces tuve miedo de quedarme tirado en carreteras vacías y que nadie pudiese ayudarme, ese sentimiento no se daba en las carreteras concurridas. Me he dado cuenta de que estamos muy equivocados, no hay que hacer caso de lo que nos dicen sino ir allí y comprobarlo. Todos los miedos de España se desvanecen al conocer a gente tan maravillosa, aquí nadie me cree pero es así. La gente, sin dudarlo. Recibí mucha ayuda por su parte y nunca me pidieron nada.

"Aunque a veces tuve miedo de quedarme tirado en carreteras vacías y que nadie pudiese ayudarme, ese sentimiento no se daba en las carreteras concurridas"
"Aunque a veces tuve miedo de quedarme tirado en carreteras vacías y que nadie pudiese ayudarme, ese sentimiento no se daba en las carreteras concurridas"Pedro Esteban

Dos palabras. Un país y una ciudad.

Uzbekistán y Samarcanda.

¿Qué gran cambio experimentaste, como motero, al cruzar de Europa a Asia?

En Europa tenemos un código no escrito entre moteros para cubrirnos las espaldas. Un motero siempre ayuda a otro. En Asia no, allí es diferente. Mientras que nosotros consideramos la moto un artículo de lujo, ellos la tienen por necesidad. Pasa con cualquier cosa, en realidad. Lo que tenga, cada uno la utiliza como puede para hacerse la vida más sencilla, no para hacerse rutas de fin de semana.

¿Dónde está tu moto ahora? ¿Sobrevivió a la aventura?

¡La moto llegó! La tengo ahora en una nave de Burgos y la verdad es que no me dio casi problemas. El único momento que pensé que no llegaba fue cuando se me partió un pulpo en el desierto del Gobi. No era nada, en realidad, pero atascó la rueda y me asusté.

¿Qué te has llevado de esta maravillosa experiencia?

Una frase muy sencilla: el plan es que no hay plan. Bien podía planear cuidadosamente una etapa que luego el día daba mil vueltas y acababa durmiendo en casa de un kazajo, o parando a acampar en cualquier lugar. La sensación de poder parar la moto en cualquier sitio de Asia Central, poner la tienda y dormir al aire libre es indescriptible. Además, yendo solo tienes una libertad total de movimiento. Pasé por el mar de Aral, por ejemplo, que no va nadie, y me apasionó.

¡La moto llegó!
¡La moto llegó!Pedro

Solo nos queda saber cual será tu próxima aventura.

Ahora mismo está un poco en el aire. Me he comprado una moto con un amigo en Estados Unidos, una Kawasaki KLR 650, y tengo pensado bajar de California por todo Centroamérica hasta Ecuador. Aunque para eso tendré que sacar tiempo.