Sucesos

Quince años del asesinato de Mari Luz Cortés, la niña que descubrió las carencias de la Justicia

El 13 de enero de 2008 Santiago del Valle asesinó a la menor onubense, punto de partida de la prisión permanente revisable

Santiago del Valle, encarcelado por la muerte de la pequeña Mari Luz Cortés, custodiado por miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado
Santiago del Valle, encarcelado por la muerte de la pequeña Mari Luz Cortés, custodiado por miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estadolarazon

Se cumplen 15 años del caso que destapó de súbito las carencias judiciales en España. Un 13 de enero de 2008 fue la última vez que fue vista con vida la pequeña onubense Mari Luz Cortés. Su muerte sumada a una serie de errores judiciales que pudieron propiciarla desató una ola de solidaridad y protestas en España que culminó -tras otros casos como el de Marta del Castillo o el Diana Quer- con la implantación de la prisión permanente revisable.

“Tuvo que morir una niña para que «un pederasta le enseñara al ministro la situación insostenible de los juzgados españoles», comentó en su día a este periódico José Luis Requero, ex vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). La sociedad también cuestionó el corporativismo judicial, dado que se acabó sancionando seis meses a una secretaria judicial. Desde el prisma de los jueces, todos los magistrados consideraron que, dada la falta de medios, le podía haber pasado a cualquiera.

El padre de Mari Luz siempre apuntó que el asesinato de su hija fue «una llamarada» que permitió a la sociedad darse cuenta de los problemas del sistema judicial y la pederastia.

La muerte de Mari Luz Cortés evidenció las costuras del sistema, que aún se ve, con los juzgados colapsados y la Justicia como la cenicienta en las inversiones.

En el primer aniversario del “caso Mari Luz”, el padre de la víctima decía sentirse «satisfecho» de su lucha porque, como explica, «los ciudadanos somos los verdaderos soberanos, no los políticos, y si algo no funciona no podemos quedarnos en casa y esperar a que lo solucionen otros, sobre todo porque nosotros, la sociedad, somos los perjudicados».

El exdiputado Juan José Cortés durante una manifestación. Ricardo Rubio / Europa Press
El exdiputado Juan José Cortés durante una manifestación. Ricardo Rubio / Europa PressRicardo RubioEuropa Press

Con Mari Luz, murió una niña y nació un político efímero. “Un predicador”, para otros. Juan José Cortés, el hombre de talante sereno se manifestó un 7 de julio de 2008 frente a los juzgados del Prado de San Sebastián de Sevilla, llenando la plazoleta de gentes, espontáneos, policías y cámaras. El hombre tranquilo de tez morena que se recorrió el país con un chándal del Recreativo de Huelva se plantó ante los juzgados para exigir “una Justicia justa”, así en genérico; y, un particular, “el fin de la carrera judicial del juez Tirado”, que era el magistrado que condenó a Santiago del Valle, el presunto violador y asesino de su niña de cinco años, Mari Luz, sin que se llegara a cumplir la pena.

La clave de bóveda del caso fue que Santiago del Valle debía estar en prisión por condenas previas cuando raptó a la niña gitana del extrarradio de Huelva la tarde en que salió al kiosco a comprar chucherías. “La Justicia es como las serpientes: sólo muerde a los descalzos”, decía Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, asesinado en 1.980. “Nosotros ya somos perpetuos”, explicaba Juan Cortés, el abuelo de la niña, para concretar que están “condenamos a perpetuidad por la muerte de Mari Luz”. La madre pidió al juez Tirado “que se mire al espejo, que sus espaldas están llenas de muerte”. Juan José Cortés, que devenía en súbita estrella mediática con la que el gentío se fotografía con el móvil –pancartas de fondo, porte señorial de gitano pobre honrado-, con su lucha perdida, la de gritar lo obvio en el desierto, era la frase de Kierkegaard hecha carne: “Pierde más quien pierde su pasión que quien se pierde con ella”. Esa jornada en el Prado de San Sebastián, las señoras besaban a Cortés, le abrazaban y le metían 10 euros en el bolsillo. “Para que compres flores a Mari Luz”, le dijo. Fernando Ruso, fotógrafo gaditano, captó la imagen de otra mujer, diez metros más allá, que, desvanecida en el suelo, clamaba: “Toda mi vida llevo buscando a dios y, por fin, lo he encontrado”; aludiendo a Juan José Cortés; convertida no por ver la luz, sino al padre de Mari Luz. Esa mañana, el juez Tirado se pasó por el juzgado de lo Penal número 1, y salió antes, por otra puerta. “Voy para casa”, contestó sobre las 13:00 horas, vía sms.

Unos errores en el control de las ejecutoria permitieron que siguiera libre Santiago del Valle, el asesino de la niña, que había sido condenado por el juzgado de lo Penal número 1 de Sevilla que entonces dirigía Tirado. “Responsable”, como dice Cortés, de una muerte. Responsable para unos y víctima, para otros, de un sistema imperfecto. Un sistema que amparaba “las cadenas de errores judiciales” como después las cadenas perpetuas revisables para perpetuar su funcionamiento, en base al principio empírico de que “le podía haber pasado a cualquiera”. Y le tocó a Tirado. Le tocó a Cortés. Y le tocó a Mari Luz. Hace 15 años murió una niña y nació un predicador, que se dedicó a la política efímeramente, fichado por Juan Ignacio Zoido para el Ayuntamiento de Sevilla, primero (con escasa presencia laboral, criticaron) y luego Pablo Casado como asesor de justicia, entrando en la lista por Huelva.

La Audiencia Provincial de Huelva condenó en 2011 a Santiago del Valle a 22 años de prisión por el asesinato de Mari Luz. A los diez años ya pedía el tercer grado. Estudiaba Derecho en prisión.

En junio del pasado año, murió a los 58 años el magistrado Rafael Tirado. Tras la polémica del caso Mari Luz, pasó a los juzgados de lo Contencioso-administrativo. ElTribunal Supremo confirmó en mayo de 2010 una sanción de 1.500 euros, señalando que la culpa de que el asesino siguiera libre no fue sólo del magistrado, sino de la “pasividad” de la Fiscalía de Sevilla y de la Junta de Andalucía.

Juan José Cortés, aparte de la política, ha seguido como predicador evangelista, y hace algo más de un año fue detenido por una supuesta agresión. Cortés, que se deja ver en manifestaciones y en apoyo a familias en distintas tragedias -como el caso Julen o tras la muerte de Gabriel en Almería- tiene una nieta que este mes cumple 10 años y que se llama Mari Luz en memoria y homenaje a su tía.