Economía
Los floricultores de Lebrija se reinventan por la falta de agua
Con cultivos como las fresas, los pimientos del padrón, las papayas de ensayo o la fruta del dragón
La falta de agua y de mercado ha llevado a los floricultores de las marismas de Lebrija (Sevilla) a reinventarse con otros cultivos como las fresas, los pimientos del padrón, las papayas de ensayo y la pitahaya, conocida como la fruta del dragón.
La organización agraria COAG explica que estos cultivos ha encontrado a los agricultores de la zona una oportunidad de reabrir los invernaderos que heredaron de sus padres, antes abandonados por la falta de rentabilidad, en los que cultivaban flores cortadas, cuyo mercado se hundió con el comienzo de la guerra de Ucrania.
En el caso de la pitahaya o fruta del dragón, el cultivo se ha implantado gracias a los buenos precios que cotiza, entre 8 y 12 euros el kilo, y a su poca exigencia hídrica, factor determinante a tenor de la sequía y las olas de calor continuadas que arrastra Andalucía.
La pitahaya, además, no ocupa tierra cultivable ya que crece enredada a un póster o a un testigo, dejando el terreno para otros cultivos y aumentando así la rentabilidad del espacio.
“Es un cultivo que necesita mucha mano de obra porque, aunque sea una planta resistente, la polinización se realiza de forma manual y necesita muchos cuidados”, alega el presidente de la cooperativa de Las Marismas de Lebrija, José Tejero.
Con catorce mil hectáreas de terreno que componen las marismas de Lebrija, tierras nacidas de la desecación de la parte izquierda del río Guadalquivir en 1979 y ubicadas a escasos kilómetros del Parque Nacional de Doñana, los cultivos característicos de la zona son los tomates, pimientos, cebollas, algodón, brócoli, almendra o girasol, entre otros.
“Son tierras fabulosas que provienen de la sedimentación del Lago Ligustinus y que son muy productivas”, añade Tejero.
La labor agrícola en las tierras de las marismas de Lebrija es llevado a cabo por dos cooperativas agrarias que operan en este municipio sevillano: la cooperativa La Campiña de Lebrija y la cooperativa Las Marismas de Lebrija.
Ambas llevan a cabo actuaciones de asesoramiento, almacenaje, comercialización o procesado de productos, entre otras.
Las Marismas de Lebrija es la única cooperativa en Andalucía que procesa tomate de industria en sus instalaciones y que además posee una desmotadora de algodón y un centro de manipulado y envasado de hortalizas, lo que permite que todos los procesos de la cadena de producción para estos productos se realicen en Lebrija y proporciona puestos de trabajo además de generar riqueza.
Sin embargo, la planta de procesado de tomate se encuentra parada este año debido a la falta de producción como consecuencia de la grave sequía que atraviesa la región.
“Andar por aquí sería imposible en un año normal”, comenta Tejero, que añade que ha sido “un año muy complicado, un año que no ha llovido lo suficiente para poder tener los cultivos de verano; cultivos como el tomate, que suponen el 65% de la facturación de esta cooperativa”.
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