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La verdadera historia de la mala malísima de Blancanieves supera a cualquier película

Uta von Ballenstedt fue acusada de brujería en vida, rescatada como símbolo nazi y utilizada por Walt Disney en su película de Blancanieves y los siete enanitos

La verdadera historia de la mala malísima de Blancanieves supera a cualquier película
La verdadera historia de la mala malísima de Blancanieves supera a cualquier películalarazon

Era un crudo día de invierno, y los copos de nieve caían del cielo como blancas plumas. La Reina cosía junto a una ventana, cuyo marco era de ébano. Y como mientras cosía miraba caer los copos, con la aguja se pinchó un dedo, y tres gotas de sangre fueron a caer sobre la nieve. El rojo de la sangre destacaba bellamente sobre el fondo blanco, y ella pensó: “¡Ah, si pudiera tener una hija que fuera blanca como la nieve, roja como la sangre y negra como el ébano de esta ventana!”

Así comienza uno de los cuentecitos más conocidos de los geniales Hermanos Grimm. Y si no conoces el dramón de Blancanieves y los siete enanitos, tu infancia fue un poco rara aunque posiblemente te evitaras alguna que otra pesadilla. En cualquier caso. Aquí va el resumen para los que tuvieron una infancia diferente: el deseo de la Reina se cumplió y dio a luz a una criatura de piel blanca, cabellos negros y sedosos y labios rojos como la sangre, conocida en el mundillo de la fantasía como la princesa Blancanieves. Con la mala fortuna de que la Reina murió en el parto y dejó huérfana a su niña antes de que la pudiera llamar madre. Su marido (supongo que un rey) se casó poco después con una hermosa mujer que tenía un espejito mágico y….

No voy a seguir contando la historia. Si no te la sabes a estas alturas tampoco es mi problema. El caso es que el imaginario popular conoce sobradamente la imagen de la madrastra de Blancanieves, una mujer ciertamente hermosa pero cruel, zafia, ambiciosa y vanidosa, llevada con exquisita maestría a la pantalla por el archiconocido Walt Disney. Varias décadas después fue el turno de Charlize Teron para darle vida a la espantosa mujer y la fama de la madrastra se multiplicó todavía más.

¿Pero hubo algunas vez 11.000 vírgenes ?
¿Pero hubo algunas vez 11.000 vírgenes ?DisneyDisney

Todos conocemos a la reina malvada: cejas finas oscilantes sobre unos ojos vigilantes, labios rojos estampados en un cutis blanco, capa de cuello alto adornando su estilosa figura y una corona dorada sobre su deleznable cabeza, tan afilada que haría sangrar las manos de un carpintero. Todos conocemos a la madrastra. Pero, ahora entre nosotros, ¿cuántos conocen a la mujer que inspiró su temible imagen de mala de película?

La mala original

Se llamaba Uta von Ballenstedt y nació en el año 1000. La leyenda popular susurra que era bella como una rosa, astuta como las espinas de las zarzamoras. No tenía el espejito descarado que aparece en la famosa película pero, de haberlo tenido, nadie duda que le habría hecho las mismas preguntas que la mala malísima de Blancanieves. Quiero que el lector imagine su figura esbelta y sus ojos de hielo verde. Quiero que imagine sus movimientos elásticos y educados por las mejores doncellas de Alemania, su sonrisa inquietante, sus pensamientos secretos. Quiero que la admire y la tema a partes iguales, que la evite y la idolatre. Dicen que incluso estuvo a punto de ser quemada en la hoguera, acusada de brujería, y que solo fue gracias a la intercesión de su esposo (Ecardo II, margrave de Meissen, en la actual Sajonia), que su belleza inmortal no se chamuscó antes de tiempo.

A mí todo esto me parece curiosísimo. Poco más se sabe de su vida, nada más que murió sin hijos (la madrastra de Blancanieves murió bailando con unos zancos de hierro incandescente pero casi, casi) el 23 de octubre de 1045 debido a una epidemia que asolaba su región en aquella época. Luego le tocó morir a su marido (a todos nos toca alguna vez, cachis) y durante 200 años nadie volvió a recordar su misteriosa figura.

La escultura de Naumburgo

Si el lector fuese de visita a la catedral de Naumburgo, si cayera por ahí, no le costaría demasiado encontrar la estatua de Uta von Ballenstedt, situada con muy buena planta junto a su acongojado esposo. Un escudo desgastado separa a marido y esposa. Es que resulta que un famosísimo escultor alemán cuyo nombre nadie recuerda, de esos tan famosos que su nombre no importa demasiado, conocido nada más bajo el sobrenombre de Maestro de Naumburgo, talló entre 1250 y 1260 las figuras de Uta (alias Grimhilde) y de su esposo. Tirando de la imaginación porque los protagonistas ya llevaban doscientos años criando larvas.

Uta von Ballenstedt en la Catedral de Naumburgo.
Uta von Ballenstedt en la Catedral de Naumburgo.desconocido

La figura de Uta (no confundir con el estado de Utah) es un símbolo de Alemania, pregúntenle a cualquier alemán, algo similar a la Dama de Elche para nosotros. A lo largo del siglo XIX fue considerada como un importante icono de la estética germánica, y autores del estilo de Helmut Assing, Holger Kunde, Wolfgang Ullrich y Hermann Wäschke la mencionaron en sus valiosos escritos. Incluso la Alemania nazi de Adolf Hitler erigió un monumento en su honor para jugar a ese juego suyo de la belleza aria y sus flautadas. No sabemos si la pobre mujer era buena o mala en realidad, pero desde luego que se pasó al bando sospechoso cuando su temerosa figura pasó a engrosar los ideales del Tercer Reich.

Musa de Walt Disney

Ya llegamos a los dibujos. Todo llega, siempre. Se comenta que el conocido cineasta estadounidense viajó por Europa durante el verano de 1935 en busca de referencias para su próximo filme de Blancanieves y los siete enanitos, y cuando uno de sus colaboradores le recomendó que visitase la Catedral de Naumburgo, Disney se topó con Uta von Ballenstedt petrificada y todo encajó. Nunca nadie se había alegrado tanto de encontrar al mal personificado.

Y realmente parece que sirvió como referencia para la reina Grimhilde. Mire su estatua en la fotografía. Asoman las cejas finas oscilantes sobre unos ojos verdes e inteligentes, labios rojos estampados en un cutis blanco, capa de cuello alto adornando su estilosa figura y una corona dorada sobre su misteriosa cabeza. Y una nariz recta que todavía parece que anda husmeando los pecados de la plebe. Pasen y vean, no toquen ni teman a la figura rígida de la peor de las brujas de los cuentos. El Maestro de Naumburgo se cuidó mucho de tallarla con una manzana que nos pudiera envenenar.