Medio Ambiente

El Guadalquivir medio tiene 222 humedales estacionales y 107 salinas

La zona catalogada por Rafael F. Vega-Pozuelo en un libro editado por la Universidad de Córdoba se acerca al centenar de municipios

El río Genil, afluente del Guadalquivir, en una imagen de archivo
El río Genil, afluente del Guadalquivir, en una imagen de archivolarazon

El tramo del curso medio del río Guadalquivir, entre sus afluentes meridionales del Genil y el Guadalbuyón, tiene 222 humedales estacionales y 107 salinas, según la catalogación hecha por Rafael F. Vega-Pozuelo (Sevilla, 1980) y que recoge un libro editado por la Universidad de Córdoba.

El estudio parte de un proyecto de investigación doctoral del autor, que ha realizado un extenso trabajo de campo y a una intensa investigación del territorio central de Andalucía, definido por el curso del Guadalquivir y la cuenca drenante entre sus dos afluentes, con superficies repartidas entre las provincias de Córdoba, Jaén, Granada y Sevilla.

En total, la zona estudiada se acerca al centenar de municipios en estas cuatro provincias y "una importante representatividad demográfica, económica y paisajística", según afirma en una conversación con Efe el autor, licenciado en Ciencias Ambientales y doctor en Patrimonio por la Universidad de Córdoba, ciudad en la que ha siempre ha residido, excepto un paréntesis en que por motivos académicos y laborales se trasladó a Madrid.

Para Vega, el trabajo supone "un avance en el conocimiento del valor patrimonial de los humedales estacionales y de las salinas del Guadalquivir medio" que, al mismo tiempo, "viene a difundir un patrimonio que trasciende a lo natural y que atesora tanto bienes naturales como culturales pasados y actuales".

En su opinión, "a los presentes valores se suman las columnas sedimentarias de sus lechos, que constituyen un verdadero reflejo de la evolución del paisaje de los humedales o de las tensiones entre los procesos naturales y humanos en la formación del territorio".

El objetivo último de la obra, en cuya edición ha colaborado el Grupo de Investigación Estudios de Geografía-HUM-244, en el que Rafael Vega desarrolla distinta iniciativas de conocimiento geográfico y medioambiental, es "contribuir a recuperar una información cartográfica y documental histórica".

También persigue "aportar la información proporcionada por la teledetección y el trabajo de campo, con el fin de disponer de un inventario veraz y actual, capaz de instrumentalizar políticas y estrategias de revitalización y gestión para integrar los valores ecoculturales de los paisajes del agua recopilados para el Guadalquivir medio".

En esta línea, Vega, dedicado profesionalmente a la gestión de los espacios naturales de la red natura 2000 en Andalucía desde 2005, propone la existencia de seis complejos de humedales y de dos complejos salineros en el Guadalquivir medio.

A su juicio, "esto sirve para proponer un cambio en el paradigma de la protección y la gestión de los humedales, ya que podría favorecerse la declaración de zonas especiales de conservación en cada uno de estos complejos, lo cual sería más acorde con el espíritu y la finalidad de la Red ecológica europea Natura 2000".

En el libro, 'El patrimonio salinero y humedales estacionales del Guadalquivir Medio' (Uco Press, 2020), se detalla la existencia de diversos tipos de humedales, como charcas, lagunas, criptohumedales o salinas continentales, entre otros, y se aportan caracterizaciones concretas para cada uno de ellos.

Para Vega, los 329 lugares catalogados ponen de manifiesto "la importancia de estos paisajes del agua en la depresión del Guadalquivir, a la par de su valía patrimonial eco-cultural en un paisaje eminentemente caracterizado por el predominio de lo agrario y la tendencia al monocultivo olivarero".

En todo caso, defiende su "identificación y protección" al tratarse "de un patrimonio diverso y rico, aunque muchas veces oculto, pero que sigue persistiendo", elementos que forman parte "del territorio andaluz, singulares por su fragilidad, por sus valores intrínsecos y por sus estrechas relaciones con la actividad humana, como constructora de territorios y paisajes".

El autor propone un viaje por su experiencia investigadora y sus vivencias profesionales y como doctorando en los últimos años y pone a disposición de la comunidad científica y técnica “un sistema de ponderación para priorizar las acciones de protección y restauración, así como una serie de propuestas para conseguir que estos hábitats de interés sean tomados en cuenta como bienes patrimoniales a conservar”.