Nuevo pontífice

Agua
El modelo de gestión del agua de Andalucía ha llegado al Parlamento Europeo como una referencia en el contexto de la Estrategia de la Resiliencia del Agua. La eurodiputada Carmen Crespo, ponente en la sombra del informe aprobado por la Eurocámara, defendió ayer una política hídrica «ambiciosa y estratégica» que tenga como ejes la inversión, la modernización y la seguridad hídrica, inspirada en el ejemplo andaluz. Durante el debate celebrado en el seno de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, Crespo reivindicó la necesidad de articular una política del agua a escala europea, capaz de garantizar soberanía alimentaria y resiliencia frente al cambio climático: «Europa no puede quedar atrás, no puede permitirse la vulnerabilidad por no contar con una planificación hídrica adecuada».
Desde su experiencia como exconsejera de Agricultura y actual eurodiputada del PP, Crespo puso en valor el modelo andaluz, basado en un enfoque integral de aprovechamiento de todos los recursos hídricos disponibles: infraestructuras de regulación, interconexiones, sistemas de transporte y almacenamiento, depuración, aguas regeneradas y plantas de desalación. «Cada gota cuenta», recordó la eurodiputada, aludiendo a que «el sur de Europa ya ha demostrado que es posible optimizar el recurso hídrico sin comprometer la productividad». Una de las claves que Crespo destacó como inspiradora para Europa es el papel de las infraestructuras hidráulicas para amortiguar los efectos de fenómenos extremos como las DANAS, al tiempo que permiten almacenar agua en épocas de sequía. Estas infraestructuras, insistió, deben formar parte del «mix hídrico» que impulse la futura estrategia de la Comisión Europea. El argumento andaluz no solo se apoya en una visión técnica o conceptual, sino también en datos tangibles. Afortunadamente, Andalucía ha logrado superar el grave episodio de sequía que arrastraba. Según los últimos datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, los embalses andaluces se sitúan al 60,53% de su capacidad, tras haber ganado 27 hm3 en la última semana y alcanzar los 6.708 hm3. Esta cifra representa un aumento de 16,6 puntos respecto al mismo periodo de 2024, cuando los embalses estaban al 43,8%. Además, las reservas superan en 846 hm3 la media de los últimos diez años, lo que reafirma que la gestión hídrica y las lluvias recientes han contribuido a una recuperación notable del sistema.
La eurodiputada andaluza subrayó además la importancia de apostar por la innovación, la digitalización y las tecnologías limpias. En ese sentido, destacó el potencial de las aguas regeneradas –que actualmente solo representan el 2% del total reutilizado en Europa– como una «fuente alternativa, eficaz y sostenible» en el marco de la economía circular. Su uso para el riego agrícola o procesos industriales aliviaría la presión sobre los acuíferos y permitiría, por ejemplo, el desarrollo de tecnologías como el hidrógeno verde. El informe aprobado también respalda la modernización del regadío sostenible, la mejora de redes urbanas, la restauración de cauces y la construcción de balsas de almacenamiento, así como el impulso de nuevas prácticas genómicas que reduzcan la huella hídrica.
En el plano político, Crespo reclamó a los Estados miembros que cumplan con los Planes Hidrológicos y ejecuten sin más dilación las infraestructuras en ellos previstas, muchas de las cuales «llevan años pendientes pese a su carácter estratégico».
Por último, Crespo defendió el papel del sector agrícola como garante de la soberanía alimentaria de Europa. En su intervención, criticó que se criminalice al sector por el uso del agua y pidió que se garantice su acceso, porque sin agricultores no hay alimentos, y sin agua no hay agricultura. Esta defensa explícita del campo como aliado en la gestión sostenible del agua ha sido recogida en el informe, que la Comisión Europea utilizará como base para desarrollar su «Brújula de la Competitividad», una hoja de ruta que tiene por objetivo mejorar la resiliencia de la UE frente a desafíos estructurales como la escasez de recursos, la presión climática y la seguridad alimentaria.
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