Islas Canarias

Islas Canarias: siete ideas para Cupido

Volcanes, recónditas calas, paisajes propios de otro planeta y espectaculares puestas de sol garantizan el romanticismo de cualquier viaje que recorra alguna de las siete islas del archipiélago

Desde El Teide el viajero puede contemplar un emocionante atardecer
Desde El Teide el viajero puede contemplar un emocionante atardecerlarazon

Volcanes, recónditas calas, paisajes propios de otro planeta y espectaculares puestas de sol garantizan el romanticismo de cualquier viaje que recorra alguna de las siete islas del archipiélago

Cuando se acerca el 14 de febrero es habitual que nos asalten las dudas... ¿Cuál será el mejor regalo para sorprender a la pareja? La respuesta no siempre es fácil, pero si quiere acertar, nada mejor que decantarse por un viaje. No falla. De hecho, para el 56% de los españoles la noche ideal durante unas vacaciones es aquella que incluye una velada romántica, tal y como revela la encuesta sobre los hábitos viajeros realizada por Barceló Hotel Group en sus redes sociales. Puestos a elegir un destino romántico, el viajero tiene un filón en las Islas Canarias, ya que el archipiélago puede presumir de algunos de los paisajes más impresionantes para disfrutar en pareja, pues se trata de un lugar excepcional para la observación de las estrellas gracias a la claridad de los cielos, sin pasar por alto que presume de algunas de las puestas de sol más bellas del mundo gracias a la idílica combinación del océano con el horizonte volcánico.

Pero lo cierto es que cada una de las siete islas tiene su propio encanto para disfrutar en pareja con rincones tan bucólicos como los Jameos del Agua, en Lanzarote, diseñado por César Manrique en un lugar casi mágico gracias al jardín de palmeras y a su lago artificial. Pero lo mejor está en el interior de la cueva, donde existe otro lago natural que da cobijo a una especie de cangrejo albino único en el mundo. Tampoco defrauda la isla de La Graciosa, donde no existen las carreteras de asfalto y el tiempo parece detenerse. ¿Qué mejor excusa para disfrutar del mejor compañero de viaje?

En la isla de Fuerteventura, la palma del romanticismo se la llevan Las Calas del Cotillo, gracias a sus aguas cristalinas arropadas por el arrecife natural en el que la tranquilidad y la intimidad están más que aseguradas. Y si se levanta el viento, merece la pena refugiarse dentro de uno de los corralitos, esos pequeños muros circulares de piedra volcánica creados por los residentes que cobran aún más encanto si Cupido está de por medio.

En la isla de Tenerife resulta casi obligado disfrutar de una de las puestas de sol más hermosas de España en el Parque Nacional del Teide, donde el astro rey se alinea con la cumbre del volcán para desaparecer tras el pico más alto de nuestro país. En ese momento se abren paso una infinidad de estrellas que alcanzan su máximo esplendor cuando cae la noche, gracias a la claridad de los cielos del archipiélago y la ausencia de nubes durante la mayor parte del año. De hecho, es uno de los mejores lugares del mundo para observar el universo, pues la zona está declarada Reserva Starlight. Existen rutas guiadas con expertos en la materia que ayudan al viajero a interpretar la inmensidad del firmamento gracias al empleo de prismáticos y telescopios. La experiencia resulta inolvidable.

Otro fantástico atardecer puede vislumbrarse en el este de La Gomera, con el Atlántico como telón de fondo. El barranco que desemboca en las playas de arena negra de Valle Gran Rey alcanza una belleza extraordinaria cuando los cambiantes tonos anaranjados del atardecer se desvanecen en el océano. La estampa resulta de lo más poética para las parejas que buscan contemplar la naturaleza acariciados por la brisa atlántica mientras el tiempo parece detenerse.

Abrupta, alta, escarpada, sorprendente... El interior de la isla de La Palma incita al viajero a buscar los mejores miradores para contemplar su naturaleza desde un lugar privilegiado. Uno de los más atractivos es el Mirador de los Andenes, a 2.000 metros de altitud, desde donde puede observarse, casi en su totalidad, el cauce del Barranco de las Angustias en el interior del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente y la Reserva Integral del Pinar de Garafía. Si es posible, resulta de lo más acertado alquilar un vehículo descapotable para llegar a lo más alto de la isla y disfrutar del silencio de los volcanes mirando al infinito.

Las Islas Canarias son un verdadero spa al aire libre gracias al clima templado durante todo el año y los recursos naturales del mar, la brisa, la arena y el sol. En Gran Canaria existen numerosos balnearios ideales para los más románticos, donde las algas y el barro se aprovechan para sesiones de talasoterapia; los minerales de las tierras volcánicas para la geoterapia; el aloe vera -que crece favorablemente gracias al clima templado- es la base de los tratamientos de aloeterapia, e incluso el zumo de uvas cultivadas en arenas volcánicas es el recurso de la vinoterapia, muy eficaz para limpiar y purificar la piel y estimular la circulación.

La lista de rincones románticos de las Islas Canarias la cierra la coqueta isla de El Hierro, con la piscina natural de La Maceta, en el valle de El Golfo, como principal reclamo para los enamorados. Sobran las razones, pues aquí se fusionan a la perfección el sol, la lava y el mar. Sus llamados «charcos», de diferentes dimensiones y todos ellos de agua salada, están protegidos del oleaje, lo que empuja al viajero a darse un chapuzón en pareja, sin prisas y con la única obligación de disfrutar del momento.

De ruta romántica por Lisboa

La capital portuguesa ocupa un buen lugar en la lista de las ciudades europeas que más viajeros eligen para realizar una escapada con la excusa de San Valentín. No es de extrañar, pues sus evocadoras calles empinadas o las impresionantes vistas que regalan sus miradores, arropadas por las notas del fado como banda sonora son sólo algunos de los ingredientes que generan su íntima atmósfera que resulta aún más emotiva si se recorre en pareja. Resulta obligado contemplar el atardecer desde los miradores lisboetas para quedarse boquiabierto de la combinación de brillantes tonos ocres, amarillos y naranjas sobre los tejados de la ciudad. Imprescindible, también, recorrer la orilla del río Tajo hasta toparse con la Torre de Belém y su monasterio. Y si hay tiempo, nada mejor que descubrir la villa de Sintra y su espectacular palacio. Más información en www.visitlisboa.com.