Eurovision
Un abanico, un agudo de diva… España destapa sus cinco “chanelazos” para conquistar Eurovisión
El segundo ensayo de Chanel Terrero en Turín la aúpa en las apuestas del ‘top 5′
España desembarcó ayer en su segundo ensayo en Turín con varios ases en la manga para situarse en lo más alto de las quinielas para ganar el Festival de Eurovisión 2022. Tanto los eurofans como la prensa acreditada en Italia ya dan por hecho que Chanel Terrero y sus cinco bailarines no se bajaran del “top five”.
Si el equipo de Radio Televisión Española llegaba al certamen con la seguridad de que la canción ‘Slow Motion’ recuperará la emoción de las votaciones para el país, tras las pruebas del día de hoy los ánimos van más allá, con permiso de países que se mantienen como favoritos, entre otros, Ucrania, Suecia y Reino Unido.
Y es que, en los tres pases protagonizados por Chanel que han podido ser vistos por primera vez en circuito cerrado, se han podido contemplar cinco novedades de relevancia en la actuación que suman a la ya de por sí efectista y efectiva puesta en escena de la artista hispanocubana.
1/ Arranque cañí remasterizado
Silencio. Comienza la actuación de España. Hasta ahora, los primeros acordes de ‘Slomo’ venían precedidos de unos sonidos de ‘flashes’ que emulaban la llegada de una estrella a la alfombra roja. El concepto ahora cambia. El preludio es una melodía ‘typical spanish’, pero sin ninguna rémora rancia mientras se descubre la silueta de una ‘matadora’ vestida por Palomo Spain que tenía mucho de arriesgado, pero funciona a juzgar por las críticas de comunicadores y eurofans. “Llegó la mami”, suelta Chanel. Y lo cumple al pie de la letra con empaque cañí remasterizado. Por si fuera poco, el rojo y el amarillo de la bandera le acompañan como iluminación de principio a fin.
2/ Cada plano y cada segundo cuentan más que nunca
Si algo no se puede dudar de la actuación de España es que está estudiada al milímetro, como nunca antes lo había trabajado la delegación de Radio Televisión Española. Cada segundo cuenta. Cada plano recoge un detalle, sea el desmelene de Chanel o sus piruetas varias. Cada mirada cómplice de Chanel suma. Y cada golpe de cadera multiplica. No sobra ningún tiro de cámara. ¿Resultado? No hay margen de maniobra a que el espectador retire la mirada de la pantalla mientras se desarrolla el ‘Chanelazo’. Esta sensación que se logró ya en Benidorm, ahora se afina todavía más con el despliegue técnico que aporta Eurovisión. De hecho, se alternan hasta 70 planos a través de 18 de las 24 cámaras presentes en el Pala Alpitour turinés.
3/ Nuevo clímax vocal: no solo soy una bailarina
Si algo sorprende cuando se ve en escena por primera vez a Chanel interpretando ‘Slomo’ es su capacidad para cantar y ejecutar una coreografía de infarto a la vez. Ni un solo quiebro de voz ni el más mínimo desafine. Tampoco una sola expiración que delate cansancio vocal en la artista hispanoespañola que acumula horas de vuelo en musicales y otras tantas corriendo en tacones en la cinta. Si en la versión con la que ganó en el Benidorm Fest, contaba con un gorgorito final que dejaba ver que no solo podría protagonizar ‘Fama’, en Milán se ha remodelado este quiebro para que Chanel se luzca todavía más. Un clímax vocal gritarle a Europa: “La reina, la dura”, no solo baila, también canta. Y con un agudo de lo lindo.
4/ La coreografía más difícil todavía
Si durante los dos primeros minutos de la actuación de Chanel, alguien puede sospechar que lo ha visto todo y que solo le queda una repetición más del ‘slow motion’ en blanco y negro, se equivoca. En el último estribillo, de la chistera del coreógrafo norteamericano Kyle Hanagami surge un guiño a las raíces cubanas de Chanel para marcar la esencia de una diva latina que no se achanta. El mensaje que se lanza es que no hay nada que se le ponga por delante ni a ella ni al artífice de un proyecto de ingeniería en movimiento que está supervisando in situ la perfección de su obra.
5/ El abanico como golpe de efecto final
Cuando la canción se acerca al final y parece que esa mezcla de potencia y simpatía que pasea Chanel por Turín no puede ofrecer más, ella se enfunda un abanico que mueve con el mismo arte con el que ha llegado hasta el escenario. No puede haber mejor ‘souvenir’ a modo de golpe de efecto para recordarle al que está delante de la pantalla, que lo que tiene delante es marca España. En rojo, negro y con ese toque de ‘brilli brilli’ que nunca está de más en Eurovisión. Súmenle traca final de fuegos artificiales, y ya tienen de nuevo a un público ojiplático. “Antes muerta que sencilla”. Casualidad o no, el anterior abanico que llevó España a Eurovisión fue en 2004, en el certamen junior y de la mano de la ganadora María Isabel.
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