Huella cofrade
Los mecenas de la Semana Santa andaluza: de la Duquesa de Alba a Lopera
Han sufragado desde la restauración de basílicas hasta mantones bordados en oro
La Semana Santa es la fiesta más identitaria de Andalucía, la que más fervor despierta, la más esperada del año. No solo tiene una enorme repercursión a nivel social, sino también en el plano económico. En Sevilla, donde la Semana Santa está declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, se estima que genera un impacto de 400 millones y que tan solo tiene un coste de nueve para las arcas municipales.
Pero la esencia del fenómeno reside en lo espiritual y en eso radica el éxito de la Semana de Pasión. Son las hermandades, sin duda, las que mantienen esa esencia con una labor de todo un año. Son también las que sufragan gran parte de los costes de poner sus pasos en procesión junto con la Administración. Pero también hay grandes mecenas que contribuyen a engrandecer la Semana Santa andaluza. Algunos de ellos tan famosos como la última Duquesa de Alba.
Cayetana de Alba y Los Gitanos
Cayetana de Alba fue la gran benefactora de la hermandad. Tanto es así, que sus restos mortales descansan en el santuario de Los Gitanos en Sevilla. En el tercer aniversario de la muerte de la Duquesa de Alba, y en agradecimiento, se inauguró en su interior un monumento en su honor obra del escultor Antonio Navarro Arteaga. Cayetana estaba estrechamente vinculada a Los Gitanos. Aparte de reconstruir el antiguo convento del Valle, regaló a la Virgen piezas de bordado y orfebrería de la mayor calidad. No sólo fue benefactora, sino que su fidelidad le llevó a tomar partido en las decisiones, ocupando el cargo de consiliaria primera en la junta de gobierno. Su padre, el duque de Alba y Berwick, promovió que el Tercio Duque de Alba II de la Legión hiciese la guardia de honor a los titulares, escoltando a los pasos en el templo y durante la estación de penitencia, tradición que continuó hasta los años 70.
La vinculación de la duquesa de Alba con la Semana Santa sevillana no termina en Los Gitanos. Cayetana fue hermana del Gran Poder, Montesión y de la Macarena. Pero a la Virgen de la Esperanza le tenía especial devoción: en los años 60, incluso cedía joyas para que las luciera en procesión. Era muy amiga de Juanita Reina, con la que compartió el honor de ser camareras honorarias y ambas asistieron de mantilla a la coronación de la Virgen en 1964.
Lopera y el Gran Poder
Conocido es también el vínculo del ex presidente del Betis, Mauel Ruiz de Lopera, a la Hermandad del Gran Poder. Regaló a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, cuando era hermano mayor su amigo Antonio Ríos, un esplendoroso manto azul bordado en oro diseñado por el artista Antonio Garduño y elaborado en el taller Fernández y Enríquez en 1991.
Lopera también sufragó las obras de la basílica de San Lorenzo. En el año 1996 acudió al rescate de uno de los templos históricos y más importantes de la ciudad y con un importante arraigo cofradiero. La parroquia de San Lorenzo tenía graves problemas de estabilidad que llevaron a su cierre. Las cubiertas no soportaban el peso y se venían abajo. El ex presidente del Betis se hizo cargo.
El Sevilla F. C. y San Pablo
Todos los Lunes Santos el F. C Sevilla hace una ofrenda floral en San Pablo. No es de extrañar teniendo en cuenta que en el canastillo del Cautivo está bordado el escudo el club. El ex jugador del Sevilla, Antonio Ramiro, más conocido como “Antoñito” fue el que lo hizo posible. Este ex futbolista siempre es el abanderado por excelencia de su barrio, el Polígono de San Pablo, y sus aportaciones siempre han sido fundamentales para que los Lunes Santos los vecinos puedan disfrutar de su cofradía. No obstante, en 2005 formó un tremendo pique entre las aficiones del Sevilla y el Betis del polígono. Este año donó a la Hermandad el canasto de Cristo. Pero tiene su historia. “Fue el tallador el que metió el logo del Sevilla, no es que yo se lo dijera, sino algo simbólico porque los hermanos le habían dicho que yo había donado y decidió poner en un lateral del canasto el símbolo del Centenario”, confirmaba Antoñito a “El Desmarque”. El exdelantero, muy presente siempre en su Hermandad, se quería alejar de polémica: “No fue porque yo se lo impusiera. Es una de las cosas, el canasto es bonito y precioso, pero muchos sevillistas miran dónde puede estar ese símbolo. Todo fue muy bonito, por ser algo que decidió el tallador, que son muy bohemios a la hora de tallar”.
Joselito el Gallo y la Macarena
José Gómez Ortega fue el impulsor y gran benefactor, junto a Juan Manuel Rodríguez Ojeda, del enriquecimiento del patrimonio artístico de la hermandad de la Madrugada en las primeras décadas del siglo XX. A él se debe uno de las joyas más icónicas de la Virgen de la Esperanza, las «mariquillas», que “Gallito” adquirió en París y regaló a la imagen de su devoción. Gracias a estos incentivos, la Semana Santa de España ganó un estilo de creación que fue imitado en todo el territorio nacional. Tanto es el vínculo entre el torero y la Macarena que en ese mayo de 1920 cuando el matador murió en la plaza de Talavera de la Reina, la Virgen vistió el luto más impactante que se recuerda en una dolorosa en toda la historia de la ciudad de Sevilla.
Paquirri y El Perdón
En 1983 Francisco Rivera Paquirri, donó a la Hermandad del Perdón de Cádiz un traje de luces que había vestido en la plaza de toros de Nimes, en Francia, para que con él se hiciera una saya a la Virgen del Rosario. Pepe Fierro, entonces fiscal de la cofradía, y Luis Rivas, que era el secretario, tenían contactos directos con la familia de Francisco Rivera y se lo solicitaron. Él no puso ninguna pega y dijo que se llevaran el traje que quisieran”, recuerda el hermano mayor de la corporación, Francisco Gallardo al “Diario de Cádiz”, pero meses después, en septiembre de 1984, el torero falleció en Pozoblanco y se decidió no continuar con los trabajos de la salla de la Virgen. “Por aquel entonces en la cofradía se estaba diseñando la saya y la junta de gobierno decidió entonces no tocar el traje de Paquirri en memoria del torero”, explica Gallardo. Por eso, el traje se conserva intacto en las vitrinas de la casa de hermandad.
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