Descanso y vino

Finca La Emperatriz: donde la uva es la base de todo

Elegancia y legado en La Rioja Alta, desde Viñedos Singulares hasta la herencia de la emperatriz Eugenia de Montijo que dirigen los hermanos Hernáiz

Finca La Emperatriz: donde la uva es la base de todo
Finca La Emperatriz: donde la uva es la base de todoLa Razón

Nos adentramos en La Rioja Alta y paramos en Finca La Emperatriz. Allí conocemos la categoría de Viñedo Singular. Se trata de la distinción más elevada de la Denominación de Origen Calificada (D.O. Ca) Rioja, destacando la unicidad de su viñedo. Con más de 30 hectáreas de Tempranillo, Garnacha y Viura, cultivadas en vaso y con una edad promedio de más de 60 años, comparte terraza aluvial del río Oja –cuyo suelo franco arenoso y una capa superficial de canto rodado blanco proporcionan condiciones excepcionales para su envejecimiento–. Este terruño contribuye a la elegancia de los vinos al ofrecer un buen drenaje, iluminación óptima de los racimos y una disposición radicular ideal, con un aporte limitado de nutrientes.

Pero lo que sorprende de este lugar, más allá del entorno y la paz que allí se respira, es saber que está cargado de historia. Su nombre no es casualidad, sino que se debe a la Emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III y propietaria en la segunda mitad del siglo XIX de esta finca de viñedo en Baños de Rioja. Podría considerarse la primera influencer de todos los tiempos, una figura referente en su época, desafiando las normas sociales de entonces y que ejerció la regencia en tres ocasiones durante las ausencias de Napoleón III. Su interés por la política, respaldó las investigaciones de Louis Pasteur y financió el Canal de Suez. Además, su elegancia marcó tendencia en la moda, influyendo en marcas como Louis Vuitton y Guerlain. En el ámbito vitivinícola, la influencia de la Emperatriz se reflejó a través de su esposo, Napoleón III, quien estableció la Clasificación Oficial del vino de Burdeos en 1855, que perdura hasta hoy. Tras la muerte de Eugenia de Montijo, su patrimonio, incluyendo la finca de Baños de Rioja, pasó a la familia Fitz-James Stuart y luego a los Hernáiz en 1996, hasta ahora. Algunas voces cuentan que la muerte de Eugenia en el Palacio de Liria (Madrid) dejó el mejor elixir de la juventud; de lo que hoy hablamos.

La herencia se mantiene: “el viñedo es la base de todo”.

Sus visitas, de hecho, se diferencian de otras donde las bodegas son protagonistas. Aquí, es la uva, pisar la tierra y pasear por el campo. Ya antiguamente, los vinos venían de calados para controlar la misma temperatura en la tierra, un símbolo de alto status social. A día de hoy, los hermanos Hernáiz se definen comprometidos con la sostenibilidad y cuentan que adoptan prácticas agrícolas responsables, reemplazando insecticidas por feromonas, eliminando herbicidas y utilizando restos de poda como abono. Este enfoque respetuoso del medio ambiente refleja la posesión del riguroso certificado ecológico. El punto de partida es la uva, que se obtiene por recogida manual –450.000 botellas al año– y principalmente en madera de roble francés. “No buscamos máximo beneficio sino maximizar la calidad”, explican desde la finca. Para degustar, entre quesos y embutidos locales, se encuentran: dos blancos y dos tintos en sus distintas gamas: El Jardín de la Emperatriz y las reservas de Finca la Emperatriz. Pese a sus diferencias por calidad, ambas gamas se posicionan en un nivel alto, capaz de acompañar por sí solos una comida y a precios asequibles.

Villas de lujo

Hospedarse en la finca significa un respeto al pasado y a la esencia. En su recepción –wine bar–, se conservan los comedores y bebederos de antaño, así como la estructura amaderada. Lo que eran viviendas de los trabajadores se rehabilitaron para que hoy sea un lugar exclusivo de descanso.

Villas de Finca La Emperatriz
Villas de Finca La EmperatrizLa Razón

Un total de tres espacios que incluyen: zona exterior, salón con chimenea, habitación, cocina y baño, apto para familias. Todo cuidado al mínimo detalle y bajo las sugerencias gastronómicas de María José, quien ofrece esos platos que recuerdan que lo casero y la paciencia en los platos todavía sobrevive en algunas zonas del país.

La familia Echaurren en Ezcaray

Una excusa muy justificada debe haber para ir a La Rioja y no hacer parada en Ezcaray, un tesoro en La Rioja que pasa por alto. Sobre todo, si allí se encuentran los hermanos Echaurren, quienes además de acumular tres soles Repsol y dos estrellas Michelin, celebran su 125 aniversario. Un centenar de años desde que tío Pedrito y tía Andrea fundaron esta casa; y ya vamos por la quinta generación que, por cierto, sigue fiel a esas croquetas obligatorias en su identidad. Francis, Félix y Marisa Paniego son los hermanos que actualmente siguen la herencia e inspiración de Marisa, su madre.

Los tradicionales callos a la riojana de Echaurren
Los tradicionales callos a la riojana de Echaurren Echaurren

Sus platos los encontramos a domicilio, en El Bistró El Cuartito, Tradición y El Portal –menú gastronómico de 190€–. Sin embargo, todos ellos siguen un eje común: la defensa del territorio y el protagonismo de la temporada (no se pierdan su Boletus salteado en muselina de patata, es el momento); el animal (desde casquería, carnes y pescados frescos); y la memoria (el cariño con el que se trabaja la vocación y el recuerdo de una familia entre fogones). Y como hay que escuchar a los que saben, no se vayan sin degustar la tosta templada con queso de Cameros, manzana reineta y helado de miel; un acierto que abre los ojos y se despide con el mejor de los sabores. Orgullosos del pasado y con hambre de futuro, larga vida a Echaurren.