"Las crónicas del salitre"
El mejor plató del mundo, no ni na
La Costa de Sol ha sido escenario de películas legendarias y actuales
El cine es magia, porque además de hacernos vivir otras vidas en poco menos de dos horas; crearlo es una combinación de trucos dignos de David Copperfield. A estos elaborados embrujos, también se suman desde hace algún tiempo la tira de series de televisión. Recientemente la comentada «The Crown», se venía a Málaga para grabar la teatralizada visita de la familia real británica a Australia (la diferencia radica en que aquí tenemos boquerones y allí hay tiburones). Buena parte de Andalucía y otras zonas de España, han sido plató privilegiado para una lista larga de capítulos de «Juego de Tronos». George Lucas quiso que Sevilla fuese la capital del planeta Naboo en el episodio 2 de Star Wars, «El Ataque de los Clones».
Santiago Segura se marcó su segundo Torrente en Marbella, dándole su propia ordenación al callejero de la ciudad. Recientemente, el gran Leo Harlem ejercía de Super Agente Makey por las calles de Estepona, y Martin Scorsese elegía unas imágenes del famoso yate Nabila, anclado en el muelle principal de Puerto Banús, para el inicio de «El Lobo de Wall Street». El singular Carlos Montes, el gran «Panaero Películero» que muchas madrugadas se ponía delante del micro de Onda Cero, me contaba del rodaje, en los años sesenta, de una versión de Erik El Vikingo, en las céntricas playas de Marbella, durante la temporada de turistas, «imagina el jaleo que tuvieron los de producción». Pero lo mejor fue convertir la zona de el lago de las tortugas en un remedo de selva tropical en «El Tigre Se Perfuma Con Dinamita». En un «no parar», el mismísimo Steven Spielberg montó en Trebujena el campamento de prisioneros donde sobreviven los protagonistas de «El Imperio del Sol» en China. Pocos años después, Speilberg repetía localización andaluza e Indiana Jones tragaba polvo y arena en zonas de Granada (Guadix), y el famosísimo Hollywood del desierto de Tabernas almeriense; transformados en Alejandría y Alemania. Pero lo mejor sin duda se lo marcó David Lean en los años sesenta con un Peter O´Toole ejerciendo de Lawrence de Arabia por Almería, donde no dejó taberna o bar por visitar junto a los extras del mítico filme, varias familias gitanas que controlaban los caballos de la producción y que utilizaban la frase «Yo trabajo en Don Lorenzo de Arabia» como salvoconducto. Aunque el remate lo hizo el maestro Lean con Doctor Zhivago: Castilla La Mancha fue la Rusia más fría e invernal, y durante un día «La Internacional» fue cantada por un nutrido grupo de personas, bien provistas de banderas rojas con la hoz y el martillo, ante la Guardia Civil sin que nadie fuese detenido… se trataba de una escena de la revolución rusa. Eran los sesenta, en plena dictadura franquista, y normal que Benemérita, técnicos y extras españoles flipasen en colores.
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